En el bicentenario del nacimiento de Baudelaire, el dibujante francés Yslaire ha rendido un homenaje al poeta con una obra sobre lo que este más quiso después de a su madre, su amante haitiana Jeanne. Nadie aprobó su relación por ser ella mulata, pero juntos descubrieron el sexo y las relaciones lésbicas drogándose en el París del XIX hasta que la sífilis les mató a ambos. La novela gráfica se centra en esta mujer, pintada por Manet, que fue rechazada en su día, borrada de la documentación por la madre del poeta e ignorada por los historiadores.
VALÈNCIA. El traductor de la edición de Las flores del mal de la editorial Vaso Roto, Manuel J. Santayana, dijo que trabajar con los textos de Baudelaire era: "acceder al horror, a la admiración y a la piedad. Y a un fervor y una fe en la poesía más allá de toda vanidad (...) ejemplo de exactitud formal para desnudar los abismos de la conciencia humana y revelar, poéticamente, la complejidad de la inteligencia, la sensibilidad y la imaginación de un ser humano, sus perplejidades y contradicciones” . No en vano, el poeta francés ha sido considerado el primero en mostrar las inquietudes de hombre moderno.
Sin embargo, ese modelo de hombre ya ha sido barrido por la historia y, desde el presente, se buscan otros referentes. No por casualidad, el dibujante francés Yslaire ha publicado en la excepcional colección Aire Libre de la editorial Dupuis, -en inglés en Europe Comics- una novela gráfica sobre el poeta, pero centrada en la que durante más tiempo fue su pareja o su musa, una mujer mulata de la que hay escasos datos. La intención del autor en su obra, Mademoiselle Baudelaire, ha sido trascender los retratos del poeta hechos a partir de los testimonios de sus contemporáneos y la documentación que manipuló su madre, para tratar de darle un contexto, tanto a él como a su novia.
La vida del artista estuvo marcada por la pérdida de su padre y una estrecha relación con su madre que se rompió abruptamente cuando ella volvió a casarse. Desencantado, movido por el odio a su padrastro, se dio a la vida licenciosa. En el París del XIX esto se traducía en prostitución, alcohol y drogas en callejones oscuros. Allí Baudelaire compuso sus versos, que fueron censurados en 1857 cuando apareció la primera edición de Las flores del mal, entre otros motivos, por las escenas lésbicas que contenía.
Las páginas del cómic cuentan con un dibujo absolutamente extraordinario, evocador en cada viñeta, pero que recurre a escenarios oníricos para expresar la nube en la que vivían los artistas de ese París bohemio tan mitificado. Yslaire no se ha inventado ningún hecho histórico, aunque haya tenido que unirlos mediante la ficción. Tan solo hay episodios en los que se insiste y que arrojan luz sobre su dimensión humana, como por ejemplo que cuando tenía 24 años se le pusiera bajo la tutela de un notario para controlar el gasto que hacía de su herencia, lo que también le impedía casarse con quien quisiera.
Es ahí donde aparece Jeanne. Una mujer que conoció en una obra de teatro. Exactamente igual que ahora, como la actriz era mulata, sus papeles sobre el escenario se reducían a interpretar a sirvientas. Incluso así, llamó la atención del poeta. Fue a por ella directo al camerino y logró que se acostaran. Es ahí donde le dejó de vuelta y media. La actriz estaba completamente desinhibida, tenía autonomía sexual, y le fascinó. Hay escenas muy explícitas de esas relaciones en el cómic. Al mismo tiempo, Jeanne era mujer de pocas palabras, lo que aumentó su atractivo a ojos del poeta, que la veía como enigmática y misteriosa. Nunca, que se sepa, le dio detalles sobre su origen más allá de que provenía de Haití.
De su relación ambos sacaron algo. Jeanne aprendió a escribir tomando notas de los versos que se le ocurrían a Baudelaire cuando estaba muy colocado. Una práctica que iniciaron porque él lamentaba que al día siguiente se le olvidasen si estaba muy ciego y no podía escribirlos. El hallazgo en la documentación para este cómic es que ella, de esta manera, se convirtió en una asistente o secretaria del poeta. Les iba intelectual y sexualmente bien, pero los amigos de él no daban crédito a que estuviese con una mulata. Les parecía bien, o eran tolerantes, con el hecho de que se acostase con ella, como algo exótico, pero no veían normal que fuesen pareja. Mademoiselle Baudelaire nunca se convirtió Madame Baudelaire.
Además, la madre del poeta consideraba que su amiga era una prostituta. La novela gráfica, de hecho, parte de una carta que escribe Jeanne a la madre explicándole quién era en realidad su hijo y lo poco que se había preocupado por él. Para la madre, Jeanne no era más que una bestia inmunda y, por desgracia, quemó todas las cartas que le envió. De hecho, parece que también seleccionó cuidadosamente la documentación que quedaría de su hijo para construir la leyenda eliminando todo rastro de esta mujer.
A partir de ahí, Yslaire ha tenido que imaginar a esa Jeanne de la que no se sabe cuándo nació ni cuándo murió, ni hay constancia de sus textos o sus ideas, solo se sabe lo que dijeron sus contemporáneos o la correspondencia entre ellos hablando de la pareja. Cómo fue su vida en común y la importancia del voyerismo y el lesbianismo en sus relaciones, están construidos a partir de sus poemas. El rostro de ella parece extraído del retrato que le dibujó el propio Baudelaire, que poco tiene que ver con el que años después hizo Manet, La novia de Baudelaire. Al final, las circunstancias vitales que llevaron al poeta a tener una visión sombría de la vida, terminan estallando cuando las adicciones y sobre todo la sífilis masacran a la pareja. Ambos murieron de esa enfermedad. Una fábula recurrente a lo largo de todo el siglo XX, aunque con diferentes actores. Ahora también está de aniversario el Nevermind de Kurt Cobain, quien también transitaba por esos senderos con su electrizante novia Courtney Love, que también generó múltiples antipatías, pese al amor que profesaba el artista por ella.