BILBAO (EP). El periodista Carlos del Amor (Murcia, 1974) asegura que "el buen arte siempre es aquel que ayuda a descifrar el tiempo en que vivimos" y la cultura, "un buen refugio para comprender lo que vivimos". Asimismo cree que la inteligencia artificial aún "no es una amenaza para el concepto de autoría" ya que, "de momento, vivimos en una sociedad que prefiere los nombres y apellidos, a ser posible, célebres".
Del Amor reflexiona sobre el papel del arte, estos días en los que se celebra en Madrid la Feria de Arte Contemporáneo (ARCO) y recién publicada su nueva novela, "Una dama desconocida" (Espasa), una investigación literaria en torno a la autoría de un supuesto cuadro de Velázquez donde explora los límites del género novelístico con un enfoque híbrido donde se dan la mano la ficción histórica, la crónica personal y el ensayo artístico.
En declaraciones a Europa Press, el periodista defiende que su novela trata de ir más allá de una mera investigación sobre un cuadro para centrarse en el papel del arte como "vehículo de cuestionamiento y en la función de la autoría y de con qué ojos observamos una obra de arte en función de quién sea su autor".
Del Amor explica que en la novela "hay varios ejemplos que lo demuestran, incluso este cuadro que abordo, que si no fuera de Velázquez sería de otro" y seguiría siendo igual de intrigante y apasionante.
De hecho, prosigue, lo primero que despertó su interés, cuando recibió el mail donde se leía 'cuadro inédito de Velazquez', fue "la mirada de la protagonista, una mirada diría que velazqueña, pero, sobre todo, un mirada entrañable". "Tuve un flechazo, como el coleccionista que me hizo llegar su existencia cuando la vio en 2004 en una subasta".
Según indica, "sentí que el cuadro tenía algo, una atmósfera, y que esa mirada merecía ser contada", lo que le llevó a tratar de imaginar algunos aspectos de la biografía tanto de su posible autor, Velázquez, como de su modelo, para algunos, la propia mujer de Velázquez, Juana Pacheco, hija del maestro propietario del taller donde se formó el pintor.
"Es una obra que no solo explora el descubrimiento de un supuesto Velázquez, sino que nos invita a interrogarnos sobre la relación que tenemos con nuestro pasado, con los nombres que deciden la historia y con la manera en que percibimos el arte y su significado en nuestras vidas".
Preguntado por si cree que, en tiempos de IA, fake news y bulos peligra el concepto de autoría, cree que, hoy día, "la autoría sigue mandando y dictando mucho de las leyes del mercado del arte" porque, prosigue, "si este cuadro atribuido a Velázquez tuviera su autoría confirmada, lo miraríamos de otra manera porque nuestra mirada cambia desde el momento en que el autor de una obra tiene nombre y apellido y es prestigioso".
Por eso pronostica que la autoría en el arte y la cultura "permanecerá y prevalecerá sobre muchas cosas" aunque reconoce que "la IA va a cambiar las reglas del juego y todo dependerá de cómo casen los derechos del autor con ella". De momento, subraya, "vivimos en una sociedad que prefiere nombres y apellidos a ser posible, célebres".
El autor considera que "la coctelera de géneros le viene bien al relato" y fusionarlos, además de facilitarle a él la tarea, "puede hacer más atractiva la lectura porque tiene elementos de ensayo, novela histórica o detectivesca sin llegar a ser ninguno de ellos".
Incluso ayuda, subraya, la presencia del género periodístico, que es uno de los primeros que puso en marcha para, "como si de una crónica o un reportaje periodístico se tratara, intentar averiguar quién era esa mujer del cuadro, quién la pintó y por qué el coleccionista que contactó conmigo tiene ese empeño en que sea un Velázquez y, de paso, indagar de dónde nace esa pasión suya por el arte".
Carlos del Amor alude al detonante que le puso en la pista de la novela, un correo, absolutamente real, de un historiador del arte de Barcelona que le hablaba de la posibilidad de que un Velázquez estuviera en manos de un coleccionista privado que ha contactado con él.
Afirma que es el retrato de Juana Pacheco, esposa del pintor, y aporta pruebas para validar su afirmación mientras busca una autentificación de la pintura, que compró en una subasta, por parte de expertos.
El periodista emprende una investigación para confirmar dos aspectos. Por un lado, "quién es, en realidad, la mujer que mira de frente desde ese lienzo maltratado por el tiempo" y, por otro, "si se trata realmente de un Velázquez desconocido" como afirma su propietario.
A partir de ahí, Carlos del Amor conduce al lector en su investigación a través de grandes museos, archivos, talleres de restauración, casas de coleccionistas y subastas de arte.
El objetivo es encontrar la evidencia definitiva para poder autentificar el supuesto Velázquez, una tarea "nada fácil", confiesa, puesto que en esa búsqueda se topa con "callejones sin salida, pistas falsas, teorías divergentes y pruebas muy frágiles".
En todo caso, el periodista cultural cree que lo mejor en estos casos es que "acotes lo que quieras contar y pongas un límite; porque cada experto te dirá una cosa y, probablemente, esa cosa te lleve a otra, y debes saber dónde poner punto final" aunque, confiesa, "lo ideal sería una autoría clara, un gran descubrimiento, pero eso no va a suceder".
Velázquez imaginado
Del Amor se centra asimismo en la novela en otra línea paralela y es indagar en la vida del propio Velázquez, del que apenas se conocen aspectos de si biografía privada fuera de su relevancia artística pública como pintor de la corte.
En ese sentido, cree que "es un gran desconocido" porque su vida está "muy poco documentada", más allá de su partida de nacimiento, bautismo, partida matrimonial o testamento. "No hay ni grandes cartas de amor ni grandes documentos donde haga grandes teorías sobre el arte; nada que nos haga cogernos a él para escribir una amplia biografía definitiva, lo que le convierte en un gran desconocido del arte".
Cree Del Amor que, quizás, "fue él quien quiso que así fuera" y por ello quiere pensar que "no quiso que habláramos de su vida sino que habláramos de su manera de pintar, aunque está probado que tuvo una amante y un hijo con ella".
En todo caso, el hecho de ser un gran desconocido, en su opinión, "le ha hecho perder algo de épica con el pasar de los siglos" frente a otros que han logrado a su alrededor "una especie de misticismo y de misterio a su alrededor que pienso que él no lo tiene; sí otros, como Goya o Caravaggio".
Preguntado por si estar vinculado al periodismo cultural le sirve como refugio frente a la actualidad política, Del Amor cree que todo, al final, está tocado por la política y, la cultura, "obviamente, también".
"Lo que pasa es que vivo en una especie de aldea gala que es la cultura y es donde disfrutas cada día con el trabajo pero, al final, es inevitable que decisiones políticas toquen también el mundo cultural, sí", añade.
Sin embargo, reconoce que "puede decirse que la cultura es un buen refugio que ayuda y te dota de más herramientas para comprender muchas de las cosas que vivimos, desde problemas sociales a políticos"; por lo que, concluye, sí lo percibe "como un estupendo refugio que utilizo para intentar comprender mejor todo lo que nos rodea".