ALICANTE. La construcción de la nueva pista de rodadura del aeropuerto Miguel Hernández de Alicante-Elche queda inmersa en un compás de espera. El concurso que el operador estatal Aena lanzó hace ahora un año sigue bloqueado, a pesar de haber avanzado hasta la última fase de su contratación, sin que se haya elevado una propuesta de adjudicación entre las ocho empresas que optaron a su ejecución. ¿El motivo? Ese acuerdo quedo expuesto a las complejidades administrativas que suele llevar aparejada la ejecución de toda gran infraestructura. En este caso, la formalización del encargo para poner en marcha el desarrollo de las obras depende todavía de la obtención de la autorización ambiental: un permiso indispensable que requiere de la emisión de informes de varios organismos en los que se respalde la viabilidad de la actuación, según fuentes consultadas.
Esos informes estarían ahora en proceso de elaboración por parte de distintas instancias dependientes, en parte, del Ministerio para la Transición Ecológica, con lo que no se dispone de un calendario que permita concretar cuándo podría concederse esa autorización. Se trata, en definitiva, del cauce habitual establecido en la normativa vigente para la ejecución de obras que afectan a infraestructuras de interés público y que entrañan nuevos usos sobre el territorio. Eso sí, la consecuencia obvia es el retraso en la entrada en funcionamiento de esa calle de rodaje concebida para mejorar la capacidad operativa de la terminal provincial.
De hecho, su ejecución se había concebido con el propósito de doblar el espacio disponible para el desplazamiento de los aviones en tierra. Esa nueva calle de rodaje permitirá gestionar con mayor eficacia el uso de la plataforma de vuelo al facilitar y agilizar la realización de maniobras. Con ello, se aspira a reducir tiempos en la colocación de las aeronaves, tanto en su despegue o como en su aterrizaje. De ahí que, en último término, esa nueva calle permita optimizar la organización del tráfico, con lo que, de facto, se consiga ganar franjas horarias (slots) que ofertar a las aerolíneas para que puedan programar viajes adicionales.
Se trata, además, de una infraestructura que permitirá disponer de mayor capacidad de respuesta en caso de incidencias sobrevenidas en la pista de rodaje actual, como la que se registró el domingo 30 de marzo: un hundimiento del pavimento en el entorno de una arqueta situada en una de sus entradas (la entrada Delta). Esa incidencia obligó a redistribuir el flujo habitual para orientar a las aeronaves hasta otras entradas (Charlie o Bravo) para garantizar la total seguridad de los desplazamientos, con lo que debían realizar recorridos más largos para posicionarse en pista o dirigirse hacia las zonas de estacionamiento. Con todo, esa incidencia -que motivó pequeños retrasos- quedó reparada de forma definitiva el pasado viernes, 4 de abril. Así, con la disposición de la segunda calle de rodaje proyectada por Aena, se contará con mayores recursos para sortear ese tipo de contratiempos, al margen de que se amplíen las opciones de programación de vuelos.
21 millones, 27 meses
El proyecto de construcción de esa pista de rodaje salió a licitación por un presupuesto de más de 17,4 millones, que se elevan a 21,1 (incluidos impuestos), y un plazo de ejecución de 27 meses. La convocatoria suscitó el interés de 19 compañías constructoras en la primera fase, aunque solo 8 llegaron a pasar el corte de la evaluación técnica y quedaron expuestas a la baremación de sus respectivas propuestas económicas. Esas propuestas admitidas fueron las presentadas por Pavasal, Abaldo, Conelsan, FTC Obras y Energía, Matías Arrom Bibiloni, Obrascón Huarte Laín, Padecasa y, por último, Adiante Infraestructuras. Las ocho plantearon precios que oscilaban entre los 14 y los 17,4 millones (sin impuestos), sin que haya trascendido hasta el momento la propuesta de baremación definitiva que despeje su adjudicación.
La construcción de la pista de rodadura es, hasta el momento, la principal inversión en ciernes programada por Aena en la terminal provincial, a la espera de que pueda desarrollarse la ampliación de la terminal de pasajeros, a la que se le dio curso en enero con la licitación de la redacción del proyecto, por una suma de 19,8 millones. Se trata de una actuación con la que se aspira a ampliar la capacidad de procesamiento de viajeros del aeródromo, que se estima que podría extenderse hasta al menos 26 millones de pasajeros anuales, frente a los 18,4 millones de su récord actual, alcanzado en 2024.
A esa intervención, se suman otros proyectos ya adjudicados en la terminal. Se trata de la creación de un centro de gestión aeroportuaria (CGA) encargado de responder ante incidencias sobrevenidas en el aeródromo; de la renovación de los equipos de aire acondicionado en las pasarelas telescópicas que conectan con las aeronaves; de la instalación de placas solares sobre la cubierta del aparcamiento de larga estancia para producir energía limpia y del desdoble de otras diez puertas de embarque para posibilitar el doble embarque simultáneo por puerta delantera y trasera.