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ENRIC MONTEFUSCO ACTÚA EN ALICANTE ATIENDE

“Suelo hacer las canciones casi sin control, espontáneamente, como una víscera”

ALICANTE. A la tercera va la vencida. Parecía que los dioses de la telefonía móvil estaban decididos a impedir que Enric Montefusco, el que hasta 2015 fuera voz de los evolucionados Standstill, nos saludara con su tono amable y un tanto apremiado por la promoción de Meridiana, primer trabajo en solitario, auténtica caja de bombones sonoros que le está reportando reconocimiento de público y crítica, acompañado por un cierto punto de estrés comunicativo. Aún así, es capaz de aislar la conversación de impulsos externos y ofrecer la sincera impresión de que a pesar de disponer de un tiempo limitado, se podría retomar en cualquier momento, en el punto en que se ha dejado, y mantenerla como si ambos interlocutores se encontraran en alguno de los bares de ese barrio homenajeado, trazado tiralíneas por Ildefonso Cerdá, en el rediseño de la Barcelona del siglo XIX. El nombre de la avenida, por extensión del barrio, ahora del disco de Montefusco, proviene su ubicación, puesto que su tramo inicial coincide con el meridiano Dunquerque-Barcelona, utilizado en 1791 para definir la longitud del metro.

Anécdotas topográficas aparte, a veces el nombre hace la cosa y tirando de cosas propias, no es esta una de las entrevistas de Calaveras o Diablitos, pero dada la identificación clara del disco con una zona emocionalmente sensible, a nuestra pregunta de si “de barrio o de pueblo” casi todo el mundo responde “de pueblo”, Enric Montefusco responde con rotundidad “yo soy más de barrio, aunque si he de ser sincero, vivo en un pueblo y mis mejores recuerdos son también de pueblo, pero toda mi vida ha sido una vida de barrio, de Meridiana”. Y en este disco le haces un homenaje. “Sí, claro, siempre había estado ahí, pero en este disco ya es explícito”.

Como explícita ha tenido que ser la cita al pasado Standstill, a pesar de los intentos por evitarlo, ya que Meridiana parece el resultado de un proceso de strip tease, de despojamiento sonoro desde diferentes etapas con la banda, hasta llegar a este estado de desnudez, como de ponerse el pijama para irse a la cama. “Yo creo que han confluido varias cosas. Por primera vez en mi vida he podido contar con los músicos que he querido y con la cantidad y calidad de instrumentos que me ha apetecido en cada momento. Eso se ha notado, no era necesario que hubiera una guitarra eléctrica, no era necesario que hubiera una batería siempre, no era necesario que tocáramos todos a la vez, y creo que he hecho uso de esa libertad para componer canciones con menos elementos, más básicas. Además, va a la par con la idea del disco y con mi momento personal y creativo”. Un proceso creativo que sin embargo no ha comportado un cambio sustancial en la manera de trabajar las canciones. “Diría que sí y que no, ya desde Stanstill hay una fase en que cierro las canciones en la intimidad, para después buscar complicidades, buscar los arreglos, complementariedades, eso diría que en esencia ha sido igual. Ahora, he tenido más libertad para buscar un vestido acorde. En el fondo, el proceso ha sido similar”.

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