Esa mirada, medio poética, de Moreno frente a su ciudad, parece esperar que Alicante le devuelva al guiño. Corre la tinta a menudo acusando a centenares de ciudades de no comprender nuestro talento, de no estar al nivel de nuestra donosa virtud. ¿Pero no es la cocina una de las vías para desbaratar lo preestablecido y ponerlo todo por los aires?
Voraz plantea una cocina que es un acto de amor a Alicante
El restaurante Voraz es una llamada a no perderse entre lamentos y conformismos. Visité su local una tarde del último agosto en el que esperaba que las carnes por llegar tocaran al timbre. Jorge Voraz, en esta barra hecha sala, un cubo negro donde bailar rápido a su son, no es condescendiente consigo mismo. Frente a las suspicacias de los que recelan del cambio, Voraz plantea una cocina que es un acto de amor a Alicante, a los platos que los suyos le legaron.
La carta distorsiona los clásicos. No es, en cambio, una provocación iconoclasta. Más bien al contrario. No es Voraz un revolucionario ni sus creaciones son una llamada a la incorrección. Son el mejor homenaje a la cocina tradicional.