Estas canciones antiguas que hablan de la vida cotidiana en Elche se han convertido en toda una reliquia con la que fomentar la idiosincrasia de la ciudad. Ahora se pide que se canten y se inculquen para evitar lo que ha estado a punto de suceder: su desaparición
ALICANTE. Las cançonetes de fil i cotó son una joya antropológica de la vida y ocio ilicitanos de los siglos XIX y XX. Canciones tradicionales de la vida ilicitana laboral, de ocio, de vacaciones, de estereotipos de la época, paisajes de costumbres que hacen un dibujo social impagable de siglo y medio ilicitano. A través de sus letras se puede conocer la costumbre de recolectar hierbas del campo, los trabajos de las mujeres lavanderas en las acequias, y hasta las concentraciones obreras en la Plaça de Baix. Xe que a gust, El susto s´ha passat, La nyora, La Briala i Manolo el de la fonda, De l´aigua dolça, L’alcalde, En Santa Pola, La Llauraora, Venim de fer herbetes... son solo algunas de las piezas que se conservan y siguen transmitiendo.
No obstante, esta es una costumbre que ha tenido que ser salvada del olvido en varias ocasiones; la más importante fue a finales de los años ochenta. Esta tradición fue solo oral hasta ese momento, en el que varios docentes decidieron salvar y registrar estas canciones en papel y con partitura para que no se fueran junto a la de en aquella época, que las conocía en detalle y que se hacía mayor. Si los ilicitanos e ilicitanas aún las siguen cantando en ocasiones, especialmente en fiestas es, sobre todo, por la labor de cuatro docentes que se dedicaron a perpetuarlas.
Maria Assumpció Peral, Ramon Sempere, Andreu Mallebrera y Salvador Valero son los autores del libro Cançonetes de Fil i Cotó, que se editó en 1989, y son también los responsables de que ahora los ilicitanos las llamen así. Y es que, fueron quienes recopilaron estos documentos hace tres décadas y, además, le pusieron un denominador común para encajarlas. Estos docentes las bautizaron como cançonetes de fil i cotó a raíz del libro; antes no eran más que canciones. La obra de estas personas es una de las pocas recopilaciones de la tradición oral y musical ilicitana que existe en la ciudad y permite que puedan conocerse los ritmos de las canciones gracias a las partituras plasmadas en sus páginas, trabajo íntegro de la profesora de Música Maria Assumpció Peral.
Estos cuatro ilicitanos se dedicaron, desde el año 1986 al 1988, a recopilar y documentar las canciones, las que pudieron y más se recordaban. Cargados con un magnetofón, iban casa por casa, puerta por puerta, desde el casco hasta el Camp d’Elx, grabando a personas mayores en sus casas, que cantaban esas canciones de memoria. El trabajo de recopilación se completaba después con la transcripción y la labor de sacar las melodías para plasmarlas en el papel y dar pie a un libro que es casi una joya testimonio de la tradición ilicitana y que fue editado por Radio Elche. De aquel libro solo salieron dos mil ejemplares, en dos tiradas que se agotaron, en conjunto, en un mes en 1989. El libro no volvió a editarse, a pesar de que se ha convertido en una fuente imprescindible de la historia antropológica ilicitana y que muchos de sus vecinos piden nuevas ediciones.
Una de las quejas de sus autores fue que el gobierno municipal de aquella época rechazara editar les cançonetes. Y es que, hubiese sido una oportunidad para tener más espacios en los centros públicos, sobre todo en las bibliotecas municipales, lugares donde hoy cuesta encontrar este documento. Ante todo, reclaman que no se pierda la música tradicional ilicitana. Una reivindicación que, por cierto, también haría décadas después Ángel Alfosea, otro de los rescatadores de estas canciones para el colectivo ilicitano.
Las cuatro personas que salvaron, por primera vez, les cançonetes se conocían desde hacía tiempo y compartían pasión por la música, de base, y tradición. Peral fue profesora de música en los colegios Hispanidad y El Palmeral. Mallebrera y Salvador formaron parte de una banda folk ilicitana en el año 1972, L’Esbart Elx Folk. La chispa para iniciar su labor recopilatoria la encendieron los directivos de la revista El perfil de la Dama. Sus responsables, el director de la publicación, Paco González, y su editor, José María Boix, invitaron a que les aportaran contenido de interés cultural a su publicación semanal gratuita. Así, registraban una canción tradicional cada semana en este fanzine.
Haciendo un estudio de estas canciones, quienes las creaban a principio de siglo XX e incluso antes tomaban como base ritmos de tango o chachachá para adaptarles letras de actualidad o personajes de la ciudad. Así, fueron conociendo temas con personajes como Simeó el xaramitero o recogieron la huelga de alpargateros de 1903 en la canción Ai, esquirols!. Una protesta que duró, activa, varios meses, y que se convirtió en una de las más carismáticas del momento. Precisamente, la base de esta canción es la que se usó para adaptar Venim de la mar. La historia de la ciudad puede recorrerse con la lectura de sus letras pero también a través de las fotos y dibujos que ilustran el documento del libro editado.
Dentro de esta labor, uno de los mayores logros del libro fue sacar las melodías y partituras de cada tema. Hasta los años ochenta no se había dado una labor igual de recopilación de estas melodías. Pedro Ibarra realizó una recopilación de letras de enversadores y José Pascual Urbán también recogió canciones y sus letras, pero solo los cuatro autores publicaron esas partituras. Pepe Vaello ayudó en la corrección de la obra y aportó los cantos de Pregons al libro, como Sereno o Arrop i tallaetes. El grupo La Tabala, gracias también a Vaello, grabó un cassette y, posteriormente un CD que también se ha convertido en una joya documental y contiene las canciones más conocidas con unos simples arreglos, tres voces y dos guitarras.
Años después de esta edición, justo en 2018, Ángel Alfosea realizó una nueva recopilación de les Cançonetes de Fil i Cotó. La de Alfosea fue una revisión usando instrumentos tradicionales, basada en las grabadas por La Tabala. Lo que quería conseguir con este disco es llegar a las nuevas generaciones, las que han crecido, en muchas ocasiones, sin haberlas oído. El conocimiento y la transmisión de la cultura a través de sus cançonetes fue la última obra de Ángel Alfosea antes de su inesperado y sentido fallecimiento el pasado otoño en Elche. Dio conciertos llenando el Gran Teatro y plazas, desde el Raval al Camp d’Elx, acercando las canciones al mayor público posible. Los más mayores conocían las letras y recordaban momentos y los más jóvenes tenían la oportunidad de aprenderlas. Usando instrumentos como el laúd, la bandurria y el acordeón y la colaboración de la Capella del Misteri, el artista, en directo resucitó estas canciones y también el espíritu de les cançonetes en muchos ilicitanos.
El nuevo disco dio alas también a la reivindicación. Cada vez más voces reclaman que este legado se inculque en escuelas, que se cante y oiga esta tradición del pueblo ilicitano y que se incentive, a nivel público su difusión. Si bien es cierto que a veces, tal y como surgieron estas canciones, solo la tradición y el impulso de sus vecinos, ya sean docentes o artistas, son los que conseguirán que pervivan.
No hay fiestas sin música, y en el caso de Elche hay una tradición más que centenaria de canciones tradicionales que se han mantenido y que no solo son meras canciones, sino pequeños capítulos de mitos y tradiciones de siglos de historia que crean identidad