AlicantePlaza

conversaciones 

Quico Rovira-Beleta, traductor de 'Star Wars': "Un concepto nunca tiene una sola traducción"

  • Foto: EVA MÁÑEZ.

MURCIA. A él le debes entender en castellano todo el universo audiovisual de Star Wars. Y el de Star TrekMarvel y cientos de películas más entre las que destacan El nombre de la rosa, La princesa prometida, Forrest Gump, Madagascar o Los miserables (todo un reto).

Quico Rovira-Beleta, hijo del director de cine dos veces nominado al Oscar, Francesc Rovira-Beleta, iba para biólogo (concretamente, aracnólogo). La casualidad hizo que un día hiciera una prueba en uno de los estudios donde llevaba su padre a traducir sus cintas. Su dominio de los idiomas y su enorme talento les cautivó. 

Menos mal que fue así, pues no es posible comprender la traducción audiovisual actual sin el valiosísimo papel que este traductor barcelonés ha jugado en ella. Hablamos con él sin tapujos ni subtítulos. 

-Aunque una traducción pueda parecer un simple cambio de un idioma a otro, no todo el mundo traduciría los mismos términos de igual forma. ¿Cuánto de autoral tiene el proceso de traducir?  
-Sí, es cierto. Un término, un concepto, nunca tiene una sola traducción. Siempre hay más de una. Cada traducción tiene su pequeño aporte autoral. De hecho, yo, que llevo 35 años traduciendo películas, he ido generando algunos términos que, en su momento, se consideraban sello mío (aunque ahora estén extendidos). Por ejemplo (y perdón por la expresión) “capullo” [ríe]. Cuando aparecía en una película, la gente inmediatamente distinguía que me había encargado yo de la traducción.

Recuerdo también que un amigo me retó a introducir la palabra “piltrafilla”. Y lo hice, en Men in black II. La traducción tiene una parte literaria, que consiste en poner lo que se dice, y otra creativa; en esta última es donde el autor imprime su marca.

Foto: EVA MÁÑEZ.

-A la hora de traducir, es un reto especialmente complejo los juegos de palabras, los refranes, los dichos populares, ¿verdad?
-Sí, los juegos de palabras tienen una gran complejidad. En general, todo lo que tiene que ver con el humor, para mí, siempre ha sido lo más complicado. He traducido muchas pelis de risa, como Agárralo como puedas, y siempre han sido los retos más difíciles con los que me he encontrado.

Una película de terror, normalmente, es más sencilla. Hay pocos diálogos y no suelen ser complicados, porque las imágenes suelen resultar más impactantes que el texto. En cambio, una película de comedia siempre es complicada, porque hay muchos diálogos con juegos de palabra, malos entendidos, dobles entendidos, incluso palabras nuevas a partir de otras. También es verdad que, cuanto mayor es el reto, mayor es la satisfacción cuando lo resuelves de forma idónea. 

-¿Es diferente traducir para doblaje y traducir para subtítulos? 
-Totalmente. Cada cosa tiene su intríngulis. 

La traducción que más se critica suele ser la que se hace para doblaje, porque a veces a la gente no le gusta, pero, en realidad, el único ataque lógico al doblaje es que se pierde la voz original. Lo único. Porque, en una traducción para doblaje, no se deja ni una coma fuera. Todo lo que se dice en la película está doblado.

En cambio, en los subtítulos se respeta la voz original y oyes la interpretación real (eso no se puede discutir), pero te pierdes un 30% de la película, porque los subtítulos solo recogen un 70% de lo que se dice. No cabe el resto. 

A la hora de traducir doblaje, te puedes explayar lo que quieras, que luego ya lo intentarás adaptar en boca. En cambio, con los subtítulos, tienes que acortar todo lo que puedas por la limitación de espacio. En las películas de mucho dialogo, tipo comedias, o las de Woody Allen, a veces quizá los subtítulos solo recogen un 50% de lo que se cuenta. Si hablan cuatro a la vez, solo puedes poner a dos. Eso en doblaje no pasa. 

En mi caso, hago de todo: traducción, ajuste y subtitulación [ríe]. Seguramente, más doblaje que subtítulos, aunque veces se aprovecha hasta donde se puede y se hacen ambas. Eso siempre es bueno que lo haga el traductor, y no la empresa. No diré nombres, pero ahora muchas veces cogen la traducción para doblaje y la transforman para subtítulos directamente. 

¿Qué pasa? Que como en doblaje no se oye el original, si no pillas una cosa, pones lo que creas que queda bien y no pasa nada; pero cuando se oye el original, la gente sí que percibe que no pone lo mismo en el subtítulo. Y eso sucede porque se reconvierte el doblaje en subtítulos. Por eso es importante hacer entender a la gente que la traducción para subtítulos es una cosa; y, la de doblaje, otra. 

Foto: EVA MÁÑEZ.

-¿Cómo ha cambiado el sector desde que empezaste hasta ahora?
-Yo llevo desde el año 85 trabajado en esto… y todo ha cambiado. Antiguamente, los traductores para doblaje y los traductores de subtítulos de la misma película no eran nunca la misma persona porque así había dos maneras de ver las cosas, cada una en su ámbito. A partir de cierto punto, se interpretó que sí podía ser el mismo, aunque se mantuvieran por separado las traducciones de cada cosa. 

A partir de la era digital, aparecieron nuevos canales de televisión, tanto autonómicos como privados, y con ellos, las prisas. Las prisas se fueron convirtiendo en el alma mater de esta profesión. Se empezó a utilizar cada vez más a la misma gente para ganar tiempo y a aprovechar todas estas circunstancias para decirle a los traductores que dejaran las cosas “más o menos ajustadas”, aunque solo se pagara la traducción, para “entrar en sala directamente” y ahorrarse pagar el ajuste. Esto en televisión se ha hecho mucho.

Y ahora con las plataformas digitales ya es lo que decía: una traducción para doblaje la conviertes en subtítulos, y se acabó. Ni se consulta. 

-El lado positivo de las plataformas digitales es que, cuanta más oferta de películas y series, más trabajo en el sector de la traducción, ¿no?
-Hay muchísimo más trabajo. Eso es muy importante. Ahora hay carreras universitarias de Traducción, y sale gente muy preparada para trabajar en ello. Y, por suerte, la oferta de trabajo es muy grande porque hay muchas plataformas. Pero es verdad que las prisas hacen que la calidad disminuya. Siempre. 

Por ejemplo, las medidas de seguridad contra la piratería también hacen que la manera de trabajar sea mucho más incómoda. Cuanto más importante, cuanto más “gorda” la película; peor se trabaja. 

-Pero si ya firmas un contrato de confidencialidad, ¿por qué tapan luego la pantalla para que se vea solo la boca? ¿No dificulta eso todo lo demás?
-Porque no solo la vas a ver tú. Yo, cuando trabajo en el estudio, cuando no las puedo hacer en casa, tengo un pequeño “zulo” (como lo llamo yo), un pequeño despacho donde estoy solo con la pantalla [ríe]. Aun así, en la película solo se ven las bocas para que nadie pueda piratearla. Imagina que me despisto, me voy al lavabo y llega alguien y la roba. No ha pasado nunca, pero todo está pensado para evitar este tipo de actuaciones. Los ordenadores donde se hace la traducción, de hecho, están anulados para poder meter un pen drive.

Recuerdo que para el episodio VII de Star Wars tenía una serie de normas que, en el fondo entiendo porque se juegan mucho, pero que pueden llegar a resultar un poco abusivas. No podía dejar entrar a nadie en mi despacho y, si alguien entraba y no me había dado tiempo a pararle en la puerta, tenía que apagar la pantalla para que no pudiera ver qué estaba haciendo. 

Hoy en día con un móvil cualquiera puede hacer una foto en un momento. Y con que se escape un fotograma de la película, ya se puede liar…

Recibe toda la actualidad
Alicante Plaza

Recibe toda la actualidad de Alicante Plaza en tu correo