La artista defiende que cada obra de arte es un "agente vivo", por eso, suscita diferentes emociones entre quieren la observan. Unas veces producirán disfrute y otras será más complicado por su gama de colores o por su composición
CASTELLÓ. Dice Cristina Babiloni (1981, Castelló) que "la naturaleza no necesita gente, la gente necesita a la naturaleza". Y no le falta razón, para muestra una foto: la de esta cuarentena. La actual crisis sanitaria ha dejado imágenes que hacía tiempo que no veíamos, difíciles ahora de olvidar. El Himalaya pudo verse desde la India después de 30 años y los canales de Venecia lucen limpios y cristalinos después de un largo tiempo. Carreteras vacías, calles desmasificadas... Un respiro medio ambiental que, con la desescalada, podría volver a su terrible "normalidad". De nosotros depende que no.
En su caso, la pintora castellonense siempre ha trabajado en pro a la naturaleza. Con sus obras Babiloni pretende dejar constancia de la "brutal riqueza" de este ecosistema, que no hay que olvidar cuidar. Lo hace con una simbiosis de técnicas que explora en el mismo lienzo. Diferentes gamas cromáticas que siempre lleva a los grandes volúmenes y que se inspiran principalmente en el mar. Todo un ejercicio de exploración que le llevó el año pasado a inaugurarse en la Sala Parés de Barcelona y en febrero a debutar en la feria Arco de Madrid. Es además, en la capital española donde la artista tenía su próxima muestra. No podrá ser por el momento, pero la castellonense continúa creando desde el interior de su estudio.
-Es ver tu obra y lo primero que se me pasa por la cabeza es el querer saber cómo estás viviendo este confinamiento. Es una pregunta muy recurrente -y apropiada- en estos días, pero es que en tu caso no hay ni una sola pintura que no represente la naturaleza, el universo marino, y en definitiva, el mundo exterior. ¿Has perdido una pizca de esa inspiración?
-Por suerte en mi estudio tengo mucha iluminación y un pequeño jardín, es un espacio también muy natural, con mucho silencio y ubicado a las afueras de la ciudad. Al principio como había mucha incertidumbre no sabía como manejar esta situación y me creé un espacio provisional en casa, pero era complicado porque trabajo con grandes formatos, así que como finalmente he podido, he ido al estudio para seguir desarrollando lo que tenía en proyecto. En mi caso, toda esta situación que estamos viviendo me ha servido para evadirme, disfrutar de la obra y ver más allá. Es un respiro para la naturaleza, solo hay que ver las imágenes de Venecia. Dentro de lo malo, es una limpieza.
-Precisamente esta semana se ha conocido que los niveles de contaminación en España son los más bajos de los últimos diez años. Parece que ha tenido que llegar una pandemia para que esto ocurra. ¿Nos olvidaremos pronto de lo que se ha conseguido?
-A la gente le ha calado lo que ha ocurrido y ya nada será igual. Por una parte nos hace entender lo frágiles que somos. Ha habido un bloqueo mundial. Pero por otro, también es una lección sobre lo que somos capaces de hacer, está todo en nuestras manos. Con el tiempo evidentemente estos logros se minimizarán, pero confío en que seremos más conscientes de las decisiones que tomamos.
-¿De dónde viene esa pasión tuya, especialmente, por el mar?
-Es evidente que parte de esa conexión se debe a que vivo cerca del mar y siempre he conectado mi obra con las playas. Me gusta representar en general la naturaleza, porque es un ecosistema abandonado y de una riqueza brutal. En el caso del mar, además de querer ver y plasmar su horizonte, puedes sumergirte en él y representar todos los corales y animales marinos que lo envuelven. Aun así, aunque mi pintura está enfocada al medio ambiente también tiene un aspecto emocional, de expansión, tranquilidad y paz. Es una introspección a mi mundo interior.
-Como psicóloga defiendes además que el arte es una herramienta perfectamente útil para devolverle el equilibrio emocional a las personas. ¿De ahí que se haya recurrido tanto a él durante la cuarentena?
-Exacto. Además de ser una meditación para mí, también lo es para el espectador. Es como coger un libro, que acabas metido en ese mundo y disfrutas. El poder de admirar siempre genera bienestar. Por eso, aunque en cada pintura habita la idea de quien la crea, quien lo recibe también proyecta su propia idea. Le mueve algo. El arte es un medio de comunicación interesante para las relaciones.
-Hablemos de colores, que también es bastante curioso. Crees en la cromoterapia, es decir, en el uso de los colores para la cura natural de ciertas patologías. ¿De qué colores sería mejor rodearse ahora?
-Siempre los colores azules y verdes invitan a la calma y a la tranquilidad. Aunque habrá gente que se sienta atraída por tonos más estridentes. Pero en estos momentos los tonos azules y malvas son los más apropiados para el cambio y para reflexionar en positivo. Puede parecer que no es así, pero hay obras de arte con las que es difícil convivir.
-Aunque llevas pintando prácticamente desde pequeña no es hasta 2019 que protagonizas tu primera exposición individual. Y lo haces por la puerta grande, en la Sala Parés de Barcelona. ¿Cómo recuerdas ese día?
-Fue un sueño. He ido muchas veces como espectadora y no esperaba poder compartir justo allí mi trabajo. Siempre estoy en el estudio, soy muy solitaria. Había hecho alguna colaboración, pero nunca una exposición propia. El poder abrir ese trocito de mi y de mi mundo fue un chute de autoestima.
-¿Qué es lo que te echaba para atrás de hacer exposiciones?
-Siempre me ha dado un poco de vértigo exponerme como artista, exponerme a una valoración. Al final pintas, porque es la pasión de tu vida, pero claro, abrirte de esa manera siempre es un riesgo. Tienes que estar preparada para lo que pueda ocurrir. En mi caso, por suerte, salí más reforzada y motivada. De hecho me sorprendió que la gente sintiera las mismas emociones lo que yo proyectaba en esa exposición, que venía hablar de nuevo de la tranquilidad y del relax.
-Museos y galerías han acelerado una tarea pendiente que tenían: reinventarse en la red. Buceando en tu web me ha llamado la atención que cuentas con una app de realidad aumentada que permite a los usuarios ver cómo quedarían tus obras en sus casas. ¿Cuántos recursos más se están desaprovechando?
-Todavía hace falta innovar más. Hay mucho costumbrismo en el arte y las nuevas tecnologías están ofreciendo infinidad de opciones. También las redes sociales, solo en Instagram los museos y galerías pueden apuntar muy fuerte, porque es una herramienta super visual e inmediata. Aprovechar los vídeos y las imágenes de Internet es un buen recurso que irá a más.
-¿Ha detenido el estado de alarma muchos de tus proyectos?
-Se suspendió mi nueva exposición en la galería Galería Álvaro Alcázar de Madrid, pero estoy trabajando con otros proyectos que tengo pendientes y que sí puedo ir avanzando. Todo lo demás ya vendrá.
La artista, que actualmente forma parte de una exposición colectiva en el IVAM, ha sido la ganadora del Beca Velázquez 2024/2025