Además del alto grado de conocimiento, que lo tiene, dicen que una de las bazas de Ana Barceló, a diferencia de otros candidatos, es que le gusta la política local. Que no rehúye la visita a los barrios, a todos, ni el cara a cara, ni los problemas que puedan surgir. Creo particularmente que Ximo Puig se ha decantada por ella por seguir el ejemplo Salvador Illa, pero sobre todo por presentar un tícket electoral del propio president. Ya no digo ni del propio PSPV, que todavía mantiene una marca intacta, ni del PSOE, más tocada todavía. Esta vez, aunque Ximo haya apuntado a que el partido en Alicante debe hacer una reflexión -en todo caso la pregunta sería, ¿la ha hecho alguna vez tras sus sonoros fracasos?- quien pone el careto esta vez es una persona de la estricta confianza de Ximo, que ha escogido él personalmente y que, a diferencia de otras ocasiones, el aparato de Ferraz no ha dicho ni mu, a diferencia de lo que pasó con Francesc Sanguino. Resumiendo, esta vez, los consultores oficiales -llámase Andrés Pedreño o Juana Serna- no han pintado fava.
Es verdad, esta vez, a Ana Barceló la conoce todo el mundo por su labor como consellera de Sanidad. Falta saber si ese grado de conocimiento y/o buena gestión es generalizada, o va por barrios. Está claro que irá por barrios. Pero sobre todo buscar pescar en ese electorado que votó a Ciudadanos en 2019 y ahora esté desorientado; o a los desencantados de Compromís o Unides Podem. Y al mismo tiempo evitar que ese electorado se quede en casa.
Pero estas elecciones, sobre todo, para quienes gobiernan, van de sacar un 4 o un 10. Los bloques se estrechan y, por tanto, algunos munícipes van a quedan al albur de que sus socios se mantengan, o sólo les salvará la mayoría absoluta. Pueden haber hecho una magnífica gestión y quedarse a las puertas de la Alcaldía; pueden haber hecho una pésima oposición, pero tienes socios que te dan la Alcaldía. De ahí que en el tícket electoral figure Ximo Puig, como en Alicante, más allá de las marcas. Así está el panorama de puertas hacia fuera.
Otra cosa es puertas hacia dentro. Hay otra batalla, la de los equilibrios, que es la se juega en el seno del PSPV. Solventada la cuestión de Alicante ciudad, en la que la dirección provincial no va a entrar, las distintas familias socialistas de la ciudad pugnan por sacar cuota y poder meter la cabeza en la lista. Y máxime cuando el señor de la Visa también va a querer meter los suyos. Y sucede una cosa: esta vez, los sanchistas ya no tienen la fuerza de antaño en la ciudad. La situación de la capital es una, y diferente al resto. Así que Ana Barceló, bienvenida a la jungla.
La situación inversa es la que se da en ciudades como Orihuela y Elche, con candidatos ximistas, pero con un respaldo de la militancia todavía por validar, al menos, con Carolina Gracia. Y de ahí la pugna por los equilibrios que el propio Ximo deberá saber jugar. También el resto. ¿La razón? Ya no es una provincia que controla internamente, como se vio en el congreso provincial. El éxito electoral de los socialistas, además de la gestión, se juega en la confección de la listas y en el equilibrio de las fuerzas internas. Normalmente, estar en el poder, amortigua las fricciones, pero a veces las agranda. Lo normal es que se defienda a los candidatos/as alcaldes/as -yo siempre lo haría-, pero un desliz -en cualquiera de las dos direcciones- puede jugar malas pasadas. Una vez confirmados los candidatos/as, esta es la batalla que veremos en los próximos meses, y será diferente, según qué ciudades y municipios.
Va a ser clave la magnanimidad de Puig en la lista autonómica -las encuestas también marcarán las necesidades-; de lo contrario, le buscarán las cosquillas en otros sitios. De momento, nadie se mueve y algunas balas están sobre la mesa. Veremos si alguien la usa en este frío otoño que nos espera.