Nueva edición del congreso de directivos Opendir de Alicante. Y una nueva más, otro evento de nivel, de los pocos que puede presumir de valor añadido y de convertirse en una cita ineliduble para cualquier gestor empresarial. Este año, el cónclave ha versado sobre la incertidumbre, esa palabra a la que los periodistas y los empresarios, cada vez más, estamos acostumbrados a lidiar. Los periodistas porque va en nuestro ADN; a los empresarios porque desde hace más de una década, su ámbito de influencia dejado de ser local y se ha convertido en algo global, en el que cualquier crisis, decisión política o acontecimiento inesperado, como las consecuencias del cambio climático, en la parte del mundo que sea, puede impactar en su cuenta de resultados, por pequeña sea.
El congreso tenía muchos alicientes. Toda mesa de debate o ponencia es interesante en los tiempos que corren. Pero yo me quedo con dos. Las conferencias del periodista Vicente Vallés, y la de empresario alicantino Enrique Riquelme. El primero, por la audiencia e infuencia de sus noticiario televisivo. El segundo, por la dimensión que ha adquirido un directivo/emprendedor local en el ámbito internacional con la adquisición de Abengoa.
Posiblemente, la conferencia de Vallés decepcióno a muchos. Quizás, el respetable esperaba más claves políticas -a mi entender, solo dio dos-, pero desde luego dio una clase magistral de gestión periodística. De cómo la introducción de la tecnología en la edición de los informativos en teletivisión puede provocar cambios importantes y cómo un espacio -en su caso, el informativo que edita, pero todo contenido periodística en general- debe mantener la independencia y la distancia con posibles anunciantes, incluida la administración pública, uno de los principales clientes de cualquier empresa periodística.

- Vicente Vallés -
- Foto RAFA MOLINA
No es fácil mantener la trayectoría que ha mantenido Vallés a lo largo de su carrera. Desde sus inicios en Telecinco hasta situar al informativo noctuno de Antena 3 en el más visto, con diferencia del resto. El periodista dio dos claves: análisis y contexto, algo que no suele gustar a los políticos, sea del signo que sea, y máxime si están en el poder. Desde luego, más allá del enfoque, siempre respetable, la realidad de la relación entre los medios de comunicación y la administración púbica es así: si sigues sus argumentarios, tienes casi (todo) lo que quieras; cómo tengas criterio propio, ya quedas a su discrecionalidad.
Posiblemente, el masivo grupo de directivos que escuchaba con atención su alocución esperaba algo más de las claves que dio: Trump no podrá parar la guerra de Ucrania; está en manos de Putin; y que el Gobierno -ni sus socios- no convoca elecciones porque no tiene motivaciones. Esperaba alguna crítica razonaba contra Pedro Sánchez, pero con Carlos Mazón presente -creo-, se vislumbraba inverosimil que perdiera el equilibrio, y, por tanto, no lo hizo. Les dijo algo a los empresarios/directivos que es el pan nuestro de los periodistas: gestionar la incertidumbre.
También fue muy interesante la conferencia de Riquelme. Sobre todo, porque explicó de dónde ha partido y a dónde ha llegado. La pedagogía de la tayectoria de Riquelme sirve para demostrar que tampoco lo ha tenido fácil, pese a proceder de una familia de empresarios, y que nadie le ha regalado nada para llegar hasta dónde está actualmente. Es más, tuvo la oportunidad, como explicó, aprovechar una oportunidad en el segmento de la empresa de su padre -los áridos- con las obras del AVE en la provincia de Alicante, pero finalmente optó por emprender y aprovechar las ocasiones que le dio el Canal de Panamá, y posteriormente, la energía, y ahora el agua. Como dijó, empezó a trabajar con 12 años y desde ahí a crecer por su inquietud por implantar un proyecto empresarial sostenible con el tiempo. Y cuándo esa gallina de los huevos de oro que era el Canal de Panamá se acabó, pues supo ver otro nicho de negocio en el mismo país. Y cuándo todo viento en popa en Sudamérica decidió volver a España a acometer sus desafíos, en este caso, Abengoa, que no es poca cosa. Pudo contar la múltitud de obstáculos que se habrá encontrado, pudo quejarse de la burocracia, o de la carga fiscal de las empresas, pudo rajar de la inseguridad jurídica de algunos estados, pero optó por dar unos consejos a todos aquellos que quieran seguir un camino en solitario. Unos consejos, a mi modesto entender, que valen para cualquier: "No tener miedo a equivocarse"; "hay que medir siempre los riesgos"; "el capital siempre viene si tú cuidas la empresa"; y siempre gana el que se adapta mejor a las circunstancias". Es decir, Riquelme sabe de lo que habla y se nota que no lo ha tenido fácil para llegar hasta dónde ha llegado. Puede parecer fácil, o no. El secreto es siempre encontrar un mercado y darle valor a tu producto. Pero como estamos acostumbrados a tanto cuñadismo (también empresarial), a veces, al empresario sufre los males de la democracia. Que como nadie la defiende ni hace pedagogía de ella (ni de ellos), pues se llevan palos inmerecidos. Es lo que pasa cuando no cunde el ejemplo de las buenas prácticas, ni las democráticas, ni las empresariales (y, por extensión, las patronales y las sindicales).