Hay amargas derrotas y así se lo ha tomado el alcalde en funciones de Elche, el socialista Carlos González, que ha perdido las elecciones pese a haber obtenido en torno a 6.000 votos más que la marca PSPV-PSOE, la de Ximo Puig, para las autonómicas. González, un corredor de fondo, en sentido real y figurado, se ha quedado noqueado por la mala suerte, porque con 12 ediles no sigue de alcalde ya que Compromís solo ha obtenido uno: la mayoría está en 14, que es la que van a sumar el popular Pablo Ruz con Vox. Una amarga derrota que poco o nada tiene que ver con la hecatombe ocurrida en Alicante capital donde el PSOE ha bajado de 9 a 8 concejales frente al triunfo triunfal del PP, con Luis Barcala rozando la mayoría absoluta. Rozando. Y salvo alguna que otra bronquilla, casi nadie se ha despeinado en el socialismo de Alicante; algunos/as han desarrollado piel de elefante y escamas de cocodrilo.
No sé que es peor: si la amarga derrota (también le ha ocurrido a Joan Ribó en València con el triunfo por los pelos de María José Catalá en compañía de Vox) o la hecatombe de doña Barceló, exconsellera de Sanidad, exportavoz socialista en Les Corts... una figura de relumbrón. O la hecatombe, se mire por donde se mire, de la izquierda en la Generalitat, con la desaparición de Unidas/Podemos, el bajón de Compromís y un Ximo Puig que se ha quedado compuesto y sin novia, como tantos otros en España, con el aragonés Lambán a la cabeza: solo hay una explicación posible y es que el electorado ha proporcionado un severo castigo a la “marca Pedro Sánchez”, por sus trapicheos con los independentistas, por la permanente batalla con Unidas Podemos, un circo, y porque el elector medio quiere certezas en cuestiones clave como la propiedad y el alquiler. Certezas, no medias tintas ni rendijas que pudieran interpretarse como dar respiro a los okupas, por ejemplo. El termómetro de lo que está por venir de cara a las generales del 23 de julio se encuentra en Navarra: ¿Va a pactar la socialista María Chivite la abstención de Bildu en el Parlamento Foral a cambio del Ayuntamiento de Pamplona, para mantenerse en el poder? La prueba del algodón.
Lo que se ha evidenciado es que en estos momentos hay dos PSOE: el de Pedro Sánchez por un lado, y el resto de barones por otro, Lambán, García Paje, Fernández Vara... podemos incluir a Ximo Puig, un político que rara vez pierde los estribos y que ha intentado gobernar, mal que bien, desde la centralidad política, incluso con su idea del federalismo asimétrico a cuestas: solo ha aullado en situaciones extremas, como con el campañazo de Unidas Podemos contra Juan Roig, el “capo”. El problema para ellos (Podemos) son básicamente los ricos capitalistas que explotan al pueblo. No hay grises: o blanco o negro. Décadas tras la caída de El Muro y siguen chutándose comunismo de garrafa. Auguro que Yolanda Díaz, con Movimiento Sumar, lo va a tener muy crudo en este lodazal al que se une el crucigrama de tener que pactar con una pequeña legión de partidos de ámbito regional (con Compromís a la cabeza) que van a reclamar sus cuotas en las listas por elevación.