VALENCIA. Vicente Rodríguez será multado por el Valencia tras conocerse que a las cinco de la madrugada del pasado viernes salía de un lugar de copas. El hecho no hubiera trascendido a la opinión pública, de no ser por un altercado en el que se vio involucrado con un par de jóvenes que fueron golpeados y que denunciaron lo sucedido a la policía. La versión oficial apunta a que Vicente no participó en la agresión. Pocas horas después de la trifulca, el jugador de Benicalap estuvo en Paterna bajo las órdenes de Unai Emery en el entrenamiento como si nada. Este nuevo altercado se une a la lista de incidencias protagonizadas por diversos jugadores del club de Mestalla a lo largo de la temporada.

Existe una especie de pacto no escrito que permite cierta libertad de movimientos nocturnos a los profesionales del balón en determinados días y bajo unas circunstancias concretas. El periodismo no solo silencia estas escapadas sino que, en ocasiones, participa en ellas. Ahora bien, cuando el asunto se desmadra y adquiere notoriedad, si te he visto no me acuerdo. Algunos jugadores saben muy bien cuándo pueden salir y cuando no deben ser vistos a partir de determinadas horas. Cuestión de sentido común y de conocer los límites que establece su profesión. Otros, por el contrario, piensan que tienen licencia para moverse a sus anchas. Al final, les toca pagar una multa de cierta cuantía y reciben una reprimenda. En el club saben que el bolsillo es la parte más sensible de un futbolista.

Esta historia no solo no es nueva sino que se ha repetido de forma constante en todas partes y a lo largo de todas las épocas. Nadie debe sorprenderse y, mucho menos, escandalizarse. El fútbol también es así fuera de los terrenos de juego. Se podría escribir una enciclopedia dada la amplia diversidad de casos registrados. Nada nuevo bajo la luna, por tanto. Vicente ya no se siente útil en el Valencia e intuye que su salida es inminente. La coartada amparada por el descanso liguero no le exime de responsabilidad. Hace tiempo que el club y el jugador no comulgan en la misma dirección. Por bien de ambos, es mejor que sigan cada uno su camino. La gresca del fin de semana solo es una anécdota que esconde una realidad más cruda.