Opinión

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El interior de las cosas

La nueva normalidad

Han pasado cinco años de la pandemia de COVID-19, con cierta memoria nublada, con cierto miedo engendrado aquellos meses y no resuelto

Publicado: 17/03/2025 ·06:00
Actualizado: 17/03/2025 · 06:00
  • Umberto Verdoliva
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CASTELLÓ. Aquel día 13 de marzo de 2020, mi perro Pancho y yo nos trasladamos a Castelló, desde València, con una maleta a cuestas, pensando que el confinamiento sería breve. El estado de alarma y confinamiento se decretó el 14 de marzo, ya instalados en una nueva casa y recién estrenado un nuevo trabajo de asesora en el Ayuntamiento de Castelló. Mi vecina Carmen era el único ser humano con quien me relacioné en ese prolongado y angustioso encierro. Me convertí en su asistente porque ella no podía moverse de casa, compraba para ella, recogía sus medicamentos, resolvía sus problemas de liquidez usando su tarjeta. Un nivel de absoluta confianza en aquellos momentos tan extraños. Solo nos comunicábamos por los balcones lindantes, además de coincidir las dos a las 20h cada tarde para apoyar y aplaudir los servicios sanitarios que se estaban dejando la piel para luchar contra la epidemia de coronavirus, de COVID-19.

Han pasado cinco años, con cierta memoria nublada, con cierto miedo engendrado aquellos meses y no resuelto. Murieron decenas de miles de personas, no se pudo acompañar ni despedir a los seres queridos. El aislamiento era total. Y menos mal, porque se salvaron otras muchas miles de vidas. En Castelló, la alcaldesa Amparo Marco convocó, a finales de febrero, la primera reunión del Cecopal, Centro de Cooperación Operativa Municipal para situaciones de emergencia. En esa reunión se abordó la gravedad de la situación y la posibilidad de aplicar restricciones teniendo en cuenta la sucesión de las malas previsiones y un contagio del coronavirus cada vez mayor. El 10 de marzo, la alcaldesa Amparo Marco y el President de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, anunciaban paralelamente la supresión de las fiestas de la Magdalena y las Fallas. Aquello fue una decisión grande, que sorprendió y cabreó por partes iguales a quienes nunca creyeron en las recomendaciones, previsiones y estados de alarma, sobre todo la ultraderecha, Vox, la misma que ahora gobierna junto al PP. 

Mirko Saviane
  • Mirko Saviane

El confinamiento suspendió cualquier actividad presencial, exceptuando los servicios sanitarios, esenciales y urgencia de la ciudad. Nos hicimos expertas y expertos en video llamadas y reuniones telemáticas. Varias veces al día se reunía el equipo de gobierno municipal. La única persona que siguió todo el desarrollo del confinamiento de manera presencial fue la alcaldesa Marco. Permaneció a pie de calle esos meses tan duros, con escasa información, no se conocían los datos de incidencia del virus en la ciudad. El Ayuntamiento coordinó el gran despliegue, desde València, del material preventivo que se repartía en servicios municipales activos, servicios sociales e, incluso, Residencias de personas mayores. Guantes, equipos de protección individual (EPI), mascarillas, gel desinfectante… El trabajo fue incesante, con el compromiso y entrega de varios concejales y el personal municipal vinculado a estas necesidades y servicios de urgencia. Se establecieron canales de comunicación con el Ministerio que dirigía Salvador Illa y con la Conselleria de Sanidad que tenía al frente a Ana Barceló.

Fueron semanas muy difíciles, de soledades y temores, pero tanto desde el Ayuntamiento, Diputación Provincial y la Generalitat Valenciana se mantuvo el trabajo, sin horas ni festivos. Grupos de especialistas y representantes institucionales al frente, sin detenerse, casi sin descansar, abrumados por una pandemia y situación desconocida, sin precedentes, con la gran responsabilidad de adoptar decisiones importantes. En el siguiente año, 2021, tampoco se celebraron las fiestas de la Magdalena y las Fallas se trasladaron a septiembre, pero con restricciones y control de aforos. En el denominado regreso a la normalidad se mantuvieron medidas especiales para evitar aglomeraciones y encuentros numerosos de personas, medidas que afectaron a la hostelería, al deporte, a la cultura y a todas las instalaciones públicas.

Albarrán Cabrera
  • Albarrán Cabrera

Es preciso recordar, revivir aquellos años. La sociedad castellonense, todas las sociedades, mostraron una máxima corresponsabilidad, solidaridad y apoyo a las decisiones. Salvo el partido de Vox, hubo consenso, nadie cuestionó las medidas adoptadas por los distintos gobiernos. El uso de la mascarilla se prolongó en el tiempo y la llegada de las vacunas fue milagrosa, a pesar de sus detractores, (como lo siguen siendo los negacionistas de Vox y también Trump).

Llegó la nueva normalidad, y dijimos que saldríamos mejores después de la tremenda experiencia. No ha sido así. La nueva normalidad es una sociedad que sufre un desasosiego en extremo y mucha incertidumbre. La solidaridad se ha visto, afortunadamente, tras la trágica DANA de València, pero la cotidianidad deja casos insólitos, por ejemplo, de mal trato al personal sanitario y otros prototipos vomitivos de insolidaridad. 

La nueva normalidad de este mundo va a la deriva tras la llegada de Trump a la presidencia norteamericana, generando un país que dirige la más grande red de mentiras, propaganda y mafia, jamás vista. Trump quiere convertir al mundo en un lugar peligroso, incierto, con países de súbditos, tal como está haciendo con Estados Unidos. Aquí, está pasando algo similar con la actitud desplegada por el PP y su ultraderecha Vox. En Europa está pasando lo mismo y debemos reaccionar. Avanzamos hacia la supremacía de grupos políticos  y económicos fascistas. Crece el absolutismo, el racismo, el machismo, el fomento de las desigualdades y los recortes gravísimos de la justicia social. 

Fred Herzog
  • Fred Herzog

Mi vecina Carmen suspira y nos ponemos a comer un potaje de garbanzos, espinacas, bacalao y huevo duro. El segundo plato de la comida de ayer fue una merluza rebozada en harina y huevo batido, acompañada de pimientos asados, rojos y verdes. El postre fueron manzanas verdes. Hemos recordado el confinamiento, la tristeza de no poder ver a nuestros hijos y nietos, alguno recién nacido. Hemos recorrido el tiempo y la lentitud de aquellos meses, aquellos años. Y no somos mejores

Buena semana. Buena suerte. 
 

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