Estas últimas semanas han empezado a “rular” a través de las redes sociales dos imágenes de cartelería valenciana de dudosa procedencia. Una de ellas muestra a un grupo de niños amontonados alrededor del anuncio de unas Jornadas Por una educación sin miedos, está realizada por parte de la Generalitat Valenciana; la otra muestra a unas niñas corriendo para anunciar la San Silvestre Popular Valenciana, en una imagen que pretende imitar un cuadro de Sorolla para “homenajearlo”. Ambas son del mismo “autor”, en este caso una herramienta de Inteligencia Artificial, para ser más concretos una generativa, que responde a una serie de comandos -llamados promts- para llegar a estas “creaciones”. Estas imágenes son motivo de debate en Twitter, generando una conversación sobre si estos encargos no debería realizarlos un diseñador de carne y hueso y provocando una reflexión sobre el peligro real que tienen estas “herramientas” que supuestamente facilitan o aceleran la producción.
Y con todos: el autor, la herramienta de IA que funciona a través de un “entrenamiento” en el que se nutre de todo lo que encuentra por internet, sin importarle los derechos de autor, el copyright ni ninguna cuestión moral. Tal y como lo explica José Mora, abogado experto en IA, esta lo que hace es “robar” a otros artistas para generar sus creaciones, que son accionadas por simples comandos como podría ser: “Dibuja a una familia corriendo la San Silvestre en València con un estilo similar a Sorolla”. Tal y como lo explica Mora estas creaciones no se pueden atribuir a ningún diseñador o equipo, ya que aunque parezca que con la IA la titularidad puede ser de quien la acciona “debe quedar claro que se ha empleado la herramienta”: “Los creadores son libres de utilizarlas pero no pueden presentarlas como propias, además en según que casos puede infringir los derechos se un tercero, como podría ser el caso de emplear la IA para hacer una obra que se parezca a la de Paco Roca”, como sucede con el caso de Sorolla.
Analizando la imagen de la carrera la IA genera una fotografía de una familia tradicional, con mujeres vestidas con falda y caras extremadamente felices, además de intentar adaptar la luz y el trazo de Sorolla a esto. ¿El resultado? Un cartel en el que muestra corredores “sin cara” con expresiones de movimiento un tanto extrañas y un trazo en el que no se puede distinguir València de fondo. Luis Demano, de la Asociación Profesional de Ilustradores de València (APIV) califica estas creaciones como un acto de intrusismo, a través del que la herramienta puede provocar que “desaparezca el diseño” y que genera carteles mediocres. Además considera que el uso de la IA tiene un impacto gravísimo, independientemente de la estética fea o mediocre: “Lo feo es legítimo dentro de los lenguajes gráficos, pero lo que no puede ser es que las empresas de tecnología roben el trabajo de otros diseñadores para nutrirse. Emplean obras protegidas por derecho de autoría para no pagar a los artistas”, añade sobre este caso.
En el caso de “niños licuados” -tal y como se les ha bautizado en redes- el cartel se refiere a unas jornadas de “una educación sin miedos”, en este predominan los rostros desfigurados, que quedan bien lejos de proponer una invitación al evento. La “ilustración” se trabaja a través de una herramienta de IA de Canva, una aplicación de diseño gratuita que genera este redondel del pánico. Xavi Calvo, coordinador del Consell del Disseny de València, explica que esta tecnología se vende “a disposición del resultado rápido”, que por desconocimiento suele quedar bastante “mediocre”: “Más allá de la risa de los niños licuados hay que observar de dónde sale la idea. Hay alguien que no valora la importancia de un cartel como elemento de comunicación audiovisual, lo que hay que hacer es contratar a un diseñador desde el principio”, explica, “existen partidas para ello y lo que se pueden ahorrar por emplear la IA tiene un mal resultado”.
Desde APIV Demano considera que el dinero de los Ayuntamientos debe dirigirse a la contratación de diseñadores para estos casos. También que las instituciones deben dejar de emplear esta tecnología que roba a los artistas para generar estos contenidos, algo que de momento está comenzando a litigar en los tribunales de Estados Unidos: “Esto es un campo de batalla abierto, desde APIV y desde la plataforma Arte es Ética estamos luchando por que no se emplee la IA en estos casos”, de hecho desde Arte es Ética lo promulgan en un comunicado, en el que explican que trabajan con la European Guild for Artificial Intelligence Regulation para que lAs “no exploten la propiedad intelectual sin ningún tipo de consentimiento”, como si que están haciendo ahora.
Demano añade también que todo esto debe resolverse desde la legislación, que es el centro de la cuestión: “Ahora mismo se está debatiendo la ley de la regulación de la IA, en una lucha que lleva activa desde 2019 pero que comienza a trasladarse de Estados Unidos a Europa, donde nosotros trabajamos contra el robo de nuestro trabajo”. Esta lucha no es tan solo por que la IA deje de “robar” para generar sus imágenes, sino que busca regular su uso para que deje de sustituir el trabajo de diseñadores, traductores y otros oficios que se ven afectados como puede ser el sector de actores de doblaje.
Tal y como lo explica el abogado José Mora en Estados Unidos se está trabajando en ello y de momento los negociadores del Parlamento Europeo parecen poder llegar a un acuerdo provisional sobre las primeras bases de la ley de Inteligencia Artificial, aunque de momento el proyecto no se ha aprobado: “Respecto de la titularidad de los derechos quizás hay alguna regulación pero tampoco parece probable que se acuerde que no puede utilizarse la IA para la creación de contenidos. Se puede exigir transparencia e información al público respecto de su uso pero no impedirlo”, aclara. Calvo resalta cómo la IA carece de ética y se entrena con trabajos de autoridad pública, sin valorar ningún criterio de autoría para su supuesto “entrenamiento”: “En el marco legal no existe un tema de derechos o propiedad intelectual y es imprescindible regularlo, una IA no hace un ejercicio para aprender o evolucionar dentro de la cultura del diseño, trabaja siempre en base a lo que le precede. Por ello es importantísimo valorar el ejercicio intelectual de un diseñador”
Por parte del Consell del Diseny Calvo contempla que en estos casos no se valora el trabajo del diseñador, que “por mucho que haya aprendido de otros” ejerce también sobre la obra un ejercicio que permite avanzar sobre la profesión. En vista a la futura reunión entre el Ayuntamiento y el Consejo de Diseño, que aún no ha sido convocada, pretenden debatir sobre cómo afrontar los nuevos tiempos del diseño con la IA: “Aún no hemos llegado a conclusiones sobre el caso pero es muy importante que se siga contando con profesionales y que se haga una llamada a concurso en el caso de la cartelería, uno remunerado o en todo caso llamadas a proyectos o con profesionales que ya hayan resuelto campañas similares, pero siempre con un jurado de profesionales y no llamando solo a alguien que se haga llamar diseñador”.
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