ALICANTE. El debate entre candidatos a la Alcaldía de Alicante, organizado este miércoles por 12 TV, ofreció una foto que puede resultar definitiva sobre la evolución de los bloques políticos que se disputan el gobierno de la segunda ciudad de la Comunitat.
A solo cuatro días de la cita con las urnas, los cinco aspirantes principales -Luis Barcala (PP), Paco Sanguino (PSPV-PSOE), Xavier López (Unides Podem EU), Mari Carmen Sánchez (Ciudadanos) y Natxo Bellido (Compromís)- volvieron a confrontar iniciativas a lo largo de 90 minutos en el cuarto coloquio electoral de lo que va de campaña.
A grandes rasgos, todos se dedicaron a repetir las propuestas centrales que vienen desvelando desde hace diez días, en asuntos como la necesidad de que se redacte un nuevo Plan General, casi como si esa fuese la panacea, la solución a los problemas y carencias que arrastra la ciudad. Nadie se sacó ningún conejo de la chistera para atraer votantes (aunque sí salió a colación la tienda de pequeño formato de Ikea), ni para tratar de restar crédito a los oponentes. Pero sí pudo verse cómo se han modificado algunas posiciones de partida.
El primer cambio significativo que se pudo apreciar fue la aparente pacificación en el eje del centro-derecha. A diferencia de lo que sucedió en los primeros actos electorales, y en el primer debate organizado por Radio Alicante, esta vez no hubo confrontación directa entre Sánchez y Barcala. La representante del partido de Albert Rivera estuvo mucho más comedida y casi no prestó atención al aspirante del PP, más allá de tímidos reproches a la paralización de la ciudad (en la que la alcaldable de Cs responsabilizó tanto a Barcala como al extinto tripartito). Al margen de eso, también fue reseñable la referencia a la supuesta corrupción del PP vinculada a su propuesta de Plan General investigado en Brugal.
Barcala le contestó con críticas sobre la inviabilidad de su propuesta de fiscalidad (rebaja del IBI para dejar el tipo al 0,4%, y de la plusvalía hasta el 50%) que, según dijo, no tiene encaje legal y que, además, tildó de improvisada.
Por lo demás, ambos se apoyaron mutuamente para contradecir al aspirante de Compromís, Natxo Bellido, y para recriminarle tanto a él como al candidato socialista, Paco Sanguino, su corresponsabilidad con las decisiones -o con la falta de inversiones- del Consell, compuesto por sus respectivos partidos.
Eso sí, ni Sánchez ni Barcala dieron señales de un posible pacto postelectoral. El popular insistió en su pretensión de crecer en concejales para poder gobernar en solitario con pactos puntuales desde el consenso, y la líder de Cs reiteró que tiene una hoja de ruta para Alicante y que sólo contempla encabezar una posible alianza con partidos constitucionalistas que la aceptasen.
Barcala se mantuvo sólido en sus intervenciones a la hora de defender sus propuestas, tanto por la condición cualificada que le proporciona ocupar la Alcaldía en la actualidad, como por el bagaje y la experiencia acumulada a lo largo de todo el mandato. Fue, junto a Bellido -el otro candidato que ha ejercido como portavoz municipal estos cuatro años-, el que transmitió mejor sus posiciones, pese a tener que defenderse de las embestidas del alcaldable de Compromís y de su homólogo de Unides Podem EU, Xavier López, sobre los casos de corrupción que afectan al PP y sobre la deuda millonaria que el PP dejó en el Ayuntamiento en 2015.
Sánchez flojeó a la hora de comunicar e incurrió en algunas contradicciones sobre los impuestos y la mejora de los servicios municipales (en las que hurgaron sus contrincantes), aunque sí consiguió mantener un tono propositivo sobre su proyecto de parque empresarial junto a Mercalicante, por ejemplo. Con todo, abusó del ideario nacional de Cs sin llevarlo al terreno de Alicante con medidas generales repetidas por el partido en las últimas convocatorias electorales, como adelgazar la administración o simplificar burocracia para ayudar a generar empresas, negocios y empleo.