ALICANTE. A la Unión Empresarial de la Provincia de Alicante (Uepal), heredera moral de la extinta Coepa, le hacía falta un acto como el de este viernes. Una entrega de premios (no era la más audaz en el fallo ni, aunque por momentos lo pareció, la más emotiva, porque esa fue la primera, en 2019) que normalizase su perfil institucional. Una reunión de empresarios, algunos muy potentes, no todos asociados, a la que acudiesen el presidente de la patronal autonómica, el alcalde de Alicante (donde se celebraba) y el president de la Generalitat.
Han tenido que pasar cinco años y cambiar los dos presidentes (el de la organización empresarial y el del Ejecutivo valenciano) para que se produjese la magia: Uepal aparece por fin como un actor institucional plenamente integrado en el establishment de la sociedad civil. Y puede permitirse el lujo de, en un mismo acto, tender la mano a Valencia y homenajear a dos de las voces más críticas con el trato que históricamente han dispensado el Cap i Casal y sus organizaciones a la provincia, con el presidente autonómico que debe cambiar ese statu quo presente (Ximo Puig nunca acudió a una gala de Uepal durante su mandato, y le costó participar en alguna de Aefa). Y que no chirríe.