VALENCIA (EFE). La utilización de cámaras con infrarrojos y radares, y procesar los datos con inteligencia artificial, permite monitorizar el estado de una persona "solo con mirarla a la cara" sin necesidad de electrodos o cualquier contacto físico, lo que posibilita anticipar situaciones de riesgo por posibles distracciones en aviación o conducción o mejorar la atención de las personas mayores.
Es lo que pretende el proyecto Solfis del Instituto de Biomecánica de València (IBV), centro que pertenece a la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit), que prevé anticiparse a pérdidas de conciencia, ataques cardíacos o subidas y bajadas de tensión.
"Los modelos clásicos de medición de las constantes vitales usan sensores y requieren de electrodos y cables, y con ellos puestos no puedes moverte, correr o hacer actividades cotidianas, que por tanto no se pueden monitorizar", explica el director de Innovación de Mercado en Salud del IBV, David Garrido, en una entrevista con EFE.
Los sistemas más habituales necesitan estar pegados a la piel, señala, porque miden variables como el ritmo respiratorio o las pulsaciones, es decir "señales sonoras o relacionadas con la conductividad eléctrica".
Pero "se puede llegar a la misma conclusión atendiendo a otros factores", sobre todo visuales, como la coloración de la piel, que viene determinada por el bombeo de sangre, los micromovimientos, relacionados con el estrés, o la dirección de los ojos, parámetro que indica el grado de concentración.
Así, Solfis utiliza sistemas de radar, cámaras de vídeo e infrarrojos que recogen imágenes de las personas estudiadas, que "se meten en una coctelera" que luego se pasa por unos algoritmos de inteligencia artificial y redes neuronales.
Este sistema, financiado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (Ivace) a través de Fondos Europeos de Desarrollo Regional (Feder), permite poder anticiparse a situaciones anómalas o peligrosas para la salud gracias a que, como explica Garrido, “la tecnología permite aplicar lupas de muchos aumentos”.
Desde el IBV se han centrado en primer lugar en su aplicación en residencias de personas mayores o dependientes, donde “solo se necesitan dos o tres cámaras que enfocan al paciente y que se pueden ubicar en una sala”, ya que, afirma el investigador, “el quid de la cuestión no es el hardware sino el algoritmo”.
La inteligencia artificial, entrenada a partir de patrones “normales” de comportamiento de los pacientes, permite entonces, por ejemplo, detectar y alertar de situaciones como atragantamientos o caídas en las habitaciones de los residentes, en las que se puede intervenir de forma ágil gracias a la conexión del sistema con un centro de control.
"Las personas mayores que tienen algún tipo de demencia muchas veces se levantan por la noche, salen de las habitaciones e incluso si tienen vías o goteros pueden arrancárselos", señala Garrido, que explica que en algunos casos se utilizan por ello métodos de contención por la seguridad de los pacientes, ante la imposibilidad de monitorizarlos en todo momento.
Pero la solución que desarrolla Solfis puede impedir que se recurra a inmovilizar a los pacientes: “Si la cámara detecta que una persona se ha levantado o se ha caído, se lanza una alerta al centro de control y se puede atender rápidamente”.
En el ámbito sanitario, sus aplicaciones van más allá de la geriatría ya que, como explica David Garrido, "hay muchas situaciones en las que es interesante monitorizar sin sensores que toquen la piel, como en unidades de quemados, en pacientes con enfermedad mental que no soporten el contacto o en el contexto del Covid, para minimizar el riesgo de contagio".
Esta misma tecnología permite, además, identificar el deterioro cognitivo mediante el análisis con inteligencia artificial de movimientos de los ojos o detectar el párkinson mediante los movimientos que hace una persona que padece esta enfermedad cuando camina o se levanta de una silla.
Desde el IBV se han dado cuenta de que esta tecnología es tan transversal que puede pasar de la salud incluso a los videojuegos, donde se han propuesto medir "los niveles de estrés a los que están sometidos los que practican o compiten en torneos de e-sports".
"Prestamos atención a los deportistas de e-sports de élite, que llenan estadios jugando a videojuegos, y que tienen un entrenamiento muy estricto pero generalmente solo desde el punto de vista ergonómico, en cuanto a la silla, pantallas, teclados…", incide Garrido.
Así, considera que "eso está muy bien y es interesante para prevenir enfermedades músculo-esqueléticas", pero señala que "también están sometidos a un estrés muy importante que, si no está bien gestionado, puede afectar a su rendimiento y salud".
A estos jugadores, se propone monitorizarlos solo mediante la cámara de su ordenador, sin ningún dispositivo más, y ya se trabaja en ello en colaboración con una empresa valenciana de videojuegos.
La tercera pata del proyecto Solfis se centra en la aviación "por la responsabilidad que tiene un piloto de avión ante determinadas situaciones": "De la misma forma que tenemos una caja negra en los aviones para ver que todo funciona bien, ofrecemos una herramienta a los profesionales que permita identificar situaciones de riesgo".
Así, de nuevo con el uso de cámaras, se puede alertar de posibles problemas en el aire, además de utilizar esta tecnología "durante la formación, como un complemento a las pruebas médicas que tienen que pasar los pilotos".
Y no solo se puede monitorizar a los pilotos de avión, sino también a conductores de camiones o incluso coches, a los que se puede "alertar si hay riesgo de que se duerman en la carretera".
Pero Garrido tiene claro que el ámbito de mayor potencial para esta tecnología es la telemedicina: "Los servicios de salud tienen muy poca información sobre nosotros, solo nuestra historia clínica, pero ya hay estudios que dicen que eso corresponde solo a un 10 % de nuestra salud presente y futura".
Frente a eso, "lo que realmente es determinante es lo que nos pasa en el día a día, en nuestro entorno, en nuestra casa", por lo que poder monitorizar las constantes vitales a distancia permite obtener "un mapa mucho más fidedigno de nuestra salud".
A ello se suma, además, la "tendencia social de que la gente cada vez vive más años, y más años sola”, ante lo que “puede ser importante tener un compañero digital que ayude a identificar determinados riesgos de los que no se es consciente", y a eliminar cargas del sistema de salud.
"Esta filosofía de Solfis tiene mucho recorrido en la casa inteligente, que va más allá de la domotización", considera Garrido, que concluye que "el verdadero avance es tener una persona virtual que cuida de ti".