ALICANTE. Dicen que no hay que fijarse de las apariencias, pero a veces resulta que el único elemento de evaluación que tenemos a mano es justo eso, nuestra percepción de la realidad, distorsionada por la belleza. València nunca será Madrid o Barcelona, porque el estado al que pertenece subsiste gracias a las tendencias dicotómicas, nunca a la pluralidad, ni a los nodos interconectados por una densa red industrial, económica y cultural. Lo que sí parece es que finalmente, una de las particularidades del carácter valenciano, su endémico menfotisme (de se me’n fot = me importa un pimiento) sirve para algo positivo. I es que a València (y, por extensión, a todo el País Valenciano), cada vez le importa más un pimiento ser Barcelona o Madrid. Puede que no en todos los ámbitos, puede que no en todas las iniciativas económicoempresariales o culturales, pero sí que cada vez rompe más lazos de dependencia.
Uno de ellos es el establecido por el mundo editorial de las publicaciones periódicas, que sólo considera “nacionales” o globales, a las cabeceras editadas desde una de esas dos capitales, siendo cualquier título publicado desde Bilbao, Zaragoza, Sevilla, Vigo o València, una mera publicación local. En este sentido, València está desmarcándose de esta tendencia, produciendo contenidos propios con proyección global, desde revistas que pretenden visibilizar sus cabeceras en todos los kioscos, desde Mallorca a Cádiz, A Coruña o San Sebastián. La última de las publicaciones con estas espectativas recupera un género que se abandonó por estos lares tras la crisis de finales de los años 80 del siglo pasado: las revistas de cómic.
Sabido es que el mercado español del cómic no es el francés, el japonés o el norteamericano, pero también que las características propias del género hacen que sea una de los pocas industrias creativas que todavía generan, distribuyen y monetizan su producto en un formato físico, lo que hace que sus dinámicas sean distintas a las del resto de la industria editorial. El prestigio de la novela gráfica como género por excelencia de la narrrativa secuencial en esta segunda década del siglo XXI no ha sido, como muchos agoreros han predicho, el fin del resto de subgéneros del tebeo, sino que ha permitido que, a rebufo de su creciente presencia en la mayoría de los catálogos editoriales, los ilustradores y los guionistas salgan de las catacumbas y puedan ampliar la gama de sus colaboraciones.
Así es que, si los lectores de cómic compran y consumen novelas gráficas, álbumes, mangas y comic-books, por qué no habrían de hacer lo propio con una publicación periódica que aglutine lo mejor y más granado del mundo underground de la historieta, y no solo la autóctona, sino con fuerte presencia internacional. Eso es lo que ha llevado a Pablo Herranz, director de la editorial Desfiladero, responsable de la publicación de cómic infantitl Xiulit, a ocupar el espacio dejado por las publicaciones históricas del cómic hispano: Totem, Cimoc, Cairo, Metal Hurlant, Creepy, El Víbora o fanzines de culto como El Wendigo
El underground tiene un amplio abanico de formas de expresión, formales y de fondo, en el que se pueden combinar temas y tratamientos narrativos fuera de los canales habituales con estéticas más o menos ortodoxas, grafismos extremos para narrar historias anodinas, o la combinación más radical, la que conjuga temática y grafismo radical. En Alta tensión, la nueva publicación de Desfiladero, bajo la dirección de Herranz, se encuentran, principalmente, ejemplos de esta última combinación. 68 páginas en formato 21 por 27’5 centímetros, encuadernada en lomo con papel estucado de buen gramaje, alto gramaje que se mantiene en las páginas interiores, que soportan estupendamente desde los blancos y negros saturados, como el bicolor, los colores pastel y las planchas de fuertes colores planos.
Primer número, datado en mayo de 2019, con la leyenda SOLO PARA ADULTOS y portada del murciano Diego Corbalán Magius, uno de los nombres en pleno ascenso desde el underground al alternativo mayoritario. Magius, junto al madrileño Ertito Montana, Luna Pan y a dupla formada por el ilustrador Adrián Bago y el guionista Boris Caramull, serán las firmas fijas de esta primera etapa que, entre el segundo semestre de 2019 y 2020, pretende consolidar su presencia trimestral en los kioscos y las tiendas especializadas.
Junto a las firmas citadas, en este primer número podremos encontrar hasta 13 diferentes historias, algunas autoconclusivas, otras seriadas, bajo las rúbricas de la sueca Sofia Olsson, el argentino Pedro Mancini, la mexicana Iurhi Peña, el croata Igor Hofbauer, o el brasileño Pedro D‘Apremont, firma que se prodigará en la publicación. Amelia Navarro, recién premiada por su fanzine Saxifono en el Cómic Barcelona 2019, antiguo Saló del Cómic, Rut Pedreño, Gerardo Sanz y Villarejo completan la alineación de esta primera entrega.
Desde una perspectiva de experimentación estética, a destacar las páginas centrales dedicadas al cartelista croata Igor Hofbauer, todo un puñetazo visual a tres colores (más el blanco y el negro) que juega con el subconsciente combinando elementos icónicos de la publicidad con el onirismo de las pesadillas psicóticas.
El sábado 18 de mayo, a las 18:00, Pablo Herranz, director de la publicación, junto a los autores Adrián Bago y Magius, estarán presentando Alta tensión en el foro de la tienda de cómics alicantina Ateneo, en la calle Serrano.