concierto en tnt blues de cox

Carmina Burana, historia de culto del post-punk y rock gótico español

3/02/2018 - 

COX. Hace algunos días hablábamos de cuando Gabinete Caligari fueron post-punk, una tendencia del grupo en sus primeros años y que refleja bastante bien el furor de aquellos tiempos: el after-punk —como se le llamaba al principio— estaba bien presente. Una suerte de etiqueta que albergó a todo aquello que vino después del punk y que seguía con inspiraciones del hazlo tú mismo, con una estética oscura y en algunas ocasiones, aunque no siempre, con un espíritu contestatario. En aquellos 80s españoles, en los que Madrid tapó con su alta sombra a muchos movimientos o grupos de la periferia, hay auténticas joyas para rescatar. Y cómo no, una de ellas se paseará el sábado por uno de los templos del rock&roll alicantino: TNT. Ellos son Carmina Burana.

No fueron los únicos que tiraron por esos caminos oscuros dentro de una etapa en la que las hombreras, los teclados y las melodías pop lo inundaban todo. Quizá como una especie de Décima Víctima valencianos, aunque por supuesto con no pocos matices, hoy son prácticamente un grupo de culto. En 1985, de la mano de Dro —a través de Twins—, sello fundamental en este periodo de explosión musical en todo el país, publican su primer EP, El Telar de la Locura, un maxi de tres temas que se adentra en terrenos laberínticos, con una oscuridad que recuerda a los The Cure más góticos e introspectivos de los 80.

A mitad de camino entre el after-punk y el rock gótico, Carmina Burana acudieron a postulados básicos, como el peso fundamental del bajo —característico en el género—, los juegos con el reverb y algunos cambios de ritmo inusitados en los grupos de su tipo. ‘Orgullo de Amor Quebrado’, de esa primera referencia, es un buen ejemplo de cómo combinaban esos aspectos básicos del estilo con otros más propios de otros como los cambios de ritmo repentinos. De hecho, durante su primera etapa, esa apuesta por un post-punk tan opresivo, más de lo normal en el género, hizo que en su natal Valencia vaciaran salas. Allí se llevaban otros tiempos y otros ritmos, mucho más cerca de la new wave, de la ‘movida valenciana’, como llaman algunos.


Ciertamente eran un grupo peculiar, con mares de distorsión y aires de dramatismo más característicos de formaciones que jugaban en otras coordenadas sonoras. En 1987 a través de Plataforma sacarían su debut en largo, de homónimo título, un disco en el que se fijó el sello inglés Watford e hizo que grabaran el mismo en inglés. Supuso que tuviera bastante más repercusión en países como Estados Unidos y Canadá y otros europeos como Bélgica. Un ejemplo de manual de esos grupos que se adelantan a su tiempo o que surgen en un contexto nacional en el que quienes hegemonizan la radio y a la juventud son otros sonidos.

Finalmente, tras dedicar su carrera más a los directos, editan en 1991 su segundo y último álbum, Carmina Burana II, en Triquinoise Producciones, algo más alejado de los cánones del post-punk. Lógico por la época, una etapa de transición en la tendencia rockera del país, con el surgimiento de bandas como Surfin’ Bichos —quienes sí fueron adelantados a su época en España— haciendo de bisagra hacia el indie que llegaría después. El grupo siguió con sus letras crítpicas, sus atmósferas inquietantes y una distorsión que les llevó a tocar en capitales europeas como Berlín o Salónica. Posteriormente recibirían algo más de reconocimiento en Valencia, pero el grupo vivió totalmente tapado la mayor parte de su existencia. Un grupo de culto de bastante calidad que como pasó con otras bandas, recibió sus homenajes tiempo después, también entre los periodistas que en su momento no supieron reconocerles. Un capítulo que merecía especial mención con motivo de su concierto el sábado en TNT Blues de Cox.  

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