ELCHE. Prácticamente coincidiendo en el tiempo con el vigésimo aniversario de la declaración del Palmeral como Patrimonio de la Humanidad, la documentalista Anna Álvarez presentaba su libro L’arxiu històric de la Comunitat de Propietaris de les Aigües de la Séquia Major del Pantà d’Elx, una obra que aborda la evolución y la importancia de la Acequia Mayor del Pantano, a menudo poco mencionada cuando se habla de la declaración de la Unesco, pero que, sin embargo, es una pieza fundamental para entender el oasis ilicitano. Con el impulso del Instituto Juan Gil-Albert, publica este libro del que habla con Alicante Plaza.
— ¿Qué aborda el libro?
— La base del libro es la descripción del archivo histórico de la Comunidad de la Acequia Mayor de Elche, una empresa histórica —la aprobación oficial de la Real Junta de Aguas por el Consejo de Castilla se realiza a través de una Real provisión de 27 de mayo de 1790— que conserva documentación desde esa primitiva junta de propietarios, el origen de la actual comunidad. Pero también tiene documentación municipal en tanto en cuanto antes la gestión le correspondía al Ayuntamiento hasta finales del XVIII, cuando se crea la empresa, y por eso hay documentación desde el siglo XV. El documento más antiguo es de 1404, uno aislado, y las series sobre la propiedad del agua comienzan a partir de 1460.
— ¿Por qué es importante la Acequia Mayor del Pantano?
— Históricamente la agricultura en Elche no ha tenido aportes hídricos por el territorio seco y las escasas precipitaciones; sin aportes más allá que esta acequia, a través de ella y de la Acequia de Marchena. Una regaba la huerta adjudicada a los cristianos tras la ocupación feudal del territorio, y la de Marchena se destinó a la comunidad islámica que estaba en el territorio. Hasta Riegos de Levante por ejemplo, en el siglo XX, no se entiende la historia sin ella. Está íntimamente ligada, es indisoluble a la agricultura en el territorio; es una agricultura de oasis, ligada al palmeral histórico de Elche. Sin las acequias no se entiende que tengamos un palmeral histórico, no podría existir. Son una clave. El río lleva agua salobre y las palmeras resisten bien esa agua salobre: configuran el espacio agrícola de la ciudad y a su vez permiten una correcta distribución del agua. Una cosa explica la otra.
— ¿Cómo ha influido en la historia de Elche la acequia?
— Las acequias, documentalmente existen desde la ocupación feudal del territorio. Las primeras informaciones del agua de riego ya están en los primeros documentos del Archivo Municipal de mediados del siglo XIII. Antes no tenemos documentación porque no tenemos documentación del Elche andalusí. Los primeros documentos están en el Archivo Municipal, aunque también en el de Santa María. Hay documentos que atestiguan el regadío, la repartición de hilos, la Acequia Mayor… Y por supuesto en el archivo de la Acequia Mayor.
Teniendo en cuenta que era el único aporte hídrico constante, era vital no solo abasteciendo los riegos, también almazaras, molinos y para lavar la ropa. De ahí surgen las fotos típicas de las mujeres regando la ropa, los lavaderos… Sin el agua del río no se entiende la propia ciudad y mucha gente lo pensamos, ya casi nadie pone en duda la valía de este sistema que ha llegado en cierta forma hasta nosotros. El palmeral, sistema de regadío y la ciudad tienen un mismo proceso evolutivo.
— La Acequia también vertebra el poder durante el tiempo…
En Elche hay un factor que se puede ver en otras zonas como Alicante, Lorca y otras muy concretas: hay una separación clara de tierra y agua. Esa separación se produce muy pronto y generalmente la historia habla de los terratenientes, la gente que tiene mucha tierra; en Elche, Canarias y otras zonas de la península, se puede hablar también de los que son aguatenientes, personas que tenían mucha agua. Así lo atestigua el origen del actual archivo de la Acequia Mayor. A partir de 1789 existe el archivo oficial (por ejemplo está documentada la unión de Marchena y Acequia Mayor en 1842 para adquirir el pantano, municipal hasta ese momento y, a principios del siglo XX para acometer la gran empresa de desviar las aguas del río antes de su entrada al embalse).
Allí hay una serie de grandes propietarios de agua, los grandes y pequeños nobles, la Iglesia (Santa María, etc.), que se quejan porque el Ayuntamiento no gestiona bien. Se dirigen al Ayuntamiento de la época y le dicen a la institución que tenía más autoridad sobre los municipios, el Consejo de Castilla, para decirles que el municipio gestiona mal y que hay que privatizar. Aunque ya estaba privatizada porque existía separación de tierra y agua, como ahora. Pero la gestión era municipal. El Consejo emite un documento aceptando la queja de los propietarios y a partir de entonces se constituye una denominada Real Junta de Aguas. En ella están nobles, una representación municipal —parte de agua que abastece la villa—… algo similar a la actualidad.
ES LA GRAN DESCONOCIDA Y ADEMÁS LA PEOR CUIDADA A PESAR DE QUE SE INCLUYERA EN LA DECLARACIÓN DE UNESCO, NO ESTÁ SEÑALIZADA
Después con el tiempo esa agua pasa a manos de la burguesía agrícola ilicitana. Con los registros de las series de los traslados de propiedad del agua se ve. Esto explica su historia y la propia institución. Por ejemplo en la propia Comunidad son muy importantes los libros de agua de finales del siglo XIX, del asociacionismo de sindicatos del agua, comunidades, etc. Lo mismo que se refleja cuando la ciudad se moderniza a principios del XX y las acequias molestan, se van entubando, se van apartando de los edificios y se mueven a mitad de las calles. Van desapareciendo de ese paisaje que hemos visto en las fotografías de principio del XX.
Es muy interesante porque te acerca la forma en la que se trabajaba la tierra, los procesos del sobresequier, el juez de aguas que tuvo Elche y cuya figura desapareció conforme las acequias fueron perdiendo importancia. No había tribunal de aguas pero sí esto. Hay apuntes sobre el partidor, gente que aprovechaba el agua de lluvia cuando no tocaba, que si uno había roto el cierre del partidor, que si otro había robado agua del vecino... Aunque es una serie muy corta, del XVIII, es muy interesante porque nos habla del trabajo cotidiano, de la cotidianidad que se ha perdido.
— ¿Es una desconocida dentro de la estructura del palmeral y de la propia ciudad?
— Yo creo que es la peor conocida. Hay gente que te pregunta de la misma ciudad y no sabe que los chorros del Parque Municipal son la Acequia Mayor. Es la gran desconocida y además la peor cuidada a pesar de que se incluyera en la declaración de Unesco. No está señalizada. También son pocos los testimonios que se conservan de los molinos, que están en un pésimo estado y si hablamos de obras recientes como los trayectos de desviación del pantano, del agua del pantano de 1906... Las noticias que me llegan no son precisamente buenas. El patrimonio material necesitaría mayor atención y urgentemente una señalización.
— ¿En qué momento empezó a estar degradada o cuál es el punto de inflexión?
— El agua de la acequia como el propio palmeral, ha perdido su uso agrícola. El problema de este patrimonio —tan difícil de proteger por otra parte—, es que es un espacio muy grande y no acotado como un edificio. El mayor comprador que está regando los riegos históricos es el Ayuntamiento. La Comunidad de Propietarios tiene una situación económica bastante mala. Es el pez que se muerde la cola. No hay utilidad para la comunidad, no hay dinero, no se conserva el patrimonio. Imagino que se podría solucionar con la implicación de las instituciones.
— ¿Qué se podría o debería hacer para poner en valor?
— Entiendo que implicación de las instituciones. Los que disfrutamos de los huertos y los queremos y sabemos lo que han significado para la ciudad, debería de contemplarse actuar en ese sentido, saber que tiene un valor para la ciudad. A veces lo medimos todo en cuestión económica y en estas situaciones de crisis se ve, tenemos un patrimonio biológico, histórico y agrícola. Eso nos aporta bienestar a los ciudadanos, nos aporta cultura. Siempre pensamos de otra manera, en el turismo. Sí, estaría muy bien, pero debemos de pensar en la gran riqueza que tenemos en la ciudad por contar con ese patrimonio verde y agrícola y ponerlo en valor de alguna manera.
— ¿Y dándole ese uso agrícola?
— Sería el uso ideal. Pero me pregunto muchas veces cómo se podría hacer. Una cosa es pequeños huertos para vecinos en determinadas zonas. Pero después te das cuenta de que no es una solución de todo el espacio. Después hay muchos problemas adquiridos. También están implicados desde quienes tratan la palma blanca, los palmereros… Debería haber un Congreso en serio o jornadas en serio sobre el palmeral desde todo el punto de vista histórico, medioambiental, urbano… Y plantearse en serio un futuro a medio y largo plazo.
— ¿Qué importancia a nivel documental, es habitual un archivo como este?
— En este caso tengo que nombrar a Emigdio Tormo, presidente de la Comunidad hasta 2018. Yo empiezo a hacer el trabajo desde su presidencia y le planteé esto. En las cajas de hierro de Ibarra había papeles que estaban pegados en las propias cajas, estaba en mal estado. Había ido despareciendo documentación desde principios de XX que empezó Pere Ibarra, como por ejemplo un libro de fábrica del pantano de 1632 que desapareció no sabemos cuándo, porque Pere Ibarra lo registra. Inventariamos y describimos lo que había. El archivo debía de ir a una institución pública que garantizara el acceso, y ese es el Archivo Municipal. Está a disposición de cualquier persona que quiera verlo. Me consta que se han hecho estudios sobre esa documentación y se firmó un convenio por el cual el Ayuntamiento se comprometía a restaurar la documentación en peor estado, sobre todo la documentación en peor estado de los libros de agua medievales. Ahora está conservado y cuidado como le corresponde. No obstante en 1789 el Ayuntamiento se guarda por separado algunos documentos de aguas y por eso estaban en el archivo de la comunidad. Ahora los archivos han vuelto a casa (Archivo Municipal).
A VECES LO MEDIMOS TODO EN CUESTIÓN ECONÓMICA Y EN ESTAS SITUACIONES DE CRISIS SE VE, TENEMOS UN PATRIMONIO BIOLÓGICO, HISTÓRICO Y AGRÍCOLA. ESO NOS APORTA BIENESTAR
Ahí está por ejemplo el modelo de la imagen de la virgen que debía servir para la escultura del puente de Santa Teresa. El expediente de reconstrucción de 1755/6. Estaba en la Comunidad de Regantes. En algún momento, el Ayuntamiento debió ver algo que hablaba de aguas y lo metió allí. En el Archivo Municipal está también el documento de la Acequia de Marchena. Y hay archivos ligados al riego en poblaciones de la Comunidad. Este archivo es excepcional. Elche tiene mucha suerte porque tiene un Archivo municipal de primer orden documental. También el archivo de Santa María desde el siglo XIII y el de la Comunidad de Propietarios, que también es un documento importante. Son 1.200 registros los de la Comunidad, descripciones, sobre la Acequia. El Archivo Municipal es uno de los más importantes de la comunidad, contando con los mercedarios que también tenemos en Elche.