Diego Quiles Navarro ha fallecido en Elche dejando a una familia numerosa desolada y a muchas personas, asociaciones y entidades tristes por la pérdida de un hombre bueno, hecho así mismo, innovador, atrevido, responsable, amigo de sus amigos y enamorado de su ciudad.
De origen humilde, tras ayudar a su padre en un negocio de ganadería, comenzó a trabajar en una fábrica de calzado que acabó comprando junto con su hermano Pepe y convirtiéndola en el mayor referente ilicitano deportivo. Kelme, cuando aún se estaban inventando las marcas y el marketing, marcó hitos en un mundo que empezaba a globalizarse.
Recuerdo la sorpresa que me llevé cuando en 1989 estuve en Estados Unidos de intercambio de estudios y unos chicos del instituto al que fui en Saint Louis, Missouri “fliparon” con mis zapatillas. Por mis Kelme blancas que eché a la maleta sin saber que en la casa de Nike me las iban a envidiar.
Diego, y por supuesto, Pepe Quiles, no solo innovaron en internacionalización y en la imagen de marca del producto, también fueron los pioneros en patrocinar deportistas y equipos. El ciclismo en España debe mucho a Diego y Pepe Quiles. Menudas presentaciones del equipo ciclista se marcaban cada año en FITUR. Bueno en FITUR y la noche antes en céntricos hoteles de Madrid donde no solo invitaban a la prensa especializada de la capital, sino también a los periodistas de Elche que íbamos a cubrir el evento y que tras la cena salíamos de allí cada uno con un par de zapatillas.
Y qué decir del Elche C.F.
Diego Quiles fue directivo y presidente en varias ocasiones, en la época en la que los directivos tenían que poner dinero de su bolsillo a fondo perdido. Sé de lo que hablo, créanme, dinero que ponían y que le costó algunos disgustos familiares.
La anécdota más destacada que se recuerda se vivió en una asamblea en la que el Elche estaba a punto de desaparecer. Se celebraba en el Gran Teatro y Diego llegó un poco tarde, cuando entró fue aupado a la presidencia literalmente, salió de allí a hombros como los toreros. Nunca se sabrá si su llegada a la asamblea tarde, con la gente dentro “caliente” buscando una salida a un problemón, fue una estrategia o seguramente una casualidad. La cuestión es que su presencia generó confianza en los aficionados y en los demás empresarios que una vez más apostaron por el Elche de sus amores con su propio patrimonio.
Diego Quiles era callado y muy observador, rasgo que distingue a las personas más inteligentes. Era capaz de estar en una partida de cartas, en una reunión o en un consejo de dirección y no decir ni una palabra, pero no se le escapaba nada de lo que sucedía a su alrededor.
Era familiar, Sacra, su hijo y sus cinco hijas eran su vida junto con sus nietos y nietas. Disfrutaba mucho también con sus amigos. Era educado, prudente y poco dado a la vanidad.
Desde que saltó la noticia de su fallecimiento he intentado hacer memoria y la última vez que hablé con él fue en una comida del Rotary Elche. Estuvo una década participando de su actividad filantrópica. Nos sentamos juntos y por lo bajini me dijo, eres hija de Antonio Medina ¿verdad? La periodista. Le dije que sí. Sonrió. Me contó alguna anécdota de sus nietos y se dedicó a escuchar las tonterías que ese grupo de periodistas estuvimos contando ese día sobre la política.