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CRÍTICA DE CINE 

'All the long nights': una fábula sobre los cuidados sin gurús

21/06/2024 - 

VALÈNCIA. En el año 2018 la cantante Ana Guerra participó en una ronda de preguntas a través de Twitter -ahora X- con las que conectar de una manera más personal con sus fans. Mediante la etiqueta #AskAnaGuerra sus seguidores le lanzaron una batería de cuestiones de toda índole para conocer a su ídolo, entre ellas, una que llamó la atención de muchos: ¿qué le dirías a alguien que sufre depresión? “Que la vida son dos días y que los pase #ConUnaSonrisa”, contestó. La respuesta se convirtió en un meme recurrente, una interacción que es replicada constantemente desde entonces y que se suma a otros chistes habituales en redes sociales como: “¿Estás triste? No estés triste”. Más allá de la buena intención de la cantante, la anécdota nos habla de la superficialidad con la que en muchas ocasiones tratamos las cuestiones relacionadas con la salud mental, algo que tiene mucho que ver con la falta de herramientas, de formación e información, para enfrentarnos no solo a los problemas de uno mismo, sino también a los del otro.

“Deshazte del espíritu maligno que cargas a tus espaldas y todo irá bien”. Con esta frase da carpetazo una pitonisa a la consulta de la joven Misa Fujisawa, interpretada por Mone Kamishiraishi, aquejada de un severo síndrome premenstrual que le provoca periodos de irritación incontrolada y un profundo cansancio que termina afectando en todas las áreas de su vida. Desesperada por encontrar una solución acude a una clarividente que, sin embargo, la despacha de una manera no muy distinta al meme del que hablábamos: si estás triste, no estés triste. Tampoco le podemos pedir más a una pitonisa, claro. Misa Fujisawa es una de las protagonistas de All the long nights, una atípica fábula sobre la amistad y la empatía que firma el director japonés Shō Miyake.

El director regresa tras el largometraje El combate de Keiko, presentando un relato que resulta sencillo en su complejidad, y es en ese baile entre una cosa y la otra, entre lo fácil y lo difícil, entre lo cotidiano y lo extraordinario, donde sucede la magia. La película trata sobre la estrecha relación que se va forjando entre Misa Fujisawa y uno de sus compañeros de trabajo, Takatoshi Yamazoe, interpretado por Hokuto Matsumura, propenso a los ataques de pánico. La incomprensión por parte de su entorno y esa constante sensación de aislamiento y, en ocasiones, de vergüenza, es lo que da pie a esa inesperada unión, un encuentro entre dos almas perdidas que comienzan a caminar juntas.

Con All the long nights, Shō Miyake dibuja un relato cargado de ternura que no solo tiene que ver con la identificación entre Fujisawa y Yamazoe, con aquello que comparten, sino que incide muy especialmente en esa intención consciente por entenderse, por comprender aquello que les diferencia. Y es que esta empatía no es fruto del azar, sino del esfuerzo que hacen ambos personajes por entrar en el mundo del otro, aunque pueda resultar incómodo, una realidad, además, marcada profundamente por un contexto capitalista en el que tienen que hacer lidiar su malestar con la presión por encajar en un entorno laboral que no está preparado para ellos.

El interés por conocer cómo funciona el de enfrente y por detectar, sin superficialidades, cómo poder ser útil sin ser invasivo es la clave para nadar por un bellísimo relato que habla de los cuidados desde lo cotidiano, de una manera honesta, pero delicada. Y es precisamente este uno de los grandes éxitos del largometraje, que resuelve con maestría cómo tratar asuntos tan complejos como los que sufren los personajes principales sin apostar todo al drama, permitiéndose momentos de luz y humor, pero al mismo tiempo sin caer en la palabrería de los libros de autoayuda o en los consejos de sobre de azúcar. Porque no, si estás triste no es tan fácil no estar triste.

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