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Del derecho y del revés / OPINIÓN

De profesión, hijo de famoso

18/04/2021 - 

Perdonen el retraso en abordar este tema, pero, aunque vean que no paro ni descanso los festivos con tal de cumplir mi compromiso con ustedes y con este medio, no me llega la camisa al cuerpo, como quien dice, pues se va amontonando la faena con tantas cosas que comentar. Tanto es así, que necesitaría escribir todos los días, pero no demos ideas, que yo me apunto a un bombardeo, al igual que mi amiga la hiperactiva decana del Colegio de Procuradores, Pilar Fuentes, como hablaba hace un par de días con ella, y soy capaz de enrolarme en lo que no me convendría.

Dicho esto, déjenme que les diga que Telecinco se ha superado a sí mismo con lo del dramón de Rocío Carrasco. Parecía realmente imposible ir a más, pues daba la impresión de que hubieran hecho ya el más difícil todavía, con los miles de programas de reallities en emisión las veinticuatro horas del día, y sus comentarios posteriores para desgranar cada polvo retransmitido sin pudor ante las cámaras y aireado en los morros de las, hasta el momento, parejas de los participantes. Estas asisten como don Tancredo a lo que era evidente para todo el mundo hasta ese momento, salvo para ellas. Y es que el cornudo suele ser el último en enterarse de todo. Pese a esto, ya ven que aún nos quedaba mucho por ver, y lo que llegará después, que algunos guionistas de televisión tienen mentes verdaderamente retorcidas. Miedo me da.

Me encantaría conocer los dimes y diretes previos a la toma de decisión, por parte de la cadena de televisión, de lanzarse a la súper producción del reportaje, mal llamado documental y anunciado a bombo y platillo como tal. Saber cómo se urdió la defenestración del que hasta ese mismo momento era uno de sus más fieles colaboradores, Antonio David Flores, parece un acto de una perversión muy sutil. Tal vez alguien se la tenía jurada al ex guardia civil, o bien este ya sabía la que se estaba preparando en su contra. Imagino que debía de ser un secreto a voces.

Sin entrar en consideraciones acerca del evidente dolor y trastornos psicológicos padecidos por la hija de la más grande, lo primero que me viene a la cabeza son las desavenencias que se han generado en el seno de las familias de varias de nuestras artistas más conocidas. No olvidemos el desnudo integral emocional del hijo de la Pantoja, hace pocas semanas. En todos sitios cuecen habas, pero cuando una familia al completo está expuesta a los focos permanentemente y se aviene a negociar su intimidad con los medios, en muchas ocasiones acaba arrasada por los mismos, que va dejando juguetes rotos por donde pasa. Podríamos decir que ellos mismos se lo buscaron, pero no hay espectáculo sin público, y perdonen si quito el adjetivo respetable de la tradicional expresión en este caso. En algún momento, no sabría cuándo ubicarlo temporalmente, nos convertimos en cotillas de lechos ajenos, en antropófagos de la miseria humana de esa gente teóricamente VIP, como aquellas viejas que hacían calceta ante la guillotina en la Revolución francesa.  La profesión de hijo de famoso nunca fue considerada como algo verdaderamente digno de respeto, de ahí también el cachondeo de fondo que bulle por detrás de todo esto, gente que se gana la vida a costa de lo buenos que fueron sus antecesores, sin más mérito que el de la filiación sanguínea o por adopción.

En medio de esta tormenta y de la monumental operación de marketing en que se ha convertido la vida de la llamada Rociíto, la entrada de la ministra Irene Montero en el programa Sálvame, para defenderla dando por probados los malos tratos denunciados por aquella ante las cámaras, es la plasmación de que definitivamente España se ha convertido en un país de cuchufleta. Parece que estemos más pendientes de cosechar datos de audiencia televisiva que de trabajar por sacar a nuestro país de la crisis. Y conste que personalmente siento un enorme respeto por todo lo referente a los malos tratos. Respeto que la propia cadena no ha demostrado, puesto que intercalaba las lágrimas de la invitada, Carrasco, con un sorteo de 12.000€. Cero tacto.

Desde el punto de vista jurídico, Rocío Carrasco al parecer ha perdido todos los juicios contra su ex marido, basados en sus denuncias por los hechos que ahora se están aireando gota a gota, en calculadas entregas semanales. Conste mi simpatía hacia ella y mi cierto repelús de entrada hacia él, aunque tal vez, y solo digo tal vez, los sobreseimientos quieran decir algo, falta de prueba, o prescripción, por citar algún término jurídico que haría que las acciones penales no prosperaran; pero aquí las decisiones judiciales no es que se cuestionen, sino que se hacen juicios paralelos y a correr. Es posible que Carrasco pretenda ganar mediática y extemporáneamente las causas antes perdidas, puesto que han pasado ya varios años de su sobreseimiento. En todo caso, cuando ustedes se miren al espejo y crean que su vida es mediocre porque se dedican a ir de casa al trabajo y viceversa, y así un día detrás de otro, piensen que el trabajo dignifica. Este caso es un ejemplo palpable de ello.

Mónica Nombela

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