ALICANTE. Nunca hubieran imaginado que sus vidas se cruzarían, entre otras cosas porque no se conocieron. Se preguntará entonces, ¿qué relación hay entre ellos? Sus destinos se han juntado por la decisión de terceras personas que tampoco conocieron a ninguno de los dos pero que los relacionan removiendo el pasado. Ya verá por qué. Que galimatías, estará pensando.
No se apure, pronto sabrá de todo esto y sacará sus propias conclusiones. Podrían ser los protagonistas de un cuento donde la realidad se mezcla con la ficción y así nadie se siente ofendido, porque no ha pasado tanto tiempo desde que se produjeron algunos de los hechos que le voy a contar hoy, para vergüenza de la mayoría. Primero me refiero a la dama, y luego al caballero. Cortesía por encima de todo, que esta nunca ha de faltar. Y verá por qué sus vidas se relacionan por el libre albedrio de otros.
Antes de seguir, permita que le ponga en antecedentes. En todo hay una motivación y en esta ocasión fue traer agua desde Sax (1898) a la sedienta Alicante. Esta emanaba por un surtidor desde una fuente de la plaza de Isabel II. Con el tiempo, a esta fuente se le quiso dar un servicio ornamental y para ello pensaron en cómo hacerlo. Fue el alcalde Ricardo Pascual del Pobil quien se lo encargó en 1916 al escultor Vicente Bañuls. Imagíneselo cargado con sus cuadernos pintando dibujos y anotando medidas, pensando lo que podía hacer en ese espacio por donde el agua jugara con el mármol y produjera esa musicalidad tan relajante que escuchamos al correr el agua de una fuente.