Gastro Plaza

"La gente cree que los churros con chocolate no son sanos, pero si se hacen bien no caen pesados"

Morrūa, la churrería gourmet de Antonio Escribano y Elena Suau, gana un Solete Repsol.

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ALICANTE. Aún lo guardan en el sobre que les entregaron, pero pronto colgarán en la pared el Solete Repsol con el que han premiado este 2025 a Morrūa, una churrería gourmet en Alicante que este domingo 7 de diciembre sopla las velas de su primer cumpleaños. El regalo para Antonio Escribano y Elena Suau, los responsables de estos churros con chocolate, no es únicamente el Solete, sino "tener clientes que vienen dos o tres veces por semana a desayunar aquí", asegura agradecido Escribano, quien atiende a Alicante Plaza presumiendo un café de especialidad en una taza de cerámica que combina con las paredes del espacio y que es made in Alicante.

- Lo primero, enhorabuena por ese Solete. Llega justo para celebrar vuestro primer aniversario. Menudo regalo, ¿no?

- Fue una sorpresa monumental. Estamos súper contentos, porque tampoco es algo que hayamos buscado. Al final, nuestro premio es ver a clientes que vienen dos o tres veces a la semana. Ese es el premio gordo. Nuestra intención era lograr un local donde la gente venga a quedarse a gusto. Estamos encantados con el Solete, porque corrobora que el camino que nosotros elegimos es correcto. En Morrūa, la calidad no se negocia; si tenemos que tardar dos minutos más para que el cliente se coma un buen churro, lo vamos a hacer. La gente valora la calidad.

- ¿Qué significa Morrūa? A mí me recuerda al bigote que se te queda cuando bebes chocolate…

- Por ahí va. Estábamos de viaje en el País Vasco, Elena pasó por un calle llamada Murrua y le gustó el nombre. Ya teníamos en la cabeza este proyecto, pero a mí me sonaba un poco bruto y propuse modificarlo nosotros a Morrūa. No tanto con el significado de estar enfadado, sino de tener buena suerte, de mancharte los morros cuando te comes un churro o bebes chocolate.

- ¿Y cómo nacéis? ¿Por qué decidisteis abrir hace un año?

- Morrūa nace de detectar una necesidad. Mis padres vinieron a vivir a Alicante y eran muy de churros. Nos empezó a resonar en la cabeza que no encontraban churros que les gustaran, que estos locales son muy antiguos porque no se les da valor estético y pensamos: "¿Por qué no abrimos una churrería?". Yo vengo del mundo de la restauración y empezamos a estudiar la posibilidad.

Hacía falta este tipo de producto y, sobre todo, de producto bien hecho, bien tratado. Porque vivimos en un mundo en el que le damos mucho valor a todo lo que viene de fuera. El huevo poché, el aguacate, el brunch, el salmón... Y nosotros quisimos valorizar el desayuno de toda la vida, pero haciéndolo bonito para que la gente que venga a la churrería no se vaya con olor a fritanga.

- O sea, hacer que esté rico y sea instagrameable

- Al final es eso. Yo recuerdo de niño, todos los fines de semana, levantarme e ir al puesto de churros en el mercado que ponían en mi pueblo. Eso se estaba está perdiendo. Así que quisimos hacer algo como lo de siempre, pero con un poco de visual en el producto.

- Tenéis churros gourmet, con glaseado o churritos pequeños con salsa por encima que se comen como pipas. ¿Triunfan estos productos?

- Sí. Queríamos modernizar los churros. Nuestra máquina es muy potente, no es la típica churrera antigua de brazo, por lo que te aporta más versatilidad. Vamos a lo de siempre, pero viviendo en el presente. Y el presente es que la gente disfrute, que se manche los morros, que salsee. De hecho, tenemos miniclientes a los que vemos entrar y ya sabemos a por lo que vienen, ya sabemos que quieren los besitos (los churros pequeños). Y la verdad es que es muy satisfactorio ver a los niños que se integren dentro de la tradición.

- Por lo que me cuentas, tenéis clientes fidelizados porque vuestro producto está cuidado.

- Para nosotros es importante que desayunes y te siente bien. Que no te vayas hinchado a las 11:00 de la mañana y a las 14:00 no puedas comer porque los churros y el chocolate te han caído pesados. Además, el café es de especialidad y el chocolate es sin azúcar, sin lactosa y no lleva maicena, por lo que se espesa de forma natural al tenerlo en la olla cuatro horas. Todo eso hace que digestivamente sea mucho más fácil.

La gente piensa que el chocolate y los churros fritos no son saludables, pero nosotros pensamos justamente lo contrario; si el producto está bien hecho, no tiene por qué resultar pesado. Nuestra obsesión es que cuando yo le pongo a un cliente un churro recién sacado de la freidora, pueda llevárselo a casa en una bolsa que va limpia, que no se manche porque el churro no absorbe el aceite.

- Estaba mirando la taza en la que estás bebiendo y tiene identidad, parece que es un símbolo de Morrūa, ¿no? Porque todas son iguales.

- Cuando tú te preparas un vaso de leche, un café o un té en tu casa, buscas tu taza favorita. Pues aquí queríamos que nuestras tazas fueran las tazas favoritas de la gente. Las ha hecho una marca alicantina, Pau Cámara, que además es donde va Elena a aprender a hacer arcilla. Ellos elaboran piezas para alta restauración y nosotros también queríamos que nuestros churros, dentro de la humildad, fueran de alta restauración.

- Por lo pronto, habéis conseguido un Solete en vuestro primer año… ¿Qué objetivos os planteáis para el segundo?

- Seguir el camino que llevamos. Cada vez estamos creciendo más, pero creo que Morrūa todavía no ha tocado techo.

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