NOVELDA. Existe una verdad universal indiscutible: que todos los seres humanos que nacen mueren. Si un Comité de la Verdad Universal fuera el filtro para introducir nuevas evidencias irrefutables, seguramente una de las propuestas con más posibilidades de entrar en este selecto club sería que las historias son infinitas. Es decir, todos los días ocurre algo, hay nuevas vivencias. Además, el avance tecnológico convierte a esta sociedad en la de la sobreinformación y también propicia la evolución favoreciendo, por ende, nuevos relatos. Por ello, un mundo que ha agotado todas las historias que se puedan contar es, a todas luces, impensable... ¿O no?
Ese es el escenario que plantea la escritora noveldense Ana Durá en su novela Casablanca sin Bogart, en la que presenta a un joven escritor que vive en un mundo en el que todas las historias están ya contadas. Tal es la situación que el protagonista ha creado un 'Consejo de lo Original' para decidir "qué novelas se publican y cuáles no, cuáles pasan el filtro y cuáles se quedan fuera", puntualiza la autora, quien cuenta que su relato se basa en una observación de la realidad: "En los últimos años he visto que las películas se versionan mucho, repitiendo una y otra vez la misma historia con la excusa de adaptarla a los tiempos y que el público la capte mejor. Es algo que me llamó la atención y me pregunté si en algún momento las historias llegarán a acabarse".