Resulta que, según el decreto, para acceder a la educación en inglés los niños tendrán que pasar obligatoriamente por la inmersión en valenciano. Dicho de otra manera, si quiere estudiar tres asignaturas en la lengua de Sheakepeare, hay que dar la mayoría de las restantes materias en la de Ausiàs March.
Recientemente Vicente Marzà, el conseller de Educación, hizo público su nuevo proyecto de educación lingüística para la Comunidad Valenciana.
A juzgar por sus declaraciones desde que llegó al cargo, creo adivinar que la táctica de Marzà era insinuar la posibilidad de eliminarla exención de valenciano en la Vega Baja y las otras zonas ‘castellano-parlantes’, para finalmente no hacerlo. Así, quizás contentaría a los padres y evitase las críticas. Pero no le ha salido muy bien, porque le han acabado lloviendo palos por todas partes.
Personalmente, yo estoy bastante de acuerdo con la mayoría de las quejas aducidas por las asociaciones de padres. Resulta que, según el decreto, para acceder a la educación en inglés los niños tendrán que pasar obligatoriamente por la inmersión en valenciano.
Dicho de otra manera, si quiere estudiar tres asignaturas en la lengua de Sheakepeare, hay que dar la mayoría de las restantes materias en la de Ausiàs March.
Observo con mucha envidia como en otros países europeos, los alumnos terminan el instituto hablando perfectamente el inglés. Este es un déficit muy evidente de la educación española, y francamente no creo que la solución pase por imponer el valenciano como imperativa moneda de cambio.
Curiosamente, yo en mi corta vida he tenido la oportunidad de vivir en dos ciudades muy distintas pero de similar situación lingüística: Alicante y Toulouse. En ambas antiguamente se hablaba un idioma histórico(valenciano y occitano, respectivamente) pero hoy en día el 99% de sus habitantes habla español y francés.
En Francia han solucionado muy bien esta paradoja. Existen colegios donde todas las asignaturas se imparten en occitano (igual en Bretania con el bretón, en Córcega con el corso, etc) y otros donde las clases son en francés siendo el occitano opcional.
Entiendo a la perfección a todos aquellos que quieren que su lengua se conserve intergeneracionalmente. Por eso siempre estaré apoyando su derecho a que sus hijos aprendan y estudien el valenciano en la escuela y la Secundaria.
Pero aunque el valenciano es un idioma que a mi me produce el mayor de los respetos, yo no tengo vínculos emocionales o familiares hacia él. Yo nací en Alicante hace 26 años y siempre me he criado en un ambiente castellano-parlante.
También he viajado bastante, y en muchas ocasiones he vivido situaciones en las que me he lamentado por no dominar mejor el inglés, francés, árabe, ruso, chino, etc, pues no he podido hablar con las personas de mi alrededor.
Por eso me gustaría que mis futuros hijos pudieran aprender una lengua extranjera durante las horas que yo estudié valenciano en el colegio e instituto. Simplemente, porque pienso que les beneficiará más para su futuro laboral y social.
Pero me temo que el día en el que sean los padres alicantinos (y no los gobiernos) los que decidan realmente la educación lingüística de sus hijos está aún muy lejano.
Para empezar, resulta realmente surrealista que Alicante sea considerada una zona de ‘predominio lingüístico valenciano’ aún hoy en día por el Consell. Quien de verdad piense esto, es que hace unas cuantas décadas que no se pasa por mi ciudad.
Luego, el decreto de Marzà especifica que será la dirección del centro la que decidirá el idioma de las asignaturas. Entiendo que el colegio tenga algo que decir, ¿pero los padres no?
Y por último. Todos sabemos que hoy en día es absolutamente inviable pretender que la mayoría de nuestros profesores comiencen de repente a dar sus asignaturas en inglés. Primero habrá que formarles y enseñarles este idioma, antes de vender una oferta que en realidad no existe.