ELCHE. Aunque no muy lejano, hubo un tiempo en el que no pocos aficionados del Elche CF soñaban con vivir algo así, ver a su estadio Martínez Valero latir al unísono mientras respira fútbol de élite. Pues bien, ese tiempo ya es presente y el resultado el derbi autonómico frente al Levante UD fue todo un ejemplo de lo anterior... con independencia del rsultado favorable a sus intereses.
Y es que el fútbol, cuando alcanza una determinada dimensión, trasciende al resultado. El 2–0 fue la rúbrica perfecta, sí, pero lo verdaderamente poderoso ocurrió en las gradas, con casi 27.000 espectadores en ellas. Por segunda ocasión en 12 días, familias enteras, generaciones distintas y corazones unidos hicieron del regreso del Elche a LaLiga EA Sports un acontecimiento que casi se mide más en emociones que en goles. Cada bandera ondeada, cada garganta entregada, cada aplauso fue un recordatorio de que el coliseo de la iliictana avenida Manuel Martínez Valero no solo acoge partidos, alberga sueños... cumplidos.
El de este viernes fue un derbi autonómico con aroma de clásico, de esos que se recuerdan con el paso de los años y que esta vez se cerró de manera favorable a un Elche que no conoce la derrota en tres jornadas, no obstante haberse medido al Real Betis y el Levante como local y a todo un Atlético de Madrid como foráneo. Tres envites que el cuadro de Eder Sarabia jugó prácticamente de la misma manera, lo cual dice mucho del preparador bilbaíno, de su ascendencia en un grupo con no pocas caras nuevas, pero un núcleo siempre dispuesto a hacer proselitismo del estilo que gira alrededor del balón.
El Martínez Valero fue este viernes otra fiesta, tanto sobre el verde como en las gradas. Todo un homenaje a unos colores que, cuando se sienten así, tracienden a la eternidad. Dicen que hay días que no son solo partidos, que son vida. Pues eso.