VALÈNCIA. En ese carrusel de viralidades fugaces que asaltan a menudo las redes, hace unos días cabalgó veloz por nuestros timelines la noticia de que un joven había sido detenido en Huesca como supuesto autor de 80 pintadas con citas de Hemingway, Bukowski y otros autores. Fachadas, paredes de edificios, entradas de garajes, escaparates y señales de tráfico quedaban así reconvertidas en una involuntaria antología literaria. Y no es que desde Culturplaza pretendamos instigar a nuestra audiencia a vandalizar el espacio público (y no diremos nada más al respecto si no es en presencia de nuestro abogado), pero un poco de curiosidad sí que ha nacido en nuestros corazoncitos periodísticos.
Así que partimos rumbo al país de los escenarios hipotéticos y preguntamos a agentes de la cultura valenciana por los creadores a los que elegirían para estampar sus citas en un puñado de tapias… aun a costa de acabar teniendo algún encontronazo con la autoridad. Ansiamos colarnos en sus referencias íntimas y saber con qué frase o autora se jugarían el pellejo y la posibilidad de una multa por daños al mobiliario urbano.
Si se vieran en una noche de intensidad con un spray en la mano, ¿garabatearían los versos de su poema favorito? ¿El estribillo de la canción que vive entre sus neuronas sin pagar el alquiler? ¿Aforismos preñados de ingenio? ¿Un guiño a esa filósofa que ya formuló hace décadas todas las preguntas que nos siguen perturbando? ¿Una alusión a aquella película que les acompaña bajo la piel adondequiera que vayan? ¿Citarían a Alejandra Pizarnik, a Leonard Cohen, a Bad Bunny, a Manuel de Pedrolo o Audre Lorde? ¿Trazarían ecos de Antònia Font, Simone Weil, Patti Samith, Bolaño, Mercè Rodoreda o Raffaella Carrà?
Todo, por supuesto, presuntamente, señor agente.
Elisa Ferrer, escritora
“En mi día a día, esa rutina a la que asisto sin parar de correr de un lado a otro, el bruxismo disparado, me acuerdo a menudo de las ardillas con las que conviví los dos años que habité en una casa con porche. Animalillos entrañables cuya existencia parecía gobernada por un estrés permanente, siempre ojipláticas, las bocas desencajadas, incapaces de pacer al sol como los conejos, que engordaban felices, tranquilos, sin prisa por llegar a ningún lado. En la ciudad, me cruzo con otras caras ojipláticas como la mía, como la de las ardillas, los ojos de la gente clavados en el móvil, el reloj, sin parar nunca, y parece ya imposible que nuestras miradas se crucen.
Me encantaría coger el spray una noche, mascarilla y capucha, y lanzarme a pintar por la ciudad, como un recordatorio para mí, para el resto de la gente, una cita que nos obligue a detenernos un momento, que nos obligue a reflexionar, «¿Has escogido la vida que llevas? Piénsalo con calma: ¿has escogido la vida que llevas», del libro Envejece un perro tras los cristales (Literatura Random House) de ese autor fantástico, ese genio absoluto que es Horacio Castellanos Moya".
Nuria Castellote, técnica de Programación de La Filmoteca
“Limitándome al cine, que es lo mío, me arriesgaría a ser detenida haciendo pintadas de la cabeza de Agnès Varda, con su reconocible peinado, o de las patatas con forma de corazón de Los espigadores y la espigadora. La Varda, cuya primera película (La Pointe Courte) ya traía el aire fresco de la Nouvelle Vague antes de que Godard o Truffaut empezaran a dirigir, representa un cine feminista, curioso, abierto al discurso del otro y a las voces que llegan desde los márgenes.