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reflexionando en frío / OPINIÓN

Contra las primarias en los partidos

20/09/2022 - 

Cuando parecía que el dedo de Ximo Puig había designado a Ana Barceló como candidata a la alcaldía de Alicante, de pronto apareció en discordia María José Adsuar para levantar la mano y disputarle la papeleta a la bendecida por el President de la Generalitat. Bienvenidos a los juegos del hambre. El tiempo dirá si las que se presentaron a las primarias fueron ellas dos o los militantes socialistas estaban votando a Ángel Franco. Ya fuese el cabeza de cartel Gabriel Echávarri o Paco Sanguino siempre termina mandando el exsenador. Está en juego saber qué marioneta es manejada por su alargada figura.

El PSOE es un ejemplo de democracia interna, las cosas como son. Aparentemente, los socialistas son los más íntegros a la hora de poner en práctica la panacea de las primarias. Remedio que en muchas ocasiones es edulcorado en función de los intereses de unos y de otros. En la era de la transparencia y de la regeneración son muchos los partidos que usan como reclamo electoral sus procesos democráticos internos. Se llenan la boca con el requisito de ser examinados por los afiliados, con aires de perdonavidas recrean sus ilusiones idealistas con mantras y falsas promesas. Recuerdo en una ocasión, en el Hotel Eurobuilding de Madrid, ubicación fetiche de las altas esferas de Ciudadanos, cuando un personaje próximo a Albert Rivera me confesó que las primarias en el partido eran un cuento chino. Las elecciones orgánicas existían, pero todo estaba predeterminado y cocinado para que ganase el candidato oficialista promovido por la cúpula. Hacían trampas al solitario. Se parece a cuando de pequeño jugaba al FIFA en la PlayStation y ponía el nivel principiante. Vaya goleadas metía con el Hércules al Barcelona. Un juego de niños, coser y cantar. Tenía toda la parafernalia de un partido de fútbol, pero era una trampa consentida por las leyes de la simulación. Apariencias que le gusta mantener a los partidos políticos. Montan primarias, pero en realidad son dedazos encubiertos. Ya se las ingeniarían para conseguir que su candidato salga elegido. Unos le piden a gente de fuera de la formación que se afilie para votar a una persona en concreto, otros manipulan el censo para que residentes en una región distinta tengan poder de elección o amedrentan a posibles aspirantes para que no se presenten. Recuerdo cómo a un compañero en Ciudadanos le borraron de todas las listas electorales por optar a candidato de las europeas contra Luis Garicano en 2019.

Tendemos a sobrevalorar la herramienta de las primarias como si el ser elegido democráticamente a nivel interno garantizase la mejor candidatura. Ignoramos la variable desdeñada por Mario Vargas Llosa de votar mal, escoger al político menos apto para el cargo. No sé si recuerdan cuando en 2014 los militantes socialistas prefirieron a Pedro Sánchez a Eduardo Madina. Quizá de haber sido al revés, el PSOE no habría mutado y se habría inmunizado de la podemización. Si Pedro Sánchez no hubiese ganado esas primarias el peor presidente de la historia de la democracia española seguiría siendo Calvo Sotelo. Ninguno de sus predecesores ha hecho tanto daño a nuestro régimen liberal como el que ahora nos gobierna.

Deberíamos eliminar de la regla general las primarias y establecer designaciones directas en los casos que haya un claro candidato de reconocido prestigio. En la era de la post verdad los electores pueden confundirse y terminar bautizando al peor garante del interés general. Más vale eso que engañar a la militancia prometiéndole unas primarias que son una estafa.

Trampa que pueden ser las del PSOE de Alicante saldándose con la victoria del de siempre: Ángel Franco.

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