AlicantePlaza

el sur del sur

Hay Zidane, pero siguen Solaris 

  • El presidente del PP, Pablo Casado (c), junto a los cabeza de lista del partido para las próximas elecciones generales del 28 de abril, durante la presentación hoy en la terraza del Círculo de Bellas Artes. Foto EFE/Víctor Lerena

El Partido Popular ya ha desvelado su cartel. Será César Sánchez quien lidere la candidatura de los populares al Congreso por la circunscripción de Alicante. Con esta decisión, y la de situar a Belén Hoyo y a Óscar Clavell, como cabezas de lista en Valencia y Castellón, respectivamente, Pablo Casado enseña sus cartas, las cartas del futuro del Partido Popular de la Comunitat Valenciana, y al mismo tiempo, da continuidad al proyecto que salió ganador del cónclave del que salió elegido. 

Ese congreso, al que Casado llegó como aspirante a la presidencia del PP como segundo más votado, por detrás de Soraya Sáenz de Santamaría, pero con el respaldo tácito de la tercera, María Dolores de Cospedal, ya dictaminó cual iba a ser el camino del PP: rearme ideológico ante el avance de Ciudadanos y Vox (aunque no se contemplaba tan virulento) y cambio generacional.

Ese reimpulso del PP, después de perder el poder en la Moncloa, tuvo un pasaje imprevisto, Andalucía, que dio no sólo una oportunidad a Juan Manuel Bonilla, y al propio Casado, con Vox como compañero de viaje, también se lo dio a otros sorayistas noqueados tras la reválida del nuevo presidente. Entre ellas, la propia Isabel Bonig, que vio que con Andalucía se abría una parte del cielo que estaba condenada a darle una nueva continuidad al Botànic en la Generalitat. Y esa oportunidad pende, mira por dónde, de los extremos.

Desde entonces, existe la oportunidad de unos y el poder legítimo de otros, y en el día a día ambos propósitos se han izo mezclando como una especie de nebulosa para tener a alguien confundido. Cada uno ha estirado la cuerda hasta dónde ha podido, pero, llegados a este punto, se ha demostrado que las decisiones de Génova siempre han sido contundentes y han ido en la dirección de afianzar el poder surgido de ese congreso que encumbró a Casado -por lo que pueda pasar en un futuro-. Lo otro se ha quedado en una especie de agitpop doméstico -habría que preguntarse la credibilidad que tienen los medios que los compraron-, filtrado con la dudosa intención de hacer parecer que nada había cambiado, y que los papeles estaban confusos.

Pero no, al igual que con el PSOE -también el de Pedro Sánchez- el aparato siempre se impone, máxime si lo han elegido las bases (o los compromisarios), como es el caso. Y lo que ha pasado con la elección de César Sánchez -y lo que está por venir- es que el PP ha nombrado a un nuevo Zidane, que sigue haciendo gala de estar en el sitio y en el momento justo, como pasara en julio de 2015.

Y a este nuevo Zidane acompañarán otros muchos, al Congreso, para arroparlo; en el Senado, y ojo, en las Cortes Valencianas. Hay Solaris que todavía no lo han visto, y siguen preguntando, como el pasado domingo con la visita del presidente nacional a Alicante, qué hay de lo mío.

Y ésta es la metáfora del PP: la apuesta de Zizou es por lo jóvenes, por romper con los vicios del pasado, para evitar más fugas de talento, por la ilusión, para motivar a las bases con nuevos argumentos, no con los de siempre; los Solari no lo han visto, siguen con los de siempre, confían en las grandes noches electorales; también en los vídeos (amables), pero en blanco negro, y tienen a parte del staff despistado. En una cosa coinciden, ambos necesitan a los nostálgicos de Santiago Bernabeu para gobernar.

Este es el estrés que les espera de aquí al final de temporada: puede salir carámbola, como a Luis Barcala, o semana trágica, en el que no se gane ni la Liga ni la Champions en un mes. O sí. No hay que descartar nada (la Copa se disputa en julio y los que vayan al stage se discutirá con los resultados en la mano). Pero lo que parece claro es que, de momento quien manda, es ZZ.

Recibe toda la actualidad
Alicante Plaza

Recibe toda la actualidad de Alicante Plaza en tu correo