ALICANTE. Le inquieta tanto el asunto de la vivienda, conoce tanto la problemática, que responde la primera pregunta con un speech de quince minutos. Le digo que la entrevista es transcrita y que tenga la compasión que algunos caseros no tienen con sus inquilinos. Jaime Palomera es doctor en Antropología Económica por la Universidad de Barcelona y es investigador y fundador del Instituto de Investigación Urbana (IDRA). Charlamos con él sobre su nuevo libro El secuestro de la vivienda: por qué es tan difícil tener casa y cómo esto puede romper la sociedad (Península).
-Leyendo el libro uno no sabe si ser optimista o deprimirse, perdiendo toda esperanza…
-El libro lo que quiere mostrar es que se debe hacer un cambio estructural, y que si no hacemos ese cambio esa desigualdad va a seguir aumentando. La forma de terminar con ese círculo vicioso es reformar el sistema, las reglas del juego. Actualmente todo está pensado para que el que tiene riqueza aumente esa riqueza, que el que tiene propiedades aumente su haber. Para hablar de ello me baso en casos de éxito, como son Singapur y Viena.
-¿Tiene solución el asunto de la vivienda en España?
-Sí, la solución existe, además en nuestro país hay las herramientas para poner solución al problema, que deje de ser un dolor de cabeza para la gente, pero depende de voluntad y valentía política.
-¿Cómo se soluciona?
-La principal medida que hay que tomar es ayudar al que no tiene casa con ayudas fiscales, es decir, que no se le grave la compra cuando ejecute la operación, a cambio de eso podemos mantener el precio por el que compraste la vivienda, que no puedas venderla más caro de lo que lo adquiriste, eso pondrá coto a la especulación. Por otro lado, de la misma manera que se bajan impuestos a los que no tienen viviendas, se deben subir impuestos a los que tienen muchas propiedades, perfiles que gracias a tener muchas propiedades hacen que el precio de las casas suba. España es un país que tiene muchas viviendas, es de los países que más tiene de toda la OCDE. Necesitamos medidas fiscales para que la gente que no tiene una casa la tenga, y otras que graven a aquellos que tienen más de una vivienda. Hay más mecanismos, pero debemos empezar por ahí porque está relacionado con la distribución.
-Habla en el libro del inmenso número de las casas vacías que hay en España, y no le voy a negar sentir cierto recelo teniendo en cuenta la situación que vivimos en la que hay personas reposando la cabeza en una tienda de campaña…
-Esto es para responder a todos los que aseguran que hay falta de oferta. No tengo nada en contra de que se construya, la cuestión es que la forma de tener vivienda asequible no es solo construir sino adquirirla, y eso tiene que ver con las que están deshabitadas. Es cierto que ahora se construye menos que antes, pero también es cierto que si somos el país con más índice de vivienda por habitante, esto demuestra que hay una parte importante que no se está usando bien. Pienso en el uso especulativo de la vivienda o el uso turístico. Solamente fijándonos en las viviendas vacías estamos hablando de 3,8 millones, hay quien dice que no están vacías pero tampoco son capaces de demostrar que no lo están. Se está comprobando que hay muchas casas que tienen un uso energético ínfimo, cosa que indica que si no están vacías, no se usan como deberían.
Las casas fueron destinadas para cobijar personas, cuando hay carestía de vivienda se debe cumplir el uso social de las viviendas. Los economistas están obsesionados con la creación de oferta, pero la realidad es que no se soluciona así, se debe velar por el uso de la vivienda sea un uso que garantice la función social
Por otro lado, el mercado turístico ha secuestrado viviendas que no estaban destinadas para eso, sino para vivir. La renta de la vivienda también fomenta eso, el hecho de que tú sigas ganando dinero aunque tengas tu casa infrautilizada. Hay una idea muy extendida de que uno puede hacer lo que quiera con su casa, y lo cierto es que no, tú no puedes quemar tu casa. La constitución española dice que el derecho de la propiedad privada está limitado por su función social. Las casas fueron destinadas para cobijar personas, cuando hay carestía de vivienda se debe cumplir el uso social de las viviendas. Los economistas están obsesionados con la creación de oferta, pero la realidad es que no se soluciona así, se debe velar por el uso de la vivienda sea un uso que garantice la función social.
-A mediados del siglo XX ya hubo un problema de falta de vivienda en España y se soluciona, ¿por qué no se usan las mismas medidas que se llevaron a cabo antaño?
-En la época del boom económico en el franquismo se toma una decisión cortoplacista fundamentada en la sociedad de propietarios. La idea era construir vivienda con dinero público, y en lugar de usar ese dinero para fomentar la creación de vivienda pública, lo que hago es que la mayoría de personas pueda ser propietaria para que en un tiempo ese bien le pueda dar plusvalías. De hecho la publicidad de la época tenía ese gancho. Como el valor del suelo siempre sube se aseguraba un valor siempre al alza. El Estado se involucró mucho para que la ciudadanía pudiera tener una casa, pero el problema es que después esos propietarios vendieron a un precio mayor esas propiedades que habían comprado con un precio más asequible. Eso fue lo que provocó la gran crisis del 2008, la gente se endeudó para salvar la diferencia entre los salarios y el precio de la vivienda. Puedes construir viviendas, pero si esas casas terminan en el mercado va a tender a subir. Se tiene que trabajar para que todas las casas entren en un sistema regulado apartando la vivienda del mercado.
-Me puso la piel de gallina la parte del ensayo en la que habla de los intereses de los políticos con el mercado de la vivienda.
-La mayoría de los políticos no han querido bajar el precio, a lo largo de estos años he preguntado a dirigentes y a gobiernos si van a reducir la brecha y se ponen nerviosos, les sale una risita incrédula. Cuando miras el parlamento, el 40% de los diputados tiene al menos dos casas, y en cambio si miras la media de la población española, son solo un 15%, hay una diferencia considerable. Otro problema es el aspecto de las puertas giratorias, me sorprende que no se hable mucho de esto. El principal lobby que ha forzado para que no se reduzca el precio de la vivienda ha tenido entre sus filas a miembros del gobierno, personas que han estado gobernando y que podían favorecer o perjudicar a ese determinado interesado.
Por otro lado, en los ministerios de Economía, desde los años 80 cuando estaba Solchaga y Boyer, han mantenido una relación muy estrecha o han sido partícipes de las burbujas inmobiliarias, han fomentado la especulación. Los gobiernos no se atreven a tomar medidas con respecto a la vivienda porque piensan que es un activo económico más. Si asumes eso, debes ver que significa eso, es decir, que le va a ir bien a las empresas y a los bancos y le va a ir mal a las familias que no tengan propiedades. Cuando se pregunta a la ciudadanía que la vivienda sea más asequible aunque el precio de su vivienda baje, votan de forma afirmativa. Eso demuestra que hay una desconexión entre la clase política y la ciudadanía.
-¿El actual ministro, Carlos Cuerpo tiene algún interés concreto en el asunto?
-No ha dado tiempo todavía a percibir alguna señal. El caso es que desde los años ochenta se creó una especie de capa funcionarial que tienen como principio que el precio de la vivienda no puede bajar porque es un activo para la vivienda y para las familias. Ahora estamos en un tiempo bueno, algunos miembros del gobierno que también pensaban eso están empezando a cambiar de perspectiva. Pedro Sánchez dijo hace un tiempo que no podíamos tener una sociedad de caseros cada vez más ricos y de inquilinos cada vez más pobres. Se empieza a entender que hay una desigualdad, que tiene que ver con la riqueza en forma de propiedades, unas que se están distribuyendo de una forma más desigual. Si no tienes casa quiere decir que te estás empobreciendo.