Opinión

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El recuerdo de ETA

Publicado: 20/03/2025 ·06:00
Actualizado: 20/03/2025 · 06:00
  • La exdirigente etarra Iratxe Sorzabal en una imagen de archivo durante un juicio en la Audiencia Nacional.
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La exdirigente etarra Iratxe Sorzabal ha sido juzgada esta semana en la Audiencia Nacional, por la colocación de una bomba en el aeropuerto de Alicante-Elche en julio de 1995. La bomba, afortunadamente, fue encontrada y desactivada sin causar daños. Además de una pena de seis años de cárcel, la Fiscalía pide para Sorzabal, detenida en Francia en 2015 junto al exjefe de ETA David Pla, la prohibición de volver al lugar de la comisión del delito durante cinco años.

La semana pasada hablábamos sobre los cambios que se habían producido en nuestra sociedad cinco años después del covid. La pandemia mundial acabó con muchísimas vidas y nos obligó a confinarnos lo que provocó otro tipo de daños y cambios en nuestras rutinas. Hace unos días escribía yo por aquí que la mente humana tiene la facilidad de amortiguar o relegar a un sitio recóndito del disco duro de la mente los recuerdos negativos…

Mis hijas, algunos de mis compañeros jóvenes… una generación completa en este país, no saben quiénes eran los etarras y qué hacían. No saben que esas muertes no eran a causa de un virus que no tenía capacidad de decidir a quién afectaba o cuales eran sus consecuencias. Esas muertes, ese terror, esa extorsión y esa violencia física, pero también y muy dañina, psicológica, eran causadas por personas, hombres y mujeres en plenas facultades mentales.

La banda terrorista ETA asesinó a 853 personas en España, (20 menores entre ellas), desde su primer crimen en 1968 hasta el último en 2010. Causó muchos heridos, más de dos mil personas, algunas con graves amputaciones, como Irene Villa y ocasionó el terror de miles de personas que debían salir a la calle cada mañana y mirar debajo de sus coches o detrás de su espalada por si los asesinos ponían una bomba o les pegaban un tiro por la espalda. Y no solo ellos vivían aterrorizados y no solo asesinaban en el País Vasco.

En la provincia de Alicante perpetraron muchos atentados, y causaron muchas muertes. En el año 1991 pusieron un coche bomba junto al cuartel de la Guardia Civil de Mutxamel que fue detectado y al ser retirado para su comprobación, estalló matando a dos policías y el conductor de la grúa. En Santa Pola lo intentaron otra masacre en 2002 cuando pusieron otro coche bomba junto al cuartel y acabaron con la vida de una niña que estaba en su casa en un edificio frente al cuartel y un jubilado que espera el autobús. ETA cometió más de 50 atentado en la Comunidad Valenciana.

El 29 de julio de 1995 una trabajadora de la limpieza estaba vaciando una papelera en el aeropuerto Alicante-Elche cuando vio un artefacto sospechoso y avisó a seguridad. Ese gesto salvó la vida de miles de pasajeros que, en plena temporada turística, pasaban por esa zona continuamente.

Ayer se juzgaba a la mujer, la terrorista que puso la bomba y me hizo recordar qué fácil hemos olvidado que no solo los amenazados directamente vivían bajo el terror.

Era un estado constante de miedo, los cargos públicos, los militares y muchas personas debían llevar escolta todos los días y no de los de ahora, que sobre todo les protegen de la gente y sus achuchones o de un descerebrado que le dé un guantazo o les tire una tarta. Entonces los escoltas estaban muy especializados en atentados terroristas, o sea, bombas y tiros en la nuca que es como casi siempre mataban.

Alcaldes de pueblos bien pequeños o lejanos a todo eso debían protegerse, porque los mataban, o secuestraban que era otro terror que afectaba a toda la sociedad.

Un día, con mucho dolor por en medio, esfuerzo, intentos fallidos y desgaste, aquello acabó.

Ahora ha quedado en un mal recuerdo que juicios como el de la etarra ayer en la Audiencia Nacional nos trae de nuevo a la mente.  Recuerdos de cómo las noticias de última hora, la interrupción de una retransmisión deportiva para dar una noticia o la entrada de un teletipo urgente nos ponía los pelos de punta porque sabíamos que detrás casi seguro que estaba ETA.

Gracias trabajadora de la limpieza del aeropuerto. No sé si se lo han dicho mucho, pero se lo digo y otra vez. Gracias por que ese día evitó una masacre.

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