ALICANTE. Un año más, la celebración del certamen Los Mejores Relatos Breves Juveniles de la Provincia de Alicante se ha realizado en el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). Organizado por la Asociación Provincial de Libreros y Papeleros de Alicante, en colaboración con la Diputación de Alicante —desde el área de Cultura, que lidera Julia Parra—, esta decimosexta edición recogió un total de 101 relatos provenientes de más de 85 centros educativos, lo que supone la participación de más de 10.000 alumnos de toda la provincia alicantina.
El pasado domingo, 6 de junio, a las 19 horas, concluía el concurso con el nombramiento de los premiados, con la participación de Carlos Baño, secretario general de la Cámara de Comercio de Alicante y nuevo presidente de Facpyme, quien manifestó su apoyo al presidente de la Asociación Provincial de Libreros, José Antonio López Vizcaíno, por su valentía frente a estos tiempos tan convulsos para todos. En la organización del acto destacó el talento que desprendieron los jóvenes de la Orquesta de Jóvenes de la Provincia de Alicante (OJPA), que cautivó al público con sus piezas.
El aforo estuvo restringido por el protocolo sanitario establecido por la covid-19, que permitió la entrada de unas 600 personas, de las cuales 101 fueron los alumnos protagonistas del concurso junto con familiares y tutores. A todos ellos se les hizo entrega de un diploma y un ejemplar del libro Los mejores relatos breves juveniles de la provincia de Alicante, donde verán aparecer su relato publicado.
Los siete ganadores —los tres primeros premios, el premio editorial ECU y los accésits— se hicieron con el ansiado trofeo La Pajarita, además de otros regalos como bicicletas, lotes de libros para los colegios, escapadas de fin de semana a Alannia Resorts (Grupo Marjal), patines eléctricos, máquinas de fotos, Wonderbox para los tutores y un vuelo en avioneta, entre otros. Además, la Diputación de Alicante distribuirá en todos los colegios de la provincia dos ejemplares para sus bibliotecas, independientemente hayan colaborado o no.
José Antonio López Vizcaíno aseguró, en esta velada, que «desde la Asociación Provincial de Libreros y Papeleros de Alicante, creemos que este concurso es un incentivo para los alumnos, pues el acto de escribir es, en definitiva, un acto crítico y reflexivo que nos obliga a atender y pensar sobre aquello que vemos y percibimos».
Hoy es el gran día, hoy es mi primer día de instituto. Me levanté temprano, más de lo normal, quería ir bien arreglada para el primer día. Apenas eran las seis y media de la mañana, pero yo ya estaba dentro de la ducha, hacía un poco de frío, pero merecía la pena con tal de ir guapa. Me limpié bien el pelo, me lo sequé y planché. Salí del aseo, serían las siete. Mis padres me saludaron y me animaron, no sin antes sermonearme sobre la importancia de estudiar. Tomé el desayuno y me fui a elegir qué ponerme. Sabía que quería un vestido, tengo dos, pero no tenía claro cuál ponerme. Además, quería combinarlo con mis nuevas botas negras. El primer vestido es verde, un verde fosforito horrible. Fue un regalo de mi tía con el que me daba su amor y apoyo. Solo me lo ponía para cenar con la familia porque me sabía mal devolverlo. La única opción era el vestido rosa, un vestido algo minimalista, pero muy bonito. Debería comprar nuevos vestidos, no hacía mucho que empezaba a comprar este tipo de ropa. Ya tengo claro qué pediré para mi cumple, un nuevo vestido.
Dieron las siete y media, mi obsesión por la puntualidad me hizo salir corriendo de casa, me había entretenido mucho con el rímel y con el brillo de labios. De camino al instituto, me acordé de mis viejas amigas, todas habían podido acceder a aquel instituto cerca del centro, pero, como yo vivía más lejos, no había corrido la misma suerte. A pesar de ello, estoy segura de que podría hacer nuevas amigas y, tal vez, conocer a algún chico. Por fin llegué a la puerta. En la entrada dos chavales de mi edad estaban esperando, tal vez, a algún amigo. Uno de ellos era muy guapo, esperaba que me tocara en clase con él. Me percaté de que ambos me estaban observando, seguro que se habían fijado en mi precioso vestido o, tal vez, en lo bien maquillada que iba. Pero, por el tipo de mirada, no parecía de aprecio, más bien de desprecio. A lo mejor llevaba el rímel corrido, y si no me había puesto bien el brillo… ¿Y si era la falda? No, la tenía bien puesta. Casi sin darme cuenta, llegué a la clase que me correspondía. Me había adelantado, era la primera en llegar. Me senté en la primera fila para dar buena impresión. Al cabo de un rato, la clase estaba casi llena, todos cuando entraban me miraban. Los chicos del fondo, entre ellos el de la puerta, con el que ya me imaginaba viviendo una vida entera a su lado, empezaban a reírse. ¿Se reían de mí? ¿O tal vez de otra cosa? ¿Me miraban por casualidad o les llamaba algo de mí la atención? Tampoco nadie se ha sentado junto a mí, todos miran a otro lado y prefieren sentarse en otro lugar.
Cuando ya dieron las ocho, la profesora empezó a pasar lista. No me gusta que pasen lista, siempre me toca explicar lo mismo, qué ganas de tener dieciséis y poder cambiarme al nombre que verdaderamente me representa. Parece que ya es mi turno:
—¡Pedro López!
—Presente.
Antonio Guill Gómez
4.º ESO - IES La Melva (Elda)