Además de quién gobierna en el Palau, y si los alcaldes y alcaldesas son capaces de repetir, este 28M va camino de ser un termómetro de algo que creíamos superado: los aspirantes investigados, algunos con fecha de juicio, otros con condena (aunque sea en primera instancia) y, sobre todo, aquellos candidatos que han sido puestos a martillazos.
Empecemos por Orihuela por ser simbólico, recurrente y diría que hasta triste. Que el candidato popular José Vegara vaya a las elecciones con la apertura de juicio oral no es una cuestión suya estrictamente. El PP debió saberlo con antelación y haber valorado la decisión de presentarlo. Está claro que con el plazo de presentación sobre la bocina, el PPCV optó por no improvisar y lanzarse con Vegara y su reputación. Mazón es de lo que no le gusta jugar como suele él mismo decir coloquialmente con una mano atada. Si hay imputados en otras candidaturas, él lo ve como una patente de corso para mantener a los suyos, en la misma condición. El criterio popular sigue teniendo matices. Todo depende del grado de afección que vayas a sufrir. Eduardo Dolón, alcalde de Torrevieja, se vio en las mismas, con la concejala Carmen Gómez y la hizo dimitir cuando se supo lo de la apertura del juicio oral. Manolo Jiménez ha renunciado para no mantener el foco de la sospecha sobre los contratos menores de su concejalía de Alicante.
Pero quizás el riesgo de mantener a Vegara es más grande. Primero, por las explicaciones que dio: pasamos de la mentira (el caso está archivado), a la desviación (fue un error de un operario) y a una discrepancia de la empresa (de Vegara) con Hacienda (por un tanto, un tema privado). Sea cual fuera la versión buena, desde luego no ha transmitido mucha confianza al elector; en primer lugar. Y con ese sambenito va a la campaña y a una hipotética elección, con el sacrificio que pueda pedir un hipotético socio en la investidura, y en el caso de que sea alcalde. ¿Puede sentarse un alcalde en el banquillo de los acusados, aunque sea por un tema privado? Y si el caso, por privado que sea, es que se trata un supuesto fraude a la Agencia Tributaria, aunque fuera en 2005. ¿Defendible? El elector tiene la palabra. Desde luego, credibilidad y confianza no ha transmitido Vegara.
El PP siempre ha sostenido que los socialistas acuden a este 28M con un alcalde condenado, el alcalde de Benferri, y otro procesado, por el de Los Montesinos. Los dos, por acoso laboral a funcionarios. En la misma situación estaría el ex alcalde de Benejúzar, Miguel López, ahora candidato, que será juzgado por supuesto delito electoral. En condiciones de normalidad democrática y haciendo tabla rasa, ni el de Benferri ni el de Los Montesinos deberían figurar en las listas. Sobre Benferri llueve sobre mojado. Lo de Benejúzar, con todos los respetos, es un caso menor. El PSPV se la juega con ellos a riesgo y cuenta que su causa, más que en el municipio de cada uno, empañe el mensaje. Si entramos en matices, se abre la veda: todos pueden ir, incluido Vegara, por supuesto, y volvemos a las mismas: que el elector valore que es más grave si un supuesto acoso a funcionario o intentar engañar a la Agencia Tributaria. El 28M también medirá eso: si los partidos pueden seguir colando a sospechosos.
La otra cuestión son los fichajes con tufillo a amistad, los favores políticos y las despidos a martillazos. Hay varios ejemplos. El último, en L'Alfàs del Pi, donde la dirección popular ha impuesto al ex ciudadanos César Martínez ante la negativa del candidato a la Alcaldía, Carlos Pastor, de asumirlo en el puesto 4. Hay más ejemplos de esos golpes de efecto. En el PP no son nuevos: la jerarquías siempre mandan; el PSPV también los ha buscado allí donde la agrupación ya no daba más de sí y necesitaba un revulsivo (es el caso de Torrevieja).
Ahora bien, la operación siempre conlleva riesgo: el de dividir a tu electorado (si el excluido monta una candidatura independiente) o de desmovilizar a los tuyos si cuando menos no has escuchado a una parte de los militantes o les has dado una motivación o un argumento mejor. Esos martillazos ya no funcionan ni en Vox, donde el dedo divino de Abascal lo supervisa todo. Ni en el PSOE de Alicante, donde Ángel Franco hacía la lista para gestionar las miserias de la derrota. Pues eso, que parecía un poco del pasado, lo vamos a volver a ver este 28M y el elector lo tendrá evaluar. ¿Siguen cabiendo los imputados en las listas? ¿Se puede arrasar en una lista sin escuchar a una parte de la militancia? Algo que parecía olvidado, pero que veremos de nuevo.