Con la llegada del invierno, la procesionaria del pino (Thaumetopea pityocampa) comienza su actividad más visible, y marca el inicio de una etapa crucial para su control. Esta oruga, que recibe su nombre por el característico desfile que realizan en fila, no solo daña gravemente a los pinos y cedros, sino que también representa un riesgo para la salud de las personas y los animales. Desde Lokímica, empresa líder en el control de plagas, se está intensificando la campaña preventiva para evitar que esta plaga cause estragos en nuestros entornos naturales y urbanos.
“La procesionaria del pino es mucho más que un problema estético o forestal. Sus pelos urticantes pueden desencadenar reacciones alérgicas severas en personas y animales, incluso sin contacto directo”, ha explicado Lidia Nájar, bióloga de Lokímica. Estos diminutos pelos, liberados por las orugas como mecanismo de defensa, pueden flotar en el aire y provocar irritaciones en la piel, ojos y vías respiratorias.
La procesionaria afecta principalmente a los pinos, debilitando los árboles al alimentarse de sus agujas y haciéndolos más vulnerables a otras enfermedades y plagas. Este fenómeno tiene un impacto directo en la biodiversidad y en la calidad del paisaje, además de generar costes significativos para las administraciones y propietarios particulares encargados de su control.
Lidia Nájar ha destacado la necesidad de actuar en el momento adecuado: “el invierno es una época clave para el control de la procesionaria. En esta fase, las orugas se encuentran en los bolsones que construyen en los árboles, lo que facilita su localización y eliminación”. No obstante, la bióloga hace una apreciación, en este sentido, ya que “los tratamientos contra la procesionaria se deben realizar durante todo el año”. En primavera-verano los trabajos son de trampeo para el control biológico, en otoño tratamientos de endoterapia o pulverización para eliminar la fase de oruga en estados tempranos y en invierno la poda de bolsones si aparecieran.
Desde la compañía se realizan distintas acciones para combatir la procesionaria. Por un lado, están los tratamientos biológicos en los que se emplean feromonas y bioinsecticidas que actúan selectivamente sobre las orugas, minimizando el impacto en otras especies.
También está el trampeo masivo. Estos trabajos consisten en la instalación de trampas específicas para capturar adultos y reducir su reproducción. Asimismo, existen las podas selectivas, en las que se eliminan los bolsones. Esta acción se realiza especialmente en áreas urbanas o de gran afluencia.
Lokímica apuesta por un enfoque sostenible en todas sus intervenciones. “El equilibrio ecológico es una prioridad. Por eso, utilizamos métodos que respetan el medio ambiente y evitamos el uso de productos químicos cuando no es estrictamente necesario”, ha señalado Nájar. Además, la empresa está invirtiendo en investigación para desarrollar soluciones más eficaces y menos invasivas frente a la procesionaria y otras plagas.
Desde la compañía también recuerdan la importancia de la colaboración ciudadana para frenar la expansión de esta plaga. Los propietarios de jardines y terrenos forestales deben estar atentos a la aparición de bolsones en sus árboles y contactar con profesionales ante cualquier sospecha. La bióloga ha insistido en que “el control de la procesionaria no es solo una cuestión de proteger árboles. Es una responsabilidad compartida para preservar nuestra salud, nuestro entorno y el equilibrio natural”.