Opinión

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El eurocristiano tibio

Vencedores y vencidos de las pugnas extremeñas

"A Guardiola no le gusta Vox, lo que es una ventaja en una región tan izquierdista como Extremadura, pero tendrá que entenderse con ese partido o renunciar a la Presidencia y dejar paso a algún compañero dispuesto a hacerlo"

Publicado: 23/12/2025 ·06:00
Actualizado: 23/12/2025 · 06:00
  • María Guardiola.
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Para comprender las reacciones de los distintos partidos políticos a los resultados de las elecciones autonómicas no está mal haberse entrenado en el análisis de la diversidad, una cuestión importante en Genética. En efecto, en 1906 el zoólogo inglés William Bateson propuso dar ese nombre a la ciencia que había de ocuparse de la herencia y la variación en los seres vivos. Mientras que la herencia estaba relacionada con el hecho de que los descendientes se parecían más a sus progenitores que a los demás miembros de su especie, la variación se refería a que, de todos modos, los hermanos no eran idénticos entre ellos ni a sus progenitores. Aunque los significados de esos dos términos se contraponían, Bateson no los había puesto juntos por capricho. Siguiendo un método elaborado por Gregor Mendel a mediados del siglo anterior, los primeros genetistas aprovechaban las diferencias en los aspectos de los miembros de las parejas reproductoras para investigar sobre la herencia. Además, sin variaciones hereditarias las especies no podrían evolucionar y se extinguirían. Había, pues, dos motivos para combinar la herencia con la variación. Ahora bien, analizar la variación no es una cuestión trivial. Por un lado, hay que tener en cuenta la dimensión temporal: la propia variación cambia en el curso de las generaciones, un aspecto fundamental de la evolución. Por otro lado, incluso si nos limitamos a una única generación, hay que distinguir varios niveles de variación: una es la que se da en el seno de las familias, otra entre familias de una misma población, una tercera entre poblaciones de la misma especie y, finalmente, la que se da entre diferentes especies.

 

Los dos con menos diputados se han proclamado vencedores. ¿No tiene gracia la cosa?"

 

Aplicar esas nociones a las elecciones extremeñas nos sugiere la conveniencia de distinguir cuatro facetas: la evolución del voto en relación a la elección anterior, la diversidad en el seno de cada partido, en el seno de cada uno de los dos grandes bloques y, finalmente, entre los bloques. Según cuál de esos cuatro aspectos enfaticemos obtendremos impresiones diferentes, lo que explica algunas de las paradojas detectables en los comentarios de los líderes. Empecemos por una de las más llamativas: de los cuatro partidos que han obtenido diputados, los dos con menos diputados se han proclamado vencedores. ¿No tiene gracia la cosa? En orden decreciente, la prelación de resultados ha sido PP, PSOE, Vox y Podemos-IU. Pues bien, Irene de Miguel, la dirigente de Podemos-IU, cuya formación ha quedado en último lugar, ha declarado que Guardiola, la dirigente del partido más votado, debe dimitir porque ha fracasado. Un poco alucinógeno, que diría Ferreras, el Rojo Vivo.

No menos alucinógena ha sido la reacción de Abascal, el dirigente nacional de la tercera fuerza extremeña, quien ha declarado que “Vox es el gran triunfador” y que ha sido “el real ganador”. El eje temporal de las elecciones nos ayuda a comprender por qué los perdedores andan diciendo que han vencido: han duplicado sus resultados respecto de las elecciones anteriores. Cierto han crecido, pero siguen a la cola de las preferencias de los extremeños. No le falta razón a Guardiola cuando les reclama que hagan una lectura sensata de los resultados, pero no lo han hecho, ni lo harán. Aunque el PP solo haya aumentado un escaño y el PSOE haya perdido diez, ambos partidos siguen siendo los favoritos de los votantes. El fantasma del bipartidismo no acaba de esfumarse por completo. Si tomásemos las elecciones extremeñas como predictores de las futuras elecciones autonómicas podríamos augurar una victoria del PP y una segunda posición para el PSOE, quedando relegados a los dos últimos puestos las fuerzas que ocupan los extremos del eje político.  

En cuanto a la diversidad intrapartidaria solo cabe reseñar el caso de Gallardo, el dirigente del PSOE. Con un día de retraso ha dimitido y ha acusado a sus compañeros de asumir durante meses el marco de la derecha. Se refiere al hecho de que está acusado de haber enchufado ilegalmente al hermano del presidente del gobierno español. En justa correspondencia, algunos de sus compañeros le han pedido no recoja el acta de diputado. Ración de magras con tomate a que la recogerá para seguir aforado. ¿Se acuerdan ustedes de cuando los socialistas pedían dimitir a los cargos políticos investigados judicialmente? Bueno, pues ahora los sanchistas los presentan de candidatos.

 

El hecho de que Abascal haya invitado a Guardiola a explotar una alianza con el PSOE o con Podemos-IU solo es una provocación con fines propagandísticos"

 

Pasemos ahora al análisis de los resultados en el seno de cada bloque, el constituido por PP y Vox y el constituido por PSOE y Podemos-IU. Puesto que previsiblemente el segundo no gobernará, no tiene mucha importancia que la única posibilidad de la fuerza extrema sea influir sobre su complementaria. Más importante es el hecho de que Vox no solo puede influir sobre el PP, sino decidir si gobernará y, en su caso, si podrá hacerlo de forma estable. El hecho de que Abascal haya invitado a Guardiola a explotar una alianza con el PSOE o con Podemos-IU solo es una provocación con fines propagandísticos: por más que insista, no va a convencer a casi nadie de que el PP y el PSOE son lo mismo. Por ejemplo, los populares no creen en la plurinacionalidad de España, una tesis que han abrazado los socialistas. Y esa no es una diferencia trivial, sino central.

Sabemos que a Guardiola no le gusta Vox, lo que es una ventaja en una región tan izquierdista como Extremadura, pero tendrá que entenderse con ese partido o renunciar a la presidencia y dejar paso a algún compañero dispuesto a hacerlo. Otra ración de magras con tomate a que preferirá negociar. Más difícil es que Vox se resigne a aceptar que es la fuerza minoritaria en su bloque. De hecho, el PP tiene más diputados que la suma de PSOE y Podemos-IU, pero eso no disuadirá a Vox de comportarse como si hubiese ganado las elecciones. La santa intransigencia es una de sus señas de identidad, pero tendrá que relajarla un poco si no quiere bloquear la situación. Y si la bloquea podría resultar perjudicado. Todos los que han intentado fastidiar a la fuerza mayoritaria de su bloque han salido escaldados, como le pasó a Podemos con el PSOE y a Ciudadanos con el PP.  ¡Atenta la compañía!

Queda, finalmente, comentar las diferencias entre los dos bloques, pero ese ejercicio es difícil en el caso extremeño porque falta un componente esencial del bloque izquierdista: las demás fuerzas plurinacionales y las fuerzas separatistas. En efecto, mientras que un bloque solo consta de PP y Vox, el otro bloque consta de PSOE, Podemos, IU, Comunes, Compromiso, Más País, BNG, IRC, Bildu, PNV y, aunque reniegue, Juntos. Es fácil detectar que el bloque PP-Vox se ha convertido en mayoritario en Extremadura, y probablemente lo será en casi todas las autonomías monolingües, pero también es seguro que será minoritario en Vasconia y Cataluña. En consecuencia, la única esperanza del sanchismo reside ahora en las fuerzas cuyo objetivo es parasitar al resto de los españoles. Ese es también su baldón, y solo una fuerza que se dijese española podría restaurar el sentido patriótico de la izquierda.

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