En el suelo patrio parece que respiramos con algo más de tranquilidad al dejar atrás ese año ‘en funciones’, pero hay motivos para la preocupación tanto en la escena nacional como en la europea e internacional. La crisis en los partidos que conforman el bipartidismo en las democracias occidentales –algunas de ellas consolidadas e incluso a veces tomadas como modelo– es un mal que tiene como protagonistas a líderes populistas, seducidos en parte por las consultas populares –sea a la militancia o a la ciudadanía– para solventar asuntos de gran calado y trascendencia.
Estados Unidos
La campaña para la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica que celebra sus elecciones el martes 8 de noviembre, ha dejado al Partido Republicano hecho unos zorros. Hay que recordar que el sistema de partidos dista mucho del modelo tradicional europeo, donde las formaciones tienden a ser más monolíticas. En la política estadounidense los partidos son una maquinaria que se pone en marcha [con la financiación de grandes empresas] para elegir un candidato y luego presentarlo en las elecciones presidenciales –donde sólo se elige al presidente de la República de los EE.UU.– En esta campaña, el excéntrico empresario y candidato Donald Trump ha logrado cabrear a muchos miembros de su partido que han llegado a decir que votarían a su rival, la candidata del Partido Demócrata Hillary Clinton.
El caso de Trump es digno de estudio porque ha conseguido cabrear a propios y extraños, ha protagonizado debates con Clinton donde gran parte del tiempo se lanzaban acusaciones como si de un reality show se tratara [ríanse ustedes del “ruíz -sic- ruin, mezquina y miserable”]. Desde las filas republicanas, el presidente de la Cámara de Representantes, el influyente líder conservador Paul Ryan mostró su desacuerdo y prefirió no hacer campaña a favor de Trump. La fractura interna es grave, algunos de los apoyos multimillonarios que otros candidatos republicanos tenían pasaron al lado demócrata, se calcula que Clinton ha recibido 20 veces más dinero que Trump.