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Toda la mentira y nada más que Miguel Catalán

  • (KIKE TABERNER)

VALÈNCIA. La vida de un escritor trasciende a su muerte y la del filósofo Miguel Catalán (València, 1958 - 2019) lo hará con el más ambicioso tratado sobre la mentira publicado en nuestra lengua: Seudología. Coincidiendo con el primer aniversario de su fallecimiento, la editorial Verbum publicó el decimotercer y último volumen. Con el título La mentira benéfica, este libro pone punto y final a 25 años ininterrumpidos de lanzamientos en un estudio que ha sido capaz de abordar el engaño desde la política, la iglesia, la vida interior o la traición al prójimo, entre otros enfoques.

El trabajo del profesor Catalán se convierte así en un hito para la literatura filosófica en español, pero sobre todo en un sistema de referencia. La suma de los trece tratados en torno a la mentira suponen un vasto análisis al que, María Picazo, su compañera y quien ahora expande su legado también a través de Facebook, le atribuye “la labor de media vida”. Desde mediados de los años 90, Catalán generó un sistema de investigación y rastreo de fuentes a partir del cual proyectó –en origen– veintidós volúmenes, que acabó concretando en unos dieciséis, pero que en los últimos años sintetizó hasta los trece.

El extenso estudio, además, se ha realizado ajeno a la influencia documental de internet y a partir de la búsqueda internacional por bibliotecas y librerías. Por eso, una de las características de los trece ensayos es la regeneración de fuentes en torno a este tema para la filosofía. Manteniendo un tono divulgativo y con constantes referencias a la cultura contemporánea y popular, entre sus fuentes documentales no es extraño encontrar textos griegos, literatura bíblica, crónicas medievales o alusiones a políticos de nuestro tiempo, como el multiconseller condenado a prisión Rafael Blasco.

El caso de Blasco conecta –además de la política– con algunas de las perspectivas que ofrece en el volumen número trece el autor, en el que aborda la ética de la mentira benéfica, pero también aspectos muy estimulantes como la mentira a los seres queridos. En este texto final, es curioso que el último de los capítulos esté dedicado al “espíritu sanador de las artes y las letras”, ya que en realidad sus ensayos son una suma de referencias culturales de todo tipo. Desde los medios al cine, pero sobre todo desde la literatura clásica a la contemporánea, que también se hace presente en su estilo franqueable.

En concreto, el decimotercer volumen estira de fuentes y momentos que van de Cernuda, Machado o Borges, pero antes ya transita a Nietzsche (una referencia habitual), Proust, Virginia Woolf o Walter Benjamin. Las miradas literarias delatan algunas querencias y estilos concretos que también se pueden rastrear en su obra de ficción paralela. De por sí, la suma de las trece bibliografías de Seudología es una guía para analizar y contemplar la mentira a partir y a través de las artes y la filosofía, de Ovidio a Dante y Montaigne a Cela.

En el último de los volúmenes de Seudología, eso sí, Catalán aprovecha para despedirse desde el prefacio. En el hace contadas confesiones personales, tales como que esta teoría general “fue siempre una actividad absorbente”, comenta Picazo: “durante meses o años, según el volumen, todos los días giraban en torno al tema del siguiente libro”. Habla Catalán en el prefacio de “deber cumplido”, es generoso y extenso en los agradecimientos, pero sobre todo destaca la asunción de que la obra que ahora tenemos entre las manos, completa, le otorga la sensación al autor de “haber consumado un viaje vitalicio”.

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