El juego del calamar. Juan Carlos I vuelve. Su hijo Felipe VI parece que va a permitir un Estoril elenista hacia el que nuevos carlistas -Dios, Patria, Rey- peregrinarán para conspirar en yate varado en la nostalgia. Cosas de Borbones. Zarzalejos es el nuevo Anson. Zapatero ha terciado en la operación inspirada por Felipe González. Letizia Ortiz, divinísima de la muerte, inaugura en Basilea la exposición dedicada a Goya. Saturno devorando a su hijo.
Escribo esto mientras veo los actos del 9 d’Octubre en la televisión plorant com un xiquet escuchando a Nino Bravo y Samantha Gilabert cantando Mi tierra. No por el reconocimiento al personal sanitario, a Al Tall a o Radio Valencia que también, sino porque veo que vuelve la normalidad mejorada -sea lo que sea- y el Pare Camps se nos aparece en cuerpo presente, 10 años después, al Palau. Lo veo sentado delante de Manolo Mata. Ai mare, el ventall, esos cuchicheos. La mirada perdida del aspirante Carlos Mazón que se ha desayunado con la tradicional encuesta del Grupo Prensa Ibérica que le da como perdedor en las próximas elecciones. La mayoría de valencianos no ponen cara als consellers y aprueba con diferencia Ximo Puig. Lo mejor de la festa del valencians, si descontamos el himno interpretado soberbiamente por los músicos del ADDA y el artículo desvertebrador y populista que ha cincelado -esperamos la traducción del enigma minoico del líder socialista Paco Sanguino- en un castellano indescifrable Luis Barcala, es la parodia especial que se marcaron en con el president, Mónica Oltra, Ana Barceló, Héctor Illueca y Mazón cantando -gracias al speaking portrait- pidiendo más financiación, en Tàp Zàping d’À Punt. Valencians tots a una veu, vixca la Mare de Déu.