Siete meses ha tardado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en reunirse con las asociaciones de víctimas de la Dana. Un retraso incalificable, que se suma al que también acarrea en visitar las poblaciones afectadas. Lo hizo poco después del 29-O, en esa crispada visita con los reyes y Carlos Mazón que acabó con el presidente del Gobierno saliendo de allí a toda prisa rodeado de escoltas. Es comprensible que esa visita, tan extemporánea y mal enfocada, le dejara mal sabor de boca a Pedro Sánchez. Pero esto no excusa, sino que agrava todavía más, su dejación de funciones en los meses posteriores: precisamente porque quedó muy clara la gravedad y extensión del descontento ciudadano con las instituciones, el presidente del Gobierno debería haber tomado cartas en el asunto mucho más, y mucho antes. Debería haber hecho lo que ha comenzado a hacer ahora hace meses. Debería haber tenido una presencia pública en Valencia y en las poblaciones afectadas mucho más constante, para mostrar con hechos y con palabras su compromiso con las víctimas y con el territorio afectado.
No lo hizo, pero ha comenzado a hacerlo, por fin. No hay que olvidar lo que no hizo, porque nos dice mucho, y muy malo, de la medida del personaje. Pero igualmente hay que reconocer que ahora, por fin -más vale tarde que nunca- se ha dignado rectificar ese insólito comportamiento. También nos dice mucho de los políticos españoles que haya sido la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la primera en recibir a las asociaciones de víctimas, y que sólo después de eso las haya recibido el presidente del Gobierno español. Es el mundo al revés: primero reciben la comprensión y empatía de la administración pública más lejana y distante, y después de las otras. Al menos, del Gobierno español, cuyo presidente ha hecho acto de presencia esta semana en Valencia. Mazón, aunque se supone que vive aquí y aunque ha quedado establecida claramente su responsabilidad y su competencia sobre la gestión de las inundaciones, ni está, ni se le espera. Precisamente porque lo que a estas alturas ha quedado claro a ojos de todo el mundo es su profunda irresponsabilidad e incompetencia.

- Carlos Mazón. -
- Foto: ROBER SOLSONA/EP
Aunque la responsabilidad en lo sucedido de los dos dirigentes, Sánchez y Mazón, no es parangonable, sí lo es la crítica por su dejación a las víctimas durante meses: ni visitas, ni reuniones, ni muestras de apoyo o compromiso para solventar su situación, más allá de ocasionales declaraciones que sonaban a pura palabrería y, en el caso de Mazón, directamente mentiras, como cada vez que afirma que se ha reunido con las víctimas en secreto o que sus puertas siempre están abiertas, y es a continuación desmentido con rotundidad por las víctimas. Ahora, por fin, Sánchez se ha dignado comparecer. Mazón, que claramente sólo piensa en una salida del poder que le permita mantener el aforamiento para librarse de la jueza de Catarroja, Nuria Ruiz Tobarra, no tiene ninguna pinta de hacer lo propio, y menos ahora que han vuelto los rumores de fondo que hablan de defenestrarlo más pronto que tarde de la Presidencia de la Generalitat.

- Intervención de las asociaciones. -
- Foto: KIKE TABERNER
Al menos, parece que la reunión de Sánchez con las víctimas no fue una operación meramente cosmética de relaciones públicas, a juzgar tanto por su duración (más de tres horas) como por lo que han comentado después los presidentes de las distintas asociaciones que participaron en la reunión: Sánchez se la había preparado bien, abordó los principales problemas de las víctimas y propuso soluciones concretas. Otra cosa es que luego todo esto cristalice, que ya sabemos que muy a menudo hay una distancia sideral entre lo que el presidente afirma que se va a hacer y lo que luego, efectivamente, se acaba haciendo. Pero, en el peor de los casos, hay que decir que, si Sánchez planteó esta reunión como una operación de lavado de imagen, le ha salido inicialmente bastante bien, verosímil en su rol de presidente atento y preocupado, y en todo caso es una iniciativa nítidamente positiva. Lo ha hecho seis meses tarde, pero lo ha hecho. Ahora, esperemos que siga en esa misma línea.
Por supuesto, y dado cómo está el ambiente, Sánchez llegó a Valencia sin hacer pública su agenda, para evitar altercados y situaciones desagradables. En el exterior de Delegación del Gobierno, donde tuvo lugar la reunión, sendas "concentraciones ciudadanas espontáneas", una orquestada por PP y Vox para mostrar la indignación de sus militantes con el presidente del Gobierno, otra por el PSPV para darle su cálido apoyo al secretario general. A cual más patética en el ridículo teatrillo de la política profesional y los carguillos que viven de la misma, cada vez más alejada de la ciudadanía y sus preocupaciones. No en vano su vida, sus problemas y sus prioridades (los de los carguillos), tienen poco que ver con los de la gente normal.