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El Castillo y la prescripción

13/02/2022 - 

Siempre he defendido que si la administración pública no puede mantener el patrimonio histórico, no hay que descartar que la iniciativa privada sea una aliado en su mantenimiento siempre y cuando respeten las normas, la arquitectura y su explotación sea compatible con el disfrute de ese espacio por parte de los ciudadanos. Si el bien está en manos de las instituciones públicas, su obligación es activarlo para generar visitar, exhibirlo y mantenerlo.

Repito esta reflexión porque esta semana han salido los resultados de las primeras visitas al Castillo de Santa Bárbara después de que una empresa, Esatur, haya asumido la gestión tras ganar un concurso público. Lo que va a hacer Esatur no sería posible a día de hoy por la propia administración pública: dificultades para dotar el espacio de personal suficiente -la Ley de Reposición de Montoro tiene bastante culpa- y burocracia administrativa, que a veces llega tarde, para dotar al espacio de una oferta complementaria.

Los primeros datos están ahí. Podrá gustar más o menos, pero el Castillo de Santa Bárbara, que es el principal monumento de la ciudad, comienza a tener vida y servicios para hacer más atractiva su visita. El próximo debate será si se debe cobrar una entrada a los usuarios. En la mayoría de las ciudades se hace, y Alicante se lo deberá plantear, en tanto en cuenta genera unos gastos al ayuntamiento que no tiene porque soportar el contribuyente de Tángel, y si quien hace uso de ello. El denominado pago por uso, ya establecido en muchos países de Europa, que tarde o temprano verán como acaba imponiéndose en España.

Más allá de este debate, que no es mi propósito poner sobre la mesa, está la prescripción que puede obtener la ciudad de Alicante de todos esos nuevos turistas que estos días -y próximamente- conocerán las bondades del Castillo de Santa Bárbara. Con ello, la ciudad puede ganar un puñado de prescriptores que todavía no conoce la propia urbe, o la propia fortaleza. Ver el ranking de los primeros visitantes -Polonia (391), seguidos de Reino Unido (362), Países Bajos (333), Francia (274), Alemania (231), Bélgica (199), Dinamarca (162), Italia (119), Rusia (95) y Ucrania (90)- ya da pistas por dónde vendrá el futuro inmediato. Mucho turista de países emisores conocidos, pero otros nuevos, como los procedentes de los países del Este de Europa.

Insisto en su poder de multiplicar las bondades de la ciudad, más allá del castillo, Alicante sigue siendo una ciudad relativamente económica, con buenos servicios -a falta de unas buenas cercanías- y una mejor gastronomía, ante la falta de otros prescriptores de mayor calidad. Y aquí cito el artículo de Vicent Molins, en Culturplaza, que habla de los últimos movimientos acaecidos en el cap i casal -más allá de la Gala de los Goya- que comienzan a generar turbulencias positivas en València como destino turístico. Molins cita un tuit del politólogo Pablo Simón, como ejemplo, pero también las recomendaciones de otros players mediáticos como Corriere della Sera, la CNN o como anteriormente lo hizo el New York Times.

Dice Molins en ese artículo que es curioso que esas recomendaciones hacia València se hagan ahora por "lo poco que arraigó" los años de vinos y rosas. ¿La razón? La respuesta la da el mismo autor. "El porqué es precisamente esa pregunta: la capacidad de la ciudad para hacer creer que no es demasiado conocida. El factor ‘prescripción’ convertido en hecho urbano. No es estar, sino es dejarse poner en el mapa".

Bueno, esto mismo lo podríamos aplicar a Alicante. Si de momento no tiene prescriptores mediáticos en el exterior (que sepamos) ni influencers en segmentos diferentes (aunque me consta que sí lo hay), pues habrá que tirar de esos que visitan del Castillo de Santa Bárbara por primera vez y descubren que la ciudad tiene ahora un hito más que presentable. A veces, una imagen desde ahí arriba vale más que mil mensajes para dejarse poner en el mapa.

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