ALICANTE. Todo son incógnitas sobre el futuro de la gobernabilidad de San Vicente del Raspeig: la segunda ciudad en peso demográfico de l'Alacantí (y una de las diez de mayor tamaño de la provincia, con 57.785 habitantes censados, según el INE) conectada y a veces ensombrecida por la propia capital, con la que coopera, comparte y también compite a la hora de proporcionar servicios y ofrecer empleo a sus residentes.
La contienda electoral del próximo 26 de mayo se disputa entre 11 candidaturas distintas: PSPV-PSOE, PP, Ciudadanos, Esquerra Unida, Podemos, Compromís, Vox, Ahora San Vicente, Contigo, PCPE y Vecinos de San Vicente (VESARA). También se inscribió el partido Juntos Ganamos, pero su candidatura no quedó proclamada.
En cualquier caso, todo parece indicar que solo siete de ellas -las siete primeras- podrían tener opciones reales de formar parte de la próxima corporación municipal. En el mandato que ahora finaliza, son seis las formaciones que se encuentran representadas en el Ayuntamiento. Así, salvo descalabro de alguna de esas siglas, parece probable que todavía podría ampliarse más esa fragmentación política con una hipotética y plausible incorporación de Vox.
¿La conclusión? Salvo sorpresa, el color político de la Alcaldía se decidirá a través de la negociación de pactos entre bloques: ya sea simplemente para favorecer la investidura del nuevo alcalde, o bien para compartir competencias de gobierno con vocación de continuidad para cuatro años.
Ese escenario es, de hecho, el que se dio en 2015. El PP, entonces encabezado por Luisa Pastor como candidata a la reelección, fue la lista más votada con 7 concejales. Sin embargo, la suma de PSPV-PSOE, Guanyar (la marca liderada por EU), Sí se Puede (la lista impulsada por Podemos) y Compromís dio lugar a un cuatripartito que convirtió al socialista Jesús Villar en nuevo alcalde y mandó a los populares a la oposición, junto a Cs.