AlicantePlaza

conversaciones culturplaza

Ernesto Castro, sobre las entrevistas, Yung Beef y la muerte del trap

  • Foto: KIKE TABERNER

VALÈNCIA. Ernesto Castro se ha hecho un hueco en el imaginario youtuber de la manera más inesperada, con filosofía y vídeos kilométricos. Sus entrevistas a personajes del mundo de la música e intelectuales han conseguido llegar a un público amplio, y sobre la base de su gran cultura y el movimiento trap en España, ha publicado El trap. Filosofía millenial para la crisis en España, un extenso estudio -nada académico y muy profundo- sobre esta suerte de escena que, según él mismo, ya ha muerto. Minutos antes de la presentación de su libro en la Librería Ramón Llull, hace apenas unos días, respondió las preguntas de Culturplaza.

- En el último Avivament, el festival de Filosofía organizado por València Pensa, tu conferencia fue la única en la que incluso se quedaron personas fuera. Eres una propuesta atípica dentro del mundo de la Filosofía en España. Hay gente que te considera la gran esperanza del pensamiento filosófico. ¿Cómo lo sientes o cómo te ves en este mundo?
- Yo creo que la gente que me concibe a mí, como la gran esperanza o el mirlo blanco de la Filosofía, no son gente que no pertenezca al campo filosófico, que, como todos los demás campos académicos, se rige por razones administrativas y burocráticas, razón por la cual no cabe ni esperanza ni miedo. Entonces, el lema este de Dante, “Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate” (“Los que aquí entráis, perded toda esperanza”) es muy válido para cualquier campo académico en el que simplemente hay una serie de razones -insisto- funcionariales que hacen que la gente suba o baje dentro de un rango universitario.

En verdad, digamos que soy el filósofo para la realidad extra-filosófica, para el campo extra-académico y mi intención es, en mi carrera intelectual, tener esa doble vida, tanto dentro como fuera de la universidad. También creo que el ámbito extra-filosófico está más dispuesto a aceptar un filósofo que la propia Filosofía.

Foto: KIKE TABERNER

- Hubo un episodio divertido hace unas semanas, a partir de la promoción de tu libro, en el que un medio te envío unas preguntas y luego dijo que le estaba boicoteando la entrevista. Lanzaste ahí una teoría sobre lo que tu llamas post-entrevista. ¿Se trata de un problema de formato o de cómo somos los medios de comunicación en España?
- Es un problema de ritmo: los periodistas se ven obligados a hacer entrevistas sin estar especializados en el tema que están haciendo en una entrevista. La entrevista es un formato para alguien informado sobre el campo porque permite, en muchas ocasiones, ir más allá de lo que se ha dicho estrictamente. El género de la reseña es muy cerrado al final, como una suerte casi de soneto, en el que uno tiene que condensar mucha información en muy poco espacio y no hay gran margen para la creatividad propia. La entrevista sí que da pie a una mayor creatividad y es un género mucho más abierto a mi juicio. Yo que lo he practicado muchísimo me encanta. Pero, desgraciadamente, en el campo de la prensa generalista, la entrevista se suele considerar como un sustituto, no solamente de la reseña, sino de la lectura en general. 

El propio periodista acude a la entrevista sin haberse leído previamente el libro y con un conocimiento solapado -de la propia solapa del libro-; con lo cual el autor se convierte, en el mes de promoción del libro, en una suerte casi de mayordomo de sus ideas que se ve obligado a repetirlas una y otra vez de manera machacona, de tal forma que el recuerdo que tiene del libro es casi más estereotipado que el que haya tenido un lector ingenuo del mismo. Entonces, se crea un sesgo de confirmación en el que, como la gente no lee el libro, sino que se basa en las opiniones que emite el autor sobre él, y el autor se ve obligado constantemente a repetir las ideas machaconas y sencillas y digeribles para la prensa, la imagen del libro queda completamente diluida y estereotipada.

- ¿Te ha pasado mucho? ¿Poco? ¿Lo justo?
- Lo justo, creo. Afortunadamente, siempre hay periodistas que tienen el tiempo, las ganas y la vocación de experimentar un poco más con el formato de la entrevista. Pero evidentemente, el jornalero del clic, que es como Víctor Lenore se califica a sí mismo, está a jornal y no puede permitirse el lujo de leer un libro. Ni siquiera puede que tenga la capacidad de atención para aguantar doscientas páginas seguidas.

Recibe toda la actualidad
Alicante Plaza

Recibe toda la actualidad de Alicante Plaza en tu correo

Boris Vian i l’esput infinit sobre les tombes
El Trap, la filosofía millennial