ALICANTE. BioplasticLab, un proyecto en la Universidad de Alicante (UA), ha creado unos protocolos de nueva generación para evaluar la biodegradabilidad de materiales, dado que la contaminación por residuos plásticos es uno de los grandes retos medioambientales actuales. El objetivo es crear una certificación de biodegradabilidad de materiales precisa y útil que beneficie a toda la cadena de valor de materiales como el plástico.
El proyecto de BioplasticLab comenzó hace unos cuatro años, según cuenta a Alicante Plaza uno de sus impulsores, Carlos Sanz. Empezó, precisamente, en el laboratorio con el mismo nombre que dirige Sanz en la UA, dirigiéndose a una línea de investigación relacionada con la contaminación por plásticos. Y es que, aunque actualmente existen protocolos para medir el grado de biodegradabilidad de materiales – el tiempo que tardan en desaparecer en diferentes medios y en diferentes circunstancias, sin dejar huella-, "hay flecos, a veces no son del todo exhaustivos", comenta Sanz.
BioplasticLab ha creado una guía para el público en general, para ayudar a entender la información que aportan las etiquetas de envases -sobre el tipo de material o su tratamiento, o los códigos de identificación de materias primas, por ejemplo- . "A veces hay términos que pueden confundirse". En el caso de los materiales biodegradables, estos deberían desaparecer en un tiempo prudencial (en base a una escala temporal parecida a elementos naturales, como una hoja de árbol) y no emitir elementos tóxicos.
En este proyecto en el que trabajan investigadores y profesores, se encargan de realizar protocolos y, de hecho, algunos ya están publicados en revistas cientificas. "Este tipo de protocolos sobre productos biodegradables se podrían usar en certificaciones, porque hay falta de validaciones de este tipo. En Europa, básicamente, la más usada es solo una y tiene algunas carencias. Por ejemplo, cuando se dice que un producto es biodegradable en el ámbito marino se supone que se deshace en el agua, pero a veces acaba en el fondo marino. Nosotros tenemos un test específico para diferenciar la biodegradabilidad en columna de agua y otro para el fondo del mar", asegura el director del laboratorio en la UA.
Y es que, desde BioplasticLab intentan reflejar la gran diversidad de ecosistemas que existen, dependiendo de cada característica de medio. Según explican desde el proyecto, no es lo mismo que un envase acabe en el fondo de mar de las Bahamas, en una columna de agua más cálida, o en el Ártico. Tratan de completar, de forma lo más exhaustiva, las carencias del actual sistema de clasificiación y certificación para materiales biodegradables.
El objetivo, pues, es crear una certificación de biodegradabilidad de materiales más precisa y útil que beneficie a toda la cadena de valor de materiales como el plástico: ya sea por el reconocimiento de la sostenibilidad de los productos a fabricantes e intermediarios; o para que los consumidores finales puedan hacer una decisión más informada. El valor de la propuesta se estima en la expectativa de flujos recurrentes de ingresos, así como el reconocimiento de un papel activo en el desarrollo de una "economía verde".
Desde el laboratorio, además de esta línea de trabajo, desarrollan otros estudios sobre la contaminación por plásticos como la cantidad de microplásticos que llegan desde depuradoras a los campos; los plásticos que llegan a islas remotas o las consecuencias ecológicas de la presencia de microplásticos en cultivos o para la función de ecosistemas.
“Ahora, muchas empresas están orientando su producción hacia plásticos compostables, que son los que se degradan más rápidamente que los convencionales, aunque en condiciones no del todo naturales”, asegura Carlos Sanz. Además, ya trabajan asesorando a una gran compañía del sector del plástico en este sentido.
La idea con este plan es, en base a los protocolos que trabajan, desarrollar esa certificación alternativa para que productores y suministradores puedan elegir su sello de calidad. Asimismo, quieren que sea un sello más visual y que dé más información al consumidor para, también, concienciar ambientalmente.
Lo que quieren conseguir para llevar este proyecto a cabo es crear una empresa de base tecnológica (EBT) en la UA y poner en marcha el plan de certificación, ya en contacto con laboratorios. Necesitan financiación y medios para dar ese salto. “La UA y Fundeun facilitan estas cosas, tenemos asesoramiento”. Además, el proyecto BioplasticLab ha ganado, recientemente, uno de los premios Premios Nuevas Ideas Empresariales que organiza Fundeun. En concreto, recibieron el Premio Universidad de Alicante al mejor proyecto de Ciencia y Tecnología aplicada dotado con 3.000 euros. Así, están buscando financiación en convocatorias de ayudas públicas y también en capital privado para sacar el proyecto adelante. Ya tienen plan de empresa, donde han colaborado Evaristo Colomina Climent y Remedios Ramón Dangla, y esperan dar el salto al siguiente nivel.