ELCHE. Mientras que la reforma integral del barrio de Porfirio Pascual sigue sin respiro para poder cumplir el plazo de finalización a 30 de junio de 2026 (y así justificar los fondos europeos), van saliendo cuestiones técnicas a resolver. Una de ellas relacionada con casi el buque insignia del proyecto: la instalación de ascensores exteriores por la cual el Ayuntamiento modificó la ordenanza municipal para garantizar accesibilidad en inmuebles antiguos. Por dificultades técnicas encontradas en los inmuebles, se podría cambiar la forma de acceso a los elevadores, lo cual se está consultando con la conselleria de Industria por si encaja en los parámetros de accesibilidad.

En este sentido, en una reunión mantenida semanas atrás con los vecinos y representantes municipales, se les habría trasladado que una de las opciones es acceder por la balconada de la galería, una especie de pequeñas terrazas donde hay espacio en el centro para la puerta del elevador. Originalmente se iba a acceder por la misma escalera de la comunidad, pero invirtiéndola —de ahí que se llegó a plantear que quizá los vecinos tendrían que ser realojados un par de días—. Esta posibilidad, al menos una de las planteadas, llega porque la constructora se habría topado con obras particulares en las comunidades que impiden la solución original proyectada.

Con todo, adoptar la alternativa planteada ahora tiene ciertas ventajas, como no tener que derribar las escaleras antiguas. Eso sí, se está a la espera de que la conselleria de Industria responda a las cuestiones y alternativas planteadas por Pimesa a este respecto. 

Interés inversor por la reforma y revalorización

Por otro lado, respecto a la rehabilitación estructural que se está acometiendo, reforzando pilares y fachadas, con aislamiento térmico, así como paneles solares y ascensores, como es obvio, supondrá una revalorización de los pisos. Además, el Ayuntamiento reurbanizará el entorno, habilitando también área de aparcamiento, con lo que quedará un barrio renovado y ubicado en una zona privilegiada con vistas al palmeral junto a la ladera del Vinalopó. Y a medio plazo, sobre el papel, con los problemas de socavones en Clara Campoamor solucionados.

Algo que no ha escapado al interés inmobiliario en plena fiebre —o burbuja— de precios de la vivienda, y a la que Elche no escapa, con precios cada vez más inasumibles para la mayoría, tanto en alquiler como en propiedad. Según varios vecinos consultados, se están recibiendo decenas de trípticos de inmobiliarias, ávidas de inversión, sabiendo además que en la ciudad hay mercado y que más allá de la burbuja de precios, los nuevos residenciales se colocan rápido incluso sobre plano. Pero también precisan que "muchas ofertas son de inversores privados". 

De hecho, en los últimos meses se han hecho media decena de ventas de pisos, e incluso de algún local. Cifras prácticamente testimoniales en comparación con las 302 viviendas de los 18 edificios, pero con el contexto de que no se habíen realizado estas operaciones en años, lo que muestra una tendencia o fenómeno por la rehabilitación. Es evidente, con la materialización de la actuación, los precios serán otros. Lo que a su vez acarrea los riesgos de gentrificación aparejada a la renovación. No obstante, tampoco es nada nuevo en Elche. En años pasados, también particulares fueron comprando pisos viejos de San Antón como vehículo para entrar a los nuevos.