No sabía cómo empezar este segundo escrito dirigido a usted; simplemente le voy a explicar cómo me siento y cuál fue mi motivación para encabezar la petición de protección del edificio del Mercado Central de Elche. Le diré lo mismo que dije a muchos de los que la han apoyado con sus firmas: le voy a explicar por qué.
Estas son las palabras en las que usted se escuda, es lógico, es abogado, entiende de palabras y de cómo usarlas o no usarlas: Conselleria cuestionaba la relación del inmueble con su entorno por sus dimensiones y su perspectiva… Reduce su valor patrimonial a únicamente relativo… Y finalmente no se pronuncia sobre la protección y deja abierta la puerta a que sea el ayuntamiento quien determine su 1 modificación 2 derribo o 3 sustitución… Palabras que espero no sean de un arquitecto, o de alguien que se considere experto en arquitectura.
La relación del inmueble, con su entorno, jamás debería ser motivo para proteger o no un edificio, o desprotegerlo… ¡Qué hubiese sido, entonces, de nuestros monumentos de gran escala, y de los que están fuera de alineación! La persona que dijo que su valor patrimonial es únicamente 'relativo' creo que desconoce por completo el proyecto del edificio diseñado por Santiago Pérez Aracil y desconoce por completo el estilo en el que se enmarca, le animo a que comparta con él toda la documentación gráfica que les adjuntamos en la solicitud de protección del edificio del mercado central de abastos.
Ya que se refiere al informe arquitectónico patrimonial emitido por la Conselleria de Cultura el 11 de abril de 2018, leámoslo entero. Seguro que le sorprenderá tanto como a mí que el firmante le otorgue un valor “relativo” cuando se remite a un informe previo de la inspección de Patrimonio Mueble que como usted sabe —porque se esgrimió contra la oposición en uno de los primeros plenos municipales de su anterior legislatura— lo califica, tras la Casa Consistorial, como el “de mayor importancia arquitectónica de esa parte urbana. Debería estar incluido en el catálogo urbanístico, hecho que no sucede”. La misma inspección se siguió pronunciando en estos términos tras dar su visto bueno al PRI.
Este trámite es una competencia municipal como recuerda el informe de abril del 2018: “por parte del Ayuntamiento se deberá valorar la conveniencia de la inclusión del Mercado Central en el Catálogo, actualmente en revisión”. Y también lo es su declaración como Bien de Relevancia Local (BRL), como manifestó la directora general de Patrimonio en 2015.
Dice en sus conclusiones el citado informe que el edificio es “hermético y cerrado en su estado actual, sin transparencia y permeabilidad desde el exterior”. Sólo si se ha leído completo se comprende que esa realidad responde no al diseño de Pérez Aracil sino a “actuaciones posteriores impropias que devalúan su valor inicial proyectual, como el cerramiento de fachada de la planta baja, con la que se anuló la transparencia que como espacio público debía percibirse”. ¡Qué alcalde le daría el visto bueno a eso!
Una exposición de los hechos, raramente se moja. Sus declaraciones del día 25, para mí, han sido muy dolorosas a pesar de ser únicamente eso, una exposición de los hechos. Y usted se preguntará por qué. Le remitimos el escrito hace diez días y dice, menospreciando nuestro trabajo, que no ha podido ver (ni siquiera por encima) la documentación que argumenta y explica, pacientemente, cuáles son los valores intrínsecos, históricos, constructivos, compositivos, estéticos, del edificio.
Por el contrario, se aferra usted a la opción fácil que es no posicionarse, aparentemente, y hacer que el pueblo decida sin tener la formación e información suficiente. ¿Acabaremos poniendo otra noria? ¿Optaremos por la opción de la tabula rasa eliminando cualquier atisbo de historia? ¿Nos conformaremos con lo que obliga Conselleria o haremos alguna propuesta que ponga en valor el escaso patrimonio que nos queda? A eso me refiero señor alcalde, apostar por el patrimonio no es poner carteles, es saber aprovechar la oportunidad para dale a la ciudad el atractivo que poco a poco ha ido perdiendo. Es saber cuándo tomar la decisión correcta por el bien de la ciudad. Le aseguro que si apuesta por el patrimonio en esta ocasión no errará como tantas veces en Elche tantos otros alcaldes.
La motivación que le voy a dar en esta carta es estrictamente personal y sentimental, la técnica ya la tiene en la documentación adjunta. En todos estos años investigando sobre el mercado y su entorno me he dado cuenta de su enorme potencial, incalculable. Y todo eso desaparece si eliminamos las huellas de nuestra historia. Al principio mi apego con el mercado era sólo emocional, mi madre solía ir a comprar allí y yo adoraba acompañarla. Me fui a Madrid a estudiar. Cuando volví, empecé a adoptar sus costumbres y a ir a los puestos a los que ella iba, a relacionarme con los vecinos… entendí lo que era vivir en un barrio, en el centro, pero en un barrio... y de repente: Mercedes y su monstruosa propuesta.
Sinceramente a mí tampoco me gustaba el edificio del mercado: frio, viejo, sucio, maloliente, las calles colindantes siempre con basura, lo defendía por el modo de vida que representa, y por el apego a sus placeros. Pero dicen que no se aprecia lo que no se conoce, y ese ha sido el caso. Cuando me dispuse a recopilar y organizar la documentación me di cuenta de la sensibilidad y precisión con la que estaban hechos los planos. Entonces ahondé en los detalles y sentí la necesidad de conocerlo más y dibujarlo. A usted le parecerá raro, pero así somos los arquitectos… empecé eliminando todos los parches y añadidos que ha ido haciendo el ayuntamiento a lo largo del tiempo: paveses en fachada de planta baja, paredes divisorias entre los puestos, falsos techos… hasta quedarme con la esencia del edificio, únicamente lo proyectado por el arquitecto.
Un edificio racionalista que da respuesta a todos los requisitos impuestos por la entonces nueva ley de mercados reutilizando la cubierta del mercado anterior y aportando soluciones nunca vistas. El edificio recoge y cumple todos los fundamentos de un edificio 'racionalista' pero ha acabado disfrazado e irreconocible.
Lo que pedimos en nuestro escrito no es más que proteja nuestra historia, nuestra identidad, en la medida que ustedes consideren oportuno, para poder tener la oportunidad de ponerlo todo en valor y usarlo como herramienta para revitalizar el centro histórico, la convivencia de la gente y el turismo. No pretendemos una rehabilitación arqueológica (es decir, que se quede todo inamovible como está): queremos un concurso de ideas en el que se respeten los valores, condicionantes y singularidad de este edificio y su enclave. Un proyecto que demuestre la destreza del que sabe compatibilizar patrimonio, tradición y modernidad.
Atentamente,
Diana Forner Jiménez
Arquitecta col.:13424 CTAA