Escondido en el pueblo de Pedreguer (bien cerquita de Dénia) se encuentra una fachada que luce el cerúleo como el pueblo de Chaouen. Una fachada que sugiere y presagia rotundidad, cariño, lujo discreto, tiempo y calidez. La recepción es de una sobriedad epatante, la sala destila academicismo y profesionalidad y la cocina… ¡ay, la cocina! Una sucesión de platos bien ejecutados, con cocciones, texturas y puntos óptimos. Sabores arriesgados que conjugan los dulces y los salados (no en vano Ausiàs Signes fue elegido pastelero revelación en Madrid Fusión en 2022, y previamente ganó el mejor postre de chocolate de Espai Sucre) y armonías sutiles y delicadas.
Estas armonías se deben a la sintonía de Ausiàs y Feli. Su historia surge de una casualidad, como casi todas las historias bonitas. “Tras ganar el concurso Jóvenes Promesas de la Alta Cocina del prestigioso Le Cordon Bleu que me otorgó la posibilidad de realizar un curso de cocina, marché a Madrid y allí decidí realizar el curso de pastelería, en lugar del de cocina”. Nos cuenta Ausiàs. Curiosamente ahí se encontraron sus caminos y ya no se separarían. Mientras Ausiàs trabajó primero en algunas pastelerías como Moulin au chocolat, Feli lo hizo en San Celoni (dos estrellas Michelin). Posteriormente Ausiàs realizó la apertura de Saddle (estrella Michelin) y se trasladó a Huesca a Tatau (estrella Michelin) en ambos sitios como jefe de pastelería. Tras estas experiencias decidieron volver a la Terreta, de donde el propio Ausiàs guarda un buen recuerdo: “estuve trabajando en 2 estaciones (Bib Gourmand Michelin) cuando acababan de abrir, con Yago y Alberto, lo recuerdo como un tiempo muy chulo donde aprendí muchísimo”.