VALÈNCIA. Los fotones, partículas elementales de la luz —de las manifestaciones cuánticas del electromagnetismo—, no llevan reloj: su desplazamiento a la velocidad de la luz (a su velocidad), en torno a 300.000 kilómetros por segundo, implica que del espaciotiempo solo recorran las dimensiones espaciales, pero no el tiempo. Para el fotón que llega a nosotros a través de confines remotos del universo, millones de años luz, por ejemplo —el año luz es una unidad de distancia: la que recorre la luz en un año viajando a su increíble velocidad—, el momento en que fue emitido y aquel en qué arribó a nuestro vecindario cósmico, es el mismo. Esto no es una especulación ni el argumento de una historia de ciencia ficción, es sencillamente el legado de Einstein, su teoría de la relatividad general, que sigue siendo confirmada un siglo después de ser ofrecida al mundo, como recientemente en forma de ondas gravitacionales.
En esta época en que una reacción de terraplanistas atemorizados de la verdad critican los mismos métodos y principios que han hecho posible la tecnología que emplean para denostarlos, trabajamos con realidades como que el tiempo no es absoluto sino relativo, o lo que es lo mismo, que depende de la perspectiva. El tiempo pasa más despacio cuando la gravedad es más intensa, de tal manera que para alguien en la Tierra, a nivel del mar, discurre más lento que para un satélite. Los GPS tienen en cuenta este desfase. Sí. El tiempo, una de las grandes incógnitas, sigue sin despejarse del todo. ¿Es realmente una dimensión, o una cuestión propia de la percepción humana? Indudablemente, aquello a lo que llamamos tiempo nos afecta, tanto, que nos acaba matando, pero, ¿nos liquida realmente el tiempo, o es otra cosa? En muchas formulaciones físicas de gran relevancia, el tiempo no juega ningún papel especial: los fenómenos pueden producirse del derecho o del revés. Cabe suponer que dentro de unas décadas seamos más específicos: quizás ya no hablemos solo de la flecha del tiempo en el plano de lo común, sino también de entropía. De la segunda ley de la termodinámica.