VALÈNCIA. Novedades Casino está en (la calle) Cádiz 7. Sí, ya sé, hace unos meses estaba en Azcárraga 10 y hace un poco más en Bolsería 28. ¿Es que Novedades es un comercio nómada?, ¿es que una serpiente con veneno inmobiliario le persigue? La búsqueda de razones comienza a complicarse desde el principio: ‘horario irregular’, canta un cartel en la entrada. Básicamente Novedades Casino abre cuando Pablo Casino está. Si no está, no abre. A ver si va a ser eso. Como ahora sí está, en Novedades suena samba de los setenta. Y Parche, que es un perro, da la bienvenida. Un señor local está trajinando con unas postales de la ciutat, a punto de adquirirlas. Un fotógrafo estadounidense en Polonia, de viaje a València, curiosea antes de llevarse al límite unas imágenes. Está a punto de perder su vuelo.
Pablo Casino también es fotógrafo, puede que una de las miradas más potentes del territorio. Es autor de libros como Barespagnol, un retrato de los emigrantes españoles residentes en Bruselas (donde trabajó en la recepción de un hotel) a través de toda la estructura que conformaron: bares, comercios… A Casino, en mitad del lance, se le escapa la palabra que andaba buscando: gabinete. Es su forma de definir esto que tiene a las puertas de Russafa, y lo que tenía al borde de la Petxina y en el corazón del barrio del Mercat. Un gabinete de curiosidades gráficas que, aunque no son nuevas, llegan a la demarcación como novedades frescas.
Vendría a ser la vieja nueva tienda de souvenirs. A la vez, el fondo memorístico de un país y una costa. Casino es un reptil entre los rastros. Se queda con retazos del ayer que acaban siendo prodigios extraños para el ojo: mira aquel cartel de España para promocionar su turismo veraniego, con dos palomas al frente; o un cartel de la Feria de Albacete, con unos haces de luz que en pleno año 57 del siglo pasado es un esclafit de contemporaneidad.